Capítulo 13: 🥀El Pasado🥀

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-Os lo dije una vez, nada bueno vendría de relacionaros con el humano -Aurora quería dejar de mirar a la diosa, cosa que esta le impidió -El amor es ciego, crecerá en vuestro corazón hasta atraparos el alma.

Artemisa le soltó el mentón a la dríade, que pudo al fin mirar al suelo con tal de alejarse de la temerosa sensación que le causaba. No obstante, no podía huir del todo.

-Puede que creáis que lo que sientes es bello, mas no dudéis que os volverá irracional -los pasos de Artemisa eran de cautela y medía la distancia entre ambas -Decidme, ¿Podréis anteponer vuestro papel como guardiana del bosque, a tal emoción?

-Mi diosa, no dudaré, incluso si tales palabras le suenan falsas yo...

-¡No os atrevais! ¡No mencioneis el nombre del dios de los juramentos en vano! -Aurora tembló cuando la diosa alzó la voz ya que el peso de esta le aplastaba -El humano está en vuestros pensamientos, no podéis prometer que no acudiréis en su ayuda.

Los labios comenzaron a temblarle a la dríade y las lágrimas le corrieron por las mejillas.

-¿Me veis capaz de hacer algo vil, contra el bosque en el que nací?

-No lo veo, lo creo. Los hilos de las Moiras ya se hallan tejidos, dictan que cuando llegue el momento tal cosa sucederá.

Artemisa notó que tales palabras afectaron a la dríade, quien pronto empezó a sollozar. La mejor forma que halló de consolarla fue el desvanecerse, no sin antes dedicarle una mirada de pena.

Al otro lado, justo en el bosque tras la cascada, Dalia estaba sumida en sus memorias. Pese a todo con lo que cargaba en el corazón, pudo llegar a donde iba siempre que quería estar sola. El viento meció las hojas de todos y cada uno de los árboles que admiraba. A diferencia de los otros a estos les rodeaba una colorida aura, que variaba de manera constante.

Se arrodilló ante uno y posó la mano sobre el tronco. Sonreía, sí, mas no era de felicidad sino de nostalgia. De reojo, notó como poco a poco empezaban a aparecer destellos de energía. Escuchó risas, reconoció la voz suya, la de Aurora y al buscar con la vista de dónde provenían se llevó una sorpresa.

-No me alcanzarás, eres demasiado lenta -uno de los destellos había tomado la forma que tuvo cuando era pequeña, corría entre los árboles mientras reía a carcajadas.

Detrás suya iba uno con la forma más joven de Aurora. A esta le costaba alcanzarla, sudaba a mares y se detuvo al cabo de un rato.

-Sabes que no resulta fácil ir tras tus pasos. Por algo te ganaste el apodo de pies ligeros.

Dalia bufó mientras le dedicaba una mirada de superioridad.

-No vale la pena competir contra quien será una orgullosa guerrera, recuérdalo.

Aurora hizo un mohín.

-Si la voluntad y determinación que posees, son igual de inmensas que ese orgullo que demuestras, sin duda.

Dalia se rió con tales palabras, momento en que su amiga aprovechó para acercarse mientras reía.

(Saga) Legado De Sangre I: Fuerza De AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora