Namor sonrió, pero no una sonrisa de felicidad u otra cosa, era una sonrisa que contenía su coraje.
--- Se fue --- dijo el. --- Ha venido una Wakandiana y se la ha llevado ---
Y fue cuando Ixchel recordó a Nakia y lo que había pasado, sin pensarlo miró su brazo y se encontró con que un poco más abajo de su codo estaba vendado con plantas.
--- Namor --- susurro la chica. --- Por favor no los dañes ---
El hombre noto la preocupación en su voz.
--- No lo haré, por ahora --- explicó. --- Tu has salvado a una mujer de mi pueblo y has evitado que dispararan a Attuma --- la chica miro al suelo aún pensativa. --- Trataste de ayudar a una de mis guerreras, Ixchel gracias ---
--- Es por qué no tenemos que vivir en guerra --- dijo ella. --- Namor... ---
--- Eso es imposible, han entrado a mi casa y han dañado a mi pueblo --- explicó el.
--- ¿Que harás? --- pregunto la chica asustada.
Namor se levantó de la silla en la que estaba al lado de la cama.
--- Tu te quedaras aquí --- dijo el.
--- ¿Ahora soy una prisionera? --- pregunto ella conteniendo sus ganas de llorar.
Namor la miro apenado.
--- Si, ahora eres una prisionera de Talokan --- explicó el para luego salir del lugar y dejarla sola.
