Día 5: That night

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El amanecer. Uno de los momentos más hermosos del día. Quien no se maraville ante tal espectáculo de luces radiantes y cálidas ha de ser un idiota, sin ofender.

Cuando los rayos del sol se asoman sobre las montañas, entre los edificios, los árboles y a través de las ventanas para posarse sobre sus párpados cerrados, obligándolos a abrirlos, es cuando se dan cuenta que la noche ha llegado a su fin.

Mira la luz que atraviesa la ventana y se toma un momento para ubicarse antes de sentarse en la cama y escanear la habitación. No es la suya, eso es algo definitivo. Le es difícil reconocer dónde se encuentra exactamente, en especial siendo tan temprano en la mañana. Un sonido medio ahogado que llega a sus oídos desde la izquierda llama su atención y lo lleva a girar la cabeza hacia ese lado. Cuando sus ojos se posan en un cuerpo cubierto por las sábanas y las imágenes de la noche anterior golpean su mente en una abaláncha de información inmediatamente se da cuenta de lo que hizo.

- oh, mierda - gime con el rostro enterrado entre sus manos, se frota un poco y luego se tira el cabello hacia atrás en un intento de calmarse a si mismo y no salir corriendo de inmediato - "tenía que ser, bien hecho pedazo de idiota" - se dice a si mismo para sus adentros, hecha una mirada rápida a la persona a su lado y lentamente se retira de la cama

Se viste, recoge sus cosas y abandona la habitación de la manera más silenciosa posible, no sin antes darle una última mirada a quien tan cómodamente dormía en esa cama, una mirada algo triste, arrepentida. Entonces cierra la puerta y se va de allí sin dejar rastro.

[...]

Han pasado ya varios años desde aquella noche, el recuerdo de nuestras pieles juntas quedó grabado en mi mente como una cicatriz hecha con hierro al rojo vivo. El despertar y no verte a mi lado fue un gran pesar, pero saber que te irías lejos y ya no te vería quebró algo en mi interior. Aunque seguimos en contacto no es lo mismo, yo aún te extraño y te quiero a mi lado. Sé que nunca lo dije en alto, más que nada por mi propia cobardía, pero si tuviera la oportunidad de hacértelo saber y que tú me dieras la chance de estar a tu lado créeme que la tomaría.

Es una tarde de invierno que me entero de tu regreso, lo supe por los muchachos, ellos me dijeron que volvías aquí por un asunto que debías resolver. Eso significa que quizá no te quedes mucho tiempo, pero si puedo verte aunque sea sólo un día será suficiente para mí.

Sin perder tiempo te escribí, primero te recriminé el no habérmelo dicho antes y luego te dije de vernos para pasar el rato como en los viejos tiempos. La alegría me inundó cuando dijiste que sí, y aquí me encuentro hoy, esperando por ti.

Aunque hablábamos mucho por mensajes de texto y llamadas hay cosas que es mejor contarlas en persona, por eso cuando empezamos a contar sobre tantas cosas que nos pasaron estos años estando separados, especialmente cuando te escuchaba contar con tanto detalle sobre las misiones y lo medianamente incompetentes que eran tus compañeros no podía evitar desear haber estado allí. 

El día se nos pasó volando, y a pesar de que te negaste terminé acompañándote a tu departamento. 

- gracias, realmente no tenías que hacerlo, ya es bastante tarde y estoy seguro que no vives exactamente cerca de aquí  

- no, pero la mayoría de las noches las paso en mi agencia y no está lejos 

- ¿tienes un apartamento o algo así en la planta superior? - preguntaste, con un ligero tono de burla en tu voz

Bakutoko/Tokobaku WeekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora