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—Es interesante ver que no a todos nos enseñan los mismos hechizos— Rie juguetonamente mientras se cruza de brazos.

—Pero ni siquiera Justin puede cambiar la forma de su varita— Me defiendo para no sentirme tan miserable.

—De hecho si puede— Comenta mi mamá mientras me da leves palmadas en mi hombro de forma cariñosa. —El la convierte en cosas que necesita, en su mayoría algún lapiz o el más reciente, la corbata que va a juego con su ropa—

Suspiro resignado y le pregunto a mi papá cuando empezaré a practicar esos hechizos, el solo sonríe mientras niega con la cabeza.

—Bueno, ya que estamos todos juntos, ¿por qué no comemos?— Comenta mi padre con una sonrisa. —Para que así puedan contarnos que han hecho estos últimos años—

Carmen y Elizabeth aceptan gustosas la invitación, pero Isabel lo duda un momento pero al final decide aceptar.
La cena pasa relativamente normal, nada fuera de lo común con risas, anécdotas y uno que otro recuerdo vergonzoso de ambas familias.
Al finalizar mis padres y Carmen se dirigen a otro lugar, no sin antes pedirnos a todos que nos conozcamos.

—Un placer, mi nombre es como lo pudieron escuchar soy Justin, cualquier cosa o pregunta no duden en avisarme— Le sonríe a ambas hermanas pero no dejaba de observar a la mayor.

—Hola, disculpen sus formalidades pero saben, el es "niño bueno" de la familia— Se burla Alex mientras saluda con un beso en la mejilla a ambas hermanas.

Las 3 se ríen de la broma, cuando terminan se quedan en silencio y mis dos hermanos voltean a verme con una cara severa y la otra con una seja levantada, ya se imaginarán quien fue quien.

Suspiro —Hola, soy Max— Elizabeth extiende su mano para que yo pueda estrecharla, con un gesto amable lo hago, pero en el momento de hacer lo mismo con Isabel ella se limita a asentir con la cabeza y sentarse en el sillón, dejándome con la mano estirada.

Bajo lentamente mi brazo mientras la miro, puedo observar que sonríe juguetonamente ocasionando que yo apriete los puños y mis nudillos tomen un color blanco por la fuerza que ejerzo en ellos, Alex nota eso y cambia rápidamente de tema.

El punto aquí es que últimamente he tenido menos paciencia y también actuó algunas veces impulsivamente, mis padres dicen que estoy en la pubertad, pero yo no lo creo ya que ni Alex y mucho menos Justin tuvieron ese problema cuando tenían mi edad. Sin más subo a mi habitación ignorando los comentarios de mis hermanos.

Termina de narrar Max.
Narrador.

—Eso fue lo que sucedió el primer día que las conocimos, aunque estaba furioso esa vez también sentí interés en Isa— Con su mano peina hacia atrás su cabello.

—Eso no explica lo que yo te pregunté— Dice Justin cruzado de brazos.

—Eso lo tengo claro, pero también tengo curiosidad del porque— comento la primera vez que nos conocimos Isabel sigue en su posición inicial.

—Lo dije, para que entendieran un poco el porque mis acciones futuras o en este caso pasadas—

—Para resumirlo, tuvimos un inicio no tan agradable y terminamos peor que cuando iniciamos, listo, ¿eso es lo que querías saber?— Isabel baja de la cornisa y levanta una ceja en dirección de Justin.

No del todo, eso todos lo sabemos, lo que queremos saber es que fue lo que pasó y porque sus acciones de hace un momento- Elizabeth habla por primera vez con un tono severo pero a la vez preocupado.

—Nada en especial, ya sabes lo normal, ahora sí me permiten, tengo un pastel que comer— Levanta su brazo lastimado —Y una herida que curar—

Camina hacia la puerta pero una mano sostiene su hombro derecho, ella voltea con curiosidad y ve que se trata de Alex, tiene una mirada más tranquila aunque también algo confusa y preocupada.

-—Bien, pero primero dejen curarme por lo menos—

Todos asienten con la cabeza y entran a la sala donde se dan cuenta que se encuentran a los 3 adultos sentados, sumergidos en un silencio profundo.
Una vez que se dan cuenta que entran los 5 chicos empiezan a lanzar les preguntas sin esperar respuesta. En ese momento Justin interviene diciéndoles parte de la verdad, solo lo escencial.
Carmen se acerca a Isabel y empieza a volver a curar la herida de su hija, todos con la mirada clavada en ellas, representaban diferentes emociones, desde asombro hasta pena y preocupación.

—Listo peque, ten...— Se corrige. —Tengan más cuidado— Observa a los 4 adolescentes restantes con una mirada severa; Isabel solo se dedica a comer el pastel sin tomar mucho interés en lo sucedido.

Pasaron las horas todo se veía normal, o eso pensaron hasta que la familia Valerius se tubo que ir a su casa.

En la noche en la habitación de Carmen, ella se encontraba sentada al borde de su cama pensando en la promesa que le hizo prometer a Jerry.

—Me estoy volviendo loca— se cubre la cara con sus manos.

En otra habitación se encontraba Isabel acostada mientras negaba entre sueños.
En el sueño.

—¿Otra vez aquí?—

Susurra sin esperar respuesta, comienza a caminar tocando los árboles acompañada de la luz de la luna y la lluvia.

—Hola mi pequeño retoño— exclama el encapuchado.

La chica solo lo ve y se da cuenta de las marcas en sus manos.

—¿Son tatuajes?— pregunta señalando las mismas.

El hombre rie y se quita la capucha, dejando al descubierto su cara; un rostro ligeramente familiar pero a la vez lejano. Este mismo poseía facciones fuertes, desde la mandíbula marcada hasta los ojos de una azul intenso, pero lo que destacaban era su cabello tan negro como la noche y una cicatriz que atravesaba su ojo izquierdo.

La mira mientras descubre los brazos hasta la altura de los codos. —¿Te gustan?— muestra ambas manos dejando ver qué en ambas tiene una luna y un sol, iguales a las marcas que tiene su hermana y ella. —Son un símbolo de unión que tengo con mis hijas— muestra la palma izquierda donde tiene la luna —Cada uno representa a tu madre y a mi— se acerca a ella —Ella tan brillante y cálida como el sol, igual que tu hermana— extiende la mano en dirección de la chica —Y yo la luna, brillante y fría, pero con dos lados de la misma moneda igual que tú— la toma de la mano dejando a la vista una resplandor en ambas marcas.

Se suelta del agarre. —¿Por qué no estuviste con nosotras?— pregunta cuando empieza a caminar.

—Carmen, mi dulce y bella Carmen, ella me abandono, llevándose lo que más amaba, a tu hermana y a ti, que aún no sabía de tu existencia hasta hace un tiempo— la sigue.

Llegan a una casa quemada, solo con una parte en la cimientos queda de pie.

—Si eres mi padre como dices ser— el la mira con una ceja arqueada. —¿Cuál es tu nombre?—

Sonríe, mientras toma una foto un tanto quemada y mojada. —Niña curiosa— le extiende la foto.

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⏰ Última actualización: Jan 02, 2024 ⏰

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Tan diferentes e iguales a la vez Los hechiceros Waverly Place (Max Russo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora