Capítulo 2

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—¿Esta aquí?

—Lo está, señor. Lo he puesto en la habitación contigua.

—Quiero verlo.

—Zee, no sé si eso es una buena idea —dijo Foei—. Él ahora mismo está durmiendo y...

—¡Quiero verlo! —Zee gruñó silenciosamente.

—Como desees. — Foei inclinó la cabeza y salió de la habitación.

Zee cerró los ojos. Esa poca bravata había chupado la energía directamente fuera de él. Sus párpados se sentían como si estuvieran unidos a pesos de plomo. No podía recordar estar alguna vez así de cansado, ni siquiera cuando luchó en la Revolución Francesa, y esa había sido una batalla sangrienta que se prolongó durante mucho tiempo.

Zee abrió los ojos y giró la cabeza cuando escuchó la puerta abrirse. Vio entrar a Foei, con un hombre acunado cuidadosamente en sus brazos. La curiosidad de Zee despertó cuando obtuvo un buen vistazo del extraordinario pelo castaño que sobresalía de la manta envuelta alrededor del joven.

—¿Está bien? —preguntó Zee cuando Foei puso al hombre inconsciente a su lado.

—Sí, sólo está durmiendo. — Foei hizo una mueca y cruzó las manos frente a él mientras se ponía de pie junto al lado de la cama—. Me temo que tuve que darle un sedante.

Los ojos de Zee se dispararon hacia arriba y se encontraron con los de Foei un momento y luego volvieron a bajar al hombre que yacía a su lado. Una preocupación antinatural por el humano lo embargó.

—¿Por qué?

—No creo que él fuera plenamente informado por parte de su familia de las condiciones del contrato, señor.

—¿Qué? —espetó Zee—. Él firmó el contrato, ¿no es verdad?

—Lo hizo, pero creo que creía que estaba firmando un contrato entre él y su padre, no contigo. Cuando le informé del contrato entre ustedes dos, él se resistió. Ahí fue cuando tuve que sedarlo.

—¿Él no quiere ser un donante? —Cuando Foei permaneció en silencio, Zee se volvió para mirarlo—. Di lo que está en tu mente, Foei.

—No estoy seguro de qué exactamente le dijo Sr. Perdpiriyawong al muchacho, Zee, pero no creo que sea plenamente consciente de la situación.

—¿Qué fue exactamente lo que cree que estaba firmando?

—Como he dicho, un contrato entre él y su padre.

—¿Para qué propósito?

—Una vez más, no estoy seguro.

—Bueno, ¿qué sabes entonces? — Zee espetó silentemente. Odiaba la comunicación silenciosa que tenía que usar debido a su frágil salud. Le gustaría mucho más estar pisando fuerte con su pie y gritando a los cielos en vez de tener que usar la telepatía. Era demasiado agotador para él y no tenía el mismo efecto.

—Es perfectamente compatible, Zee.

Zee suspiró y apoyó la cabeza sobre la almohada al lado de la de Nunew.

—Déjame verlo.

Foei se agachó y tiró de los bordes de la manta hacia atrás para revelar la perfecta cara del hombre dormido. Zee inhaló fuertemente ante la belleza que yacía frente a él. No había esperado que su donante de sangre luciera tan guapo.

—Él es una belleza.

—Nadie debe tocarlo —gruñó Zee, entrecerrando los ojos. Tuvo el súbito deseo de atacar a Foei. Simplemente no tenía la energía—. Voy a desgarrarle la garganta al primer hombre que toque un pelo de su cabeza.

Foei arqueó una ceja a Zee, un gesto que muy pocos hombres lograban hacer frente a él. Eran sólo los años de servicio de Foei y la amistad que tenían los dos hombres lo que le permitía salirse con la suya ileso.

—¿No crees que es mejor que repongas tus fuerzas antes de empezar a hacer amenazas? — Foei preguntó, arqueándole una ceja oscura a Zee—. Dudo que puedas desgarrar la garganta de una mosca en estos momentos.

—Tenemos que iniciar el proceso de inmediato —respondió Zee mientras seguía mirando a Nunew, haciendo caso omiso de la observación de Foei sobre su decreciente salud—. Necesitaré mi fuerza para mantener a los observadores lejos de él.

—La necesitarás. — Foei asintió con la cabeza, una ligera mueca cruzó su rostro—. Una vez que se enteren de que Chawarin es compatible, no dudarán en alejarlo de ti.

—Quiero que dupliques los centinelas —gruñó Zee. Tenía una necesidad desconocida de mantener a salvo a Nunew, algo a lo que no estaba acostumbrado—. Te estoy nombrando su Sàssari hasta que sea capaz de protegerlo por mi cuenta.

Foei visiblemente tragó saliva.

—¿Sàssari?

Zee comenzó a reírse ante la sorpresa de Foei, pero rápidamente se convirtió en una tos, sacudiendo su cuerpo con la fuerza de ella. Para cuando Zee había terminado de toser, Foei estaba de pie junto a él, con un vaso de agua en una mano y un pañuelo en la otra.

—Te estás poniendo peor, Zee—dijo Foei mientras limpiaba la sangre de la comisura de la boca de Zee—. Debemos comenzar con la sangría tan pronto como sea posible, o puede ser demasiado tarde.

Zee asintió. Sabía que Foei tenía razón. Se estaba poniendo más débil en cada momento. Él ya no podía caminar ni sentarse por sí mismo. Pronto, no sería capaz de levantar las manos o girar la cabeza. Zee estaba más preocupado acerca de ser capaz de usar sus colmillos. Si no tenía la fuerza para beber sangre, moriría.

—¿Qué tan pronto podemos empezar? —le preguntó a Foei —. Estoy cada vez más cansado.

—Puedo sacar un poco de sangre por el momento o darte su muñeca, es tu elección.

—No estoy tan débil que no pueda beber de la fuente —gruñó Zee, curvando hacia atrás la esquina de su labio superior, mostrando las puntas de sus colmillos—. Dame su muñeca.

—¿Estás seguro, Zee? —preguntó Foei —. Él está bastante reticente.

—Firmó un contrato legalmente vinculante, ¿no es así?

—Sí, pero...

—Entonces él está obligado por el contrato que firmó.

—Zee...

—¡Ahora!

Foei suspiró profundamente.

—Como desees, señor.

Zee trató de no parecer demasiado ansioso cuando Foei llevó la muñeca de Chawarin a su boca, pero habría sido un tonto al pretender que no lo estaba. Y Zee Pruk Panich nunca había sido acusado de ser un tonto.

Zee se sorprendió de lo deliciosa que sabía la piel de Nunew mientras acariciaba con su lengua todo el largo de la muñeca del hombre. La mayoría de los humanos tenían un sabor ligeramente amargo en su piel. Zee lo asociaba con beber vinagre. Chawarin sabía a menta fresca en verano.

Ambrosia diferente a todo lo que había probado alguna vez cruzó a través de la lengua de Zee cuando hundió sus colmillos en la carne suave de la muñeca de Nunew. La sangre de Nunew era caliente y suculenta, dulce como el chocolate negro. Zee podía sentir que empezaba a infundir en sus células con cada trago. Sabía que cuanto más tomara, más saludable se volvería hasta que una vez más tuviera su antigua fuerza.

Pero también sabía que si tomaba demasiado, su fuente de sangre moriría por dar demasiada sangre. Zee de mala gana retiró sus colmillos y lamió la herida de la mordedura. Su saliva curaría cualquier herida punzante que él dejara, dejando la piel de Nunew rosa sonrosada en una hora.

—Asegúrate de que obtenga un montón de comida y bebida —susurró Zee en voz alta, su voz sonaba temblorosa y ronca después de tanto tiempo sin uso—. Él necesitará la proteína para reponer su sistema. Dale algún tipo de suplementos vitamínicos también.
—Sí, Zee. — Foei caminó al otro lado de la cama y levantó a Nunew en sus brazos—. Voy a dejarlo dormir hasta que el efecto del sedante pase y luego veré que él coma.

Zee asintió y luego apoyó la cabeza contra las almohadas.

—Asegúrate que consiga cualquier cosa que necesite, Foei. Él debe ser tratado como el tesoro que es.

Se sentía extrañamente despojado cuando Foei llevó a Nunew fuera de la habitación. Quería saborear más de la sangre de Nunew, en parte porque sabía tan condenadamente bien, pero también en parte porque ya podía sentir algo de su fuerza regresando. Después de estar enfermo durante tanto tiempo, la intensidad de la energía corriendo a través de su sistema ante la infusión de sangre nueva, era abrumadora.

Envejecer apestaba.

Nunew pasó la lengua por los labios y trató de tragar. Su boca se sentía como si estuviera llena de bolitas de algodón o arena del desierto. Trató de tragar, pero incluso eso le hizo sentir como si no hubiera bebido nada en días. Se estaba muriendo de sed.

Se echó hacia atrás y gritó cuando sintió que alguien envolvía un brazo alrededor de sus hombros y lo levantaba a una posición medio sentado. Almohadas fueron colocadas detrás de su espalda para ayudarlo a incorporarse, por lo cual Nunew estaba agradecido. Se sentía agotado.

—Ssshhh, estás a salvo, Perdpiriyawong.

—N.....N....Nunew —susurró mientras trataba de abrir los ojos—. M... mi nombre es Nunew.

Los ojos de Nunew finalmente revolotearon abriéndose justo a tiempo cuando un vaso de jugo de naranja fue sostenido contra sus labios. Cogió el vaso y lo inclinó hacia arriba, gimiendo cuando el sabor ácido y dulce se deslizó por su garganta. Nunew decidió que estaba enamorado del jugo de naranja. Era la mejor jodida cosa que había probado nunca.

—Wow. —Una voz junto a él se echó a reír—. Más despacio. Hay un montón de jugo. Si lo bebes demasiado rápido, te vas a enfermar.

Justo cuando bebió lo último del zumo de naranja, Nunew miró al hombre a su lado. Empezó a ahogarse cuando inhaló demasiado rápido, el miedo se clavó a través de él cuando reconoció al hombre que le había inyectado con algún tipo de líquido azul.

Nunew empujó el vaso alejándolo y empezó a retroceder a toda prisa, tratando de poner espacio entre él y el señor Foei. Rápidamente miró alrededor de la habitación para encontrar una salida, sólo para darse cuenta de que no tenía idea de dónde estaba.

Si podía pensar en alguna palabra para describir la habitación en la que estaba sería opulento. Los pisos eran de madera pero cubiertos con alfombras persas. Una gran chimenea de mármol se hallaba en una pared, con una pequeña sala de estar situada directamente frente a ella.

La quijada de Nunew cayó.

—¿Esos son muebles Chippendale reales?

—Sí.

La risita del señor Foei le recordó a Nunew que el hombre estaba en la habitación con él. Nunew se volvió a mirarlo. Empezó a observarlo hasta que consiguió una buena mirada del tapiz en la pared detrás del señor Foei.

—Maldita sea, eso parece un tapiz de la Edad Media —dijo mientras señalaba el intrincado tapiz—. He visto esos en mis libros de historia.

—Lo es. —El Sr. Foei miró el tapiz por encima de su hombro—. Una representación de Carlomagno del siglo IX, creo. Mi empleador lo compró hace muchos años.

Mi empleador. Esas palabras le recordaron a Nunew contrato que había firmado y el sedante que había sido forzado en él. Los ojos de Nunew se estrecharon mientras se volvía para mirar al señor Foei.

—¡Llévame a casa!

El señor Foei suspiró mientras servía otro vaso de jugo de naranja.

—Me temo que eso es imposible, Chawarin.

—¡Nunew! —gruñó. Odiaba ser llamado Chawarin. Sólo sus padres lo llamaban Chawarin. Su hermano Yim nunca lo llamaba Chawarin. Nadie lo hacía.

—Nunew, entonces. —El señor Foei sonrió—. Y tú tienes que llamarme Foei.

—Quiero ir a casa, Foei.

—Una vez más, eso no es posible.

Los ojos de Nunew se estrecharon.

—¿Por qué no puedo irme?

—Has firmado un contrato, Nunew —comenzó el hombre—. Es un contrato legalmente vinculante que será ratificado por cualquier tribunal en la tierra.

—Me importa una mierda. Lo firmé con falsos pretextos. Ningún juez lo hará cumplir.

—Me temo que estás equivocado. Mi empleador es un hombre muy poderoso. Tiene todo un equipo de abogados que garantizan que el contrato se ha realizado de acuerdo a la ley.

Nunew se movió al otro lado de la muy grande cama en la que estaba sentado cuando Foei se volvió hacia él y le tendió el vaso de jugo de naranja. No iba a dejar que el hombre se le acercara de nuevo, sin importar lo mucho que quería otro vaso de jugo.

—Esto es un secuestro. Todos ustedes van a ir la cárcel por esto. —Foei suspiró profundamente otra vez. Nunew estaba empezando a odiar ese sonido—. Quiero ir a casa.

—Nunew, cálmate.

Las cejas de Nunew se alzaron.

—¿Calmarme? ¿Calmarme? ¿Estás jodidamente loco? —Nunew señaló con un dedo acusador al hombre—. Me has secuestrado y me sedaste y luego me dices que me calme. No quiero calmarme, maldita sea. Quiero ir a casa.

—Por ahora, estás en casa.

—El infierno que lo estoy. —Nunew se puso de pie y corrió hacia la primera puerta que pudo alcanzar. Podía oír a Foei corriendo tras él, y su corazón comenzó a golpear más rápido. Tiró de la puerta abriéndola y corrió a través de ella, derrapando hasta detenerse cuando vio a alguien durmiendo en la gran cama que dominaba la sala.

Contrato de Sangre - ZeeNunewDonde viven las historias. Descúbrelo ahora