Stella
Me despierto sobresaltada gracias a otra pesadilla, como es de costumbre desde hace meses.
Me llevo una mano al corazón y con la otra me quito el antifaz que uso para dormir, mientras trato de controlar mis respiraciones de frenéticas a controladas tomando bocanadas de aire, me siento sobre el colchón y miro el reloj que está encima de mi mesa de noche junto a mi cama, son las 4:32 am, genial.
Nos despertamos sarcásticas.
Tú, cállate.
Y también molestas.
Mientras espero que mi acelerado corazón se calme, apoyo la cabeza en mis manos, mi mente es un caos. Trato de pensar en otra cosa que no sean las trágicas escenas que pasaron en mi sueño, las mismas, siempre son las mismas desde hace meses. Y no sé cómo sentirme al respecto, aparte de asustada, en estos momentos lo único que sé, es que tengo que salir de aquí o seguiré pensando en lo mismo. Luego de tener una pesadilla siempre me da mucha sed, así que aparto las sabanas que me cubren y me incorporo, me pongo mis pantuflas de vaca y camino hacia el perchero que está en la esquina de mi habitación, agarro mi bata de satén, negra y me la pongo. Antes de bajar por mi vaso de agua, paso al baño para asearme.
Una vez salgo del baño me siento un poco mejor, al menos mi corazón ya no está tan frenético, me paso una mano por la frente y suelto un suspiro mientras abro la puerta de mi habitación y camino por el largo pasillo hasta llegar a las grandes escaleras en forma de caracol de mi casa. Mi habitación está en el tercer piso, y cuando bajo al segundo piso, que es en donde está la habitación de mis padres, todo está en silencio, así que trato de hacer el menor ruido posible, no quiero despertarlos. Cuando llego al primer piso noto que este no está en silencio como el segundo, eso hace que una sonrisa se dibuje sobre mi rostro. Paso por la gran sala, hasta por fin llegar a la cocina.
—Buenos días, mi niña —me saluda Mery, enseguida que me ve, ella es la señora que nos ayuda en la casa y a la cual quiero como una abuela, y la única que siempre está despierta a esta hora preparado todo para el desayuno. Camino hasta quedar a su lado y la rodeo con mis brazos para darle un abrazo como es de costumbre todos los días—. ¿Otra pesadilla? —me pregunta con el entrecejo fruncido y ojos preocupados. Es la única persona que sabe sobre mis pesadillas.
—Buenos días para ti también, Mery —le sonrío y me alejo de ella para caminar hacia la nevera a tomar un vaso de agua y humedecer mi boca seca, en verdad tengo mucha sed— Y respondiendo a tu pregunta, sí, por poco me muero de un infarto —Mery se ríe, mientras yo termino de beber mi vaso de agua, cuando siento el líquido correr por mi garganta me siento un poco mejor—. Ya me imagino como serían los títulos de las noticias si eso llegara a ocurrir: Stella Cooper, hija de los exitosos, y famosos empresarios: Robert Cooper y Emilia Cooper, de New York, ha muerto gracias a que sufrió un infarto mientras dormía por tener una horrible pesadilla. —digo, imitando la voz de un locutor y con las manos en el pecho como si estuviera agarrando un micrófono.
—Deja de decir esas cosas —dice Mery entre risas—. Las palabras tienen poder. Mejor dime que quieres para desayunar, mi niña.
Sonrío.
Mery tiene 41 años y ha estado ayudando a mi familia desde que mis padres se casaron, así que me conoce desde que nací y me ha cuidado desde entonces.
Cuando mis padres no podían estar conmigo por sus trabajos, ya que son empresarios y socios de una cadena hotelera, casi siempre estaban en sus oficinas, de viaje o en reuniones importantes, pero Mery estaba ahí para mí. Y con esto no quiero decir que mis padres sean malos padres, al contrario, a pesar una agenda tan llena, siempre sacaban tiempo para mí y estaban conmigo en fechas importantes o en actos del colegio. Me aman más que a nada, y siempre me lo han dado todo.
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EL DESEO DE AMAR PARA SIEMPRE ©
RomanceCon ganas de olvidar todo lo sucedido en su antigua ciudad. Stella Cooper decide irse a un pequeño pueblo lejos de todo, pero lo que no se esperaba era reencontrarse con Logan Lenov, el chico que le hizo la vida imposible en la escuela. Todo empeora...