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Movió sus orejas con molestia he incomodidad cuando la herida en su labio ardió intensamente ante el contacto con el desinfectante. Evitó soltar un quejido, pero le fue inevitable.

—¡La concha-. Agh.

La pequeña risa del chico frente a él lo hizo fruncir su ceño con molestia.

—querate qui... Quietou. —murmuró con torpeza mientras seguía limpiando las heridas del rostro contrario, más específicamente la del labio, la cuál era la peor. Caerse de gran altura en una mina mientras usaba la pesada armadura de diamante dejaba sus moretones y rasguños. —¿Cómo te hiciste esto? Debes tener más cuidado.

—che, solo fueron unos rasguñitos, me caí en la mina. No exagerés.

El rostro de Karl pareció fruncirse por la preocupación, pero no dijo mucho más. Su lengua se asomó entre sus labios por la concentración de su trabajo. El híbrido rodó sus ojos al ver el gesto tan infantil. No estaría ahí si no fuese porque el chico lo había encontrado de camino hacia su hogar y lo había obligado a que lo acompañase para curarle sus heridas. Había hecho un poco más de drama del que debería, para ese punto todos estaban acostumbrados a verlo llegar con heridas. Era común en él, después de todo, era el explorador más valiente del reino. Pero Karl siempre había sido así, preocupándose por todos.
Y a pesar de no gustarle el cariño y el contacto físico, él no era nadie para negarle algo al chico de ojos verdes y mirada inocente. Aunque la mayoría de las veces lo irritaba.

terminado.

Karl lucía satisfecho con su trabajo, había limpiado las heridas, colocado crema antibiótica y banditas en las heridas más grandes.

—gracias, capo.

El otro chico solo sonrió en grande. En un movimiento rápido se inclinó para plantar un pequeño beso en la punta de su nariz que lo dejo estupefacto por algunos segundos, procesando el accionar ajeno. Parpadeó y sus orejas se escondieron entre su cabello despeinado ante la vergüenza, esperando que el otro no se percatarse de la tonalidad rojiza que seguramente estaba adquiriendo en aquel momento.

de nada, mi osito.

Spreen simplemente no aguantó más. Tomó sus cosas y salió de la casa del chico sin decir ni una sola palabra más.

—Hijo de puta ese, ¿Que se cree que es?

Peek-A-Boo! »Karl x Spreen« [Mini-Fic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora