Eran las dos en punto de la tarde de un miércoles. Vegas estaba en su despacho, recogiendo los documentos en los que había estado trabajando para preparar su próxima reunión cuando sonó el teléfono.
ㅡ Un señor le llama por teléfono, dice que es el señor Theerapanyakul.
A Vegas le dieron escalofríos. Pete nunca lo llamaba al despacho. ¿Habría ocurrido algún accidente?, se preguntó con alarma. ¿Le habría ocurrido algo a sus hijos?
ㅡ Pásemelo ㅡ le pidió a su secretaria.
Cuando recibió la llamada, había considerado tantas posibilidades que se desconcertó cuando no oyó la voz de Pete sino la de su madre.
Sacudió la cabeza y dijo:
ㅡ Empieza otra vez, mamá. Me temo que no he entendido una sola palabra.
Al cabo de unos minutos, estaba en su coche, pisando el acelerador en dirección a su casa. Su madre le abrió la puerta.
ㅡ Está ahí dentro. ㅡ le dijo Honey con gesto de preocupación y con signos de haber llorado ㅡ Está muy enfadado, Vegas ㅡ añadió susurrando.
Vegas hizo un gesto de dolor al abrir la puerta del salón y ver a Pete sentado en una esquina del sofá. Tenía el rostro enterrado en un cojín y no paraba de sollozar. Se acercó a él con cuidado. Se quitó la corbata antes de intentar tocarlo, le temblaron las manos.
ㅡ Pete ㅡsusurró agachándose y apoyando la mano en su hombro.
ㅡVete ㅡdijo el menor sin dejar de sollozar.
Vegas frunció el ceño, desconcertado y temeroso.
Nunca lo había visto así, tan destrozado que ni siquiera podía decirle lo que le ocurría. Permaneció allí, acariciándole los hombros con ternura mientras se preguntaba qué podía haberlo llevado a aquel estado. Pensó en Mile Phakpum y se le hizo un nudo en el estómago. Si aquel canalla le había hecho daño a Pete cuando se estaba recuperando del daño que él mismo le había ocasionado...
ㅡ Pete... ㅡdijo aproximándose y acariciándole el pelo. Se sorprendió al comprobar que estaba húmedo. ¿Cuánto tiempo llevaba así? ㅡPor Dios Santo. Háblame, dime qué ocurre.
Pete sacudió la cabeza. Vegas tragó saliva sin saber qué hacer. Luego, con resolución, se levantó para estrecharlo entre sus brazos y volvió a sentarse con el menor hecho un ovillo sobre su regazo, con cojín y todo.
Al menos, no trataba de separarse de él, observo Vegas que permanecía impotente escuchando los sollozos de Pete.
ㅡTú tienes la culpa ㅡdijo el Doncel por fin.
Vegas suspiró, recordando los últimos días, tratando de averiguar si había hecho algo que pudiera causarle a Pete tanto dolor. En realidad, había sido muy cuidadoso. Ni siquiera había dicho una palabra sobre su maldita clase de dibujo. Tampoco habían hecho el amor.
ㅡ Se suponía que eras tú el que iba a tener cuidado ㅡ añadió Pete con aquella voz rota que le partía el corazón.
Acarició su pelo con la mejilla. ㅡ ¿Tener cuidado de qué? ㅡle preguntó.
Pete sollozó todavía más, amenazando con ahogarse si no se calmaba. Vegas lo agarró por los hombros y lo sentó tirando el cojín lejos de allí.
ㅡ Cálmate ㅡ le dijo con firmeza, muy preocupado por su estado.
Pero, gracias a aquella firmeza, Pete trató de tranquilizarse y quiso contener las lágrimas. Vegas tomó un pañuelo de su bolsillo y apartó las manos de Pete de su rostro y le secó las mejillas. Estaba tan caliente que le quitó el jersey de lana que llevaba. Pete se estremeció al quedarse sólo con la camisa y sentir algo de frío.
ㅡ Ahora ㅡdijo Vegas ㅡ cuéntame qué ocurre. Has dicho que era algo que yo he hecho.
Pete lo miró. Tenía los ojos bañados en lágrimas e hizo un puchero con la boca. A Vegas casi le dieron ganas de sonreír, porque Pete era la viva imagen de su pequeña Lamai. Pero era Pete, no su pequeña hija y Pete era fuerte, a pesar del aire de fragilidad que lo rodeaba.
ㅡNo llores ㅡmurmuró, al ver que Pete volvía a llorar ㅡ Pete, por el amor de Dios tienes que decirme qué te pasa para que pueda ayudarte.
ㅡ ¡No puedes ayudarme! ¡Nadie puede ayudarme! ¡Estoy embarazado, Vegas! ¡Embarazado! ㅡdijo Pete sin dejar de sollozar y luego tragó saliva ㅡ¡Dijiste que ibas a tener cuidado!
Fue el mayor el que debió tener cuidado cuando quedó embarazado de los mellizos, a partir de ese momento fue el Doncel quien se ocupó de todo. Hasta que la píldora le produjo una reacción, así que Vegas volvió a ocuparse de todo y entonces, nació Venice.
ㅡ ¡Eres un inútil! ¡Puede que sepas dirigir un millón de empresas, pero en todo lo demás eres un inútil! ¡Sólo tengo veinticuatro años, por el amor de Dios! ㅡdijo balbuceando ㅡ A este paso me vas a enterrar antes de llegar a los treinta.
Vegas no pudo evitar una sonrisa, pero apretó la cabeza de Pete contra su pecho para que no pudiera verlo.
ㅡ Shhh... ㅡdijo ㅡTodavía estoy intentando asumirlo. ㅡ pero Pete estaba enfadado y se irguió, para decirle todo lo que llevaba atormentándolo durante tanto tiempo.
ㅡ ¡Me he convertido en una fábrica de niños! ㅡ gruño ㅡ Ahora me explico por qué me tienes aquí encerrado. Tus amigos, esos grandes hombres, se quedarían boquiabiertos cuando descubrieran que también has montado una fábrica en casa. Apuesto a que... si consultamos a un sindicato, te denunciaría por abuso de contrato.
ㅡ ¡Cállate, Pete! ㅡ dijo Vegas, que ya no pudo contener la risa por más tiempo ㅡ No puedo pensar si me lanzas todas esas acusaciones!
ㅡ¡Piensa sólo en que estoy embarazado y no quiero estarlo!
"¡Piensa en eso todo lo que quieras!", se dijo Pete con amargura.
ㅡ ¿De cuánto? ㅡ le preguntó Vegas, después de una larga pausa. Tenía un nudo en la garganta y estaba pálido.
ㅡ De tres meses ㅡ le respondió él, sintiéndose estúpido.
ㅡ Tres meses ㅡ repitió Vegas, relajándose ㅡ ¡Dios Santo! ㅡexclamó tan sorprendido como Pete aquella mañana cuando había visto al médico ㅡ Eso significa...
ㅡ Sí.
Significaba que debió ser la primera vez que dejó que se acercara al doncel, después de enterarse de lo de Tawan.
ㅡDios mio, ahora me acuerdo de que no se me ocurrió pensar en... ㅡse hizo el silencio, mientras los dos reflexionaban.
Pete seguía sentado sobre las rodillas de Vegas que le acariciaba el pelo distraídamente. De repente, se acordó de aquella vez en que él le acarició el pelo de aquella manera, mientras trataba, también de asumir una noticia semejante.
No estaba furioso en aquella ocasión y no lo estaba ahora.
ㅡBueno, pues que así sea. ㅡdijo Vegas por fin y le dio a Pete un beso en la boca ㅡAhora sí que tendremos que comprar una casa más grande.
Con su primer embarazo había ocurrido lo mismo. Vegas había hecho un comentario semejante para aceptar la situación... "Tendremos que casarnos", había dicho.
Pete no volvió a sus clases de dibujo. Fue una decisión enteramente suya. Había recuperado el amor por el dibujo, pero el sentido común le decía que no debía volver a las clases si Mile estaba allí. Pero no dejó de dibujar, y sus caricaturas de los niños se podían encontrar por toda la casa.
Sin que mediara ningún acuerdo entre ellos, Vegas empezó a invitarlo a salir todos los miércoles, como si quisiera compensarlo por todo lo que había perdido...
También salían a buscar casa. Les llevó mucho tiempo encontrar una que les convenciera a todos.
ㅡ¡Así nunca vamos a encontrar casa! ㅡle dijo secamente Vegas después de pasar un fin de semana examinando todas las propiedades en venta de los alrededores y comprobar que nunca coincidían en la elección.
ㅡ¿Para qué quieres una casa tan grande? ㅡse quejó una vez después de ver una mansión demasiado grande como para que se pudiera vivir cómodamente en ella ㅡPuede que necesitemos una casa más grande que ésta, pero no tanto. No será para que tengamos habitaciones libres para tus amigos, ¿no?
ㅡLa verdad es que aquí no podemos invitar a nadie. ㅡreplicó Vegas, desafiante ㅡY creo, Pete, que, después de todo lo que he trabajado para que podamos comprar casi lo que queramos, deberías darme el placer de comprar algo especial.
Al cabo de algún tiempo, encontraron algo que les gustaba a los dos. Una vieja casa solariega de ladrillo rojo con grandes ventanales y techos altos. Estaba en una pequeña finca delimitada por un alto muro de ladrillo y árboles, para resguardar la intimidad del lugar. El lugar tenía el prestigio que Vegas buscaba y era lo bastante acogedor para convertirse en el hogar que quería construir Pete. A los mellizos les gustaba porque tenía piscina cubierta y establos. Además, tenía una pequeña casa para huéspedes ideal para la madre de Vegas, que se enamoró del lugar en cuanto lo vio.
En las habitaciones del piso de abajo, vivía una pareja mayor que llevaba cuidando de la propiedad más de diez años y que estaban muy preocupados por su futuro después de que la casa se vendiera. El buen corazón de Pete le impidió despedirlos, y Vegas se alegró porque así tendrían una ayudante permanente, que liberaría a Pete de muchos trabajos y un jardinero y chofer para llevar y traer a los niños de la escuela.
Pete se sumergió en la deliciosa tarea de redecorar su nuevo hogar y descubrió, para su sorpresa, que tenía un gran gusto para hacerlo.
Llevaba el embarazo mejor que el de Venice con apenas cuatro meses, mientras el invierno dejaba paso a la primavera, la casa empezaba a estar lo bastante bien acondicionada como para que consideraran la idea de mudarse.
Vegas estaba metido hasta el cuello en otro negocio, la compra de una pequeña empresa de construcción de Brighton que había trabajado para él en el pasado y que atravesaba dificultades financieras, así que pasaba más tiempo en el sur del país que en Bangkok, mientras Pete trataba de concluir los preparativos de la mudanza antes de que su embarazo se lo impidiera.
Tawan se había disuelto de sus pensamientos a medida que habían ido pasando los meses y no había vuelto a atormentarlo mientras hacían el amor, aunque Pete seguía necesitando hacer el amor a oscuras. Pero, al menos, había logrado superar una infidelidad que había estado a punto de echar a perder su matrimonio.
La crisis de los siete años, se decía íntimamente. Si no ocurría nada semejante sino al cabo de otros siete años, podría soportarlo. Porque se había dado cuenta de que nunca dejaría a Vegas. Sus vidas estaban demasiado unidas por el amor que sentían por los hijos que ya tenían y por el que nacería. ¿Lo amaría a él?, se preguntó. Desechó aquella idea como un sueño que pertenecía a los sueños del niño que había sido. Pero se había convertido en un Doncel maduro, que había aprendido a dominar sus emociones para salvaguardar su matrimonio.
Una tarde que estaba en su dormitorio, Vegas llegó inesperadamente desde Florida. Pete estaba sentado en el suelo separando ropa que quería conservar de otra de la que quería tirar.
Vegas tenía aspecto de estar muy cansado. Por su mirada, Pete se dio cuenta de que le molestaba que estuviera haciendo aquello.
ㅡ ¿Por qué no contratas a una sirvienta? ㅡ dijo Vegas con impaciencia, quitándose la chaqueta y la corbata y dirigiéndose al baño con cuidado de no pisar la ropa.
ㅡ ¡No quiero que ninguna extraña husmee en nuestros objetos personales! ㅡexclamó Pete ㅡ Y además, ¿cómo iban a saber qué tenían que tirar y qué no? ¡Tengo que hacerlo yo!
Vegas no se molestó en contestar, pero dio un portazo al cerrar la puerta del baño. Al cabo de un instante, Pete se levantó y tomó su block de dibujo. Cuando Vegas salió del baño, recién duchado y con una toalla alrededor de la cintura, estaba echado en la cama y dibujando afanosamente.
ㅡ ¿Qué haces? ㅡdijo Vegas, acostándose a su lado.
ㅡ¡Serás tonto! ㅡexclamó al ver el dibujo y soltó una carcajada.
Se reconoció a sí mismo como el diablo con cuernos y una horca que estaba tomando una ducha. Pero, en lugar de agua, de la ducha caían llamas.
ㅡ¡Pequeño tonto! ㅡdijo quitándole el Block.
Pete fue a agarrarlo, pero Vegas se tumbó de espaldas y lo agarró por su hinchado vientre mientras con la otra mano echaba un vistazo a las demás páginas del Block.
Pete se quedó muy quieto. Le palpitaba el corazón mientras observaba la reacción de Vegas al ver sus dibujos. Aquel no era el bloc donde tenía las caricaturas, la que le acababa de hacer era la única de todo el cuaderno. No, aquel era su trabajo más serio, y nadie lo había visto hasta aquel momento.
Había un retrato de James, con el ceño fruncido y una mirada solemne. Era igual que Vegas, tanto, que a Pete le dio un vuelco el corazón al comparar el retrato con él.
Otro dibujo era de Lamai que parecía satisfecha de sí misma. Su pelo castaño oscuro era como un halo alrededor de su cara. Tenía una mirada traviesa la misma con que había recibido la noticia de que su padre iba a comprarle un pony y sus rasgos expresaban que era independiente y extrovertida. Se parecía a Pete, pero no era Pete. En aquel aspecto, se parecía más a su padre.
Había más retratos de Venice, porque Pete pasaba más tiempo con él. En uno estaba durmiendo, boca abajo, con el trasero alzado y abrazado a su osito. Había otro dibujo en el que estaba riendo, y sus pequeños dientes asomaban en un rostro lleno de luz. En otro estaba muy serio, concentrado en dar sus primeros pasos.
ㅡSon buenos ㅡdijo Vegas. Pete suspiró.
ㅡGracias. ㅡdijo e hizo ademán de tomar el Block antes de que Vegas volviera la hoja ㅡDisfruto al hacerlos.
Vegas no le devolvió el block. Al volver la siguiente página, se quedó muy quieto.
Esperaba ver algún dibujo de él mismo, pensó Pete más tarde. Era la conclusión lógica después de ver dibujos de todos los miembros de la familia. Pero no había ningún retrato suyo.
Era un autorretrato. El retrato de un chico joven, con el pelo corto y el rostro terso. Un chico que había cambiado poco a lo largo de los años. Su boca era pequeña y suave y tenía la nariz delicadamente recta. Pero sus ojos, los miraban con una tristeza que conmovía el alma. Para el Doncel, fue como mirar a un extraño. Había odiado aquel retrato nada más terminarlo. Por eso lo había tachado con dos rayas de esquina a esquina de la página.
ㅡ ¿Por qué lo has tachado? ㅡ preguntó Vegas con seriedad, siguiendo una de las rayas con un dedo y deteniéndose en la boca.
Pete se apartó un poco de él.
ㅡNo soy yo, no me gusta.
Vegas no hizo ningún comentario, pero se quedó mirando el dibujo durante largo tiempo. Pete se levantó de la cama y trató de concentrarse en la ropa que tenía extendida sobre el suelo de la habitación.
ㅡDe mí no has hecho ningún dibujo ㅡdijo Vegas, cuando acabó de examinar el cuaderno. Pete le dirigió una sonrisa forzada.
ㅡ ¿Cómo qué no? ㅡdijo ㅡ¿Y ese diablo? Así es como yo te veo.
No podía explicar por qué no había intentado dibujarlo. Sabía las razones, pero no habría sabido decirlas con palabras. Vegas era distinto. Era y no era de la familia. Los demás rostros del block eran parte de él. Vegas lo había sido, su parte más importante, pero ya no lo era. Se había alejado, se había convertido en una imagen borrosa.
No lo quería tanto como a sus hijos. Él era el eslabón roto de la cadena.
Se estiró para agarrar el cuaderno. Vegas se lo dio, observando en silencio cómo lo guardaba en el último cajón del armario y cerrando la puerta antes de mirarlo a él de nuevo.
Él seguía tumbado en la cama, cubierto sólo por la toalla.
ㅡ ¿Dónde está Venice? ㅡ preguntó suavemente.
ㅡ En casa de tu madre.
Cruzaron una mirada y el tiempo se detuvo. La mirada de Vegas no dejaba lugar a dudas, lo deseaba. El doncel estaba a un metro de él, nervioso, inseguro. Se sonrojó sintiendo que el deseo también se apoderaba de él.
La pálida luz del sol entraba por la ventana, y se dio cuenta, con un pequeño sobresalto, que hacía muchos meses que no miraba a Vegas tan abiertamente. La necesidad de hacer el amor a oscuras le había privado de aquel placer. Y también del placer el ver arder el deseo en los ojos de Vegas.
Vegas estiró el brazo, invitándolo a acostarse a su lado. Pete le dio la mano en silencio, llevado por una fuerza contra la que era imposible luchar. Vegas entrelazó los dedos con el doncel, con cuidado de no romper el hipnótico contacto de sus miradas. Se sentó muy despacio y separó las piernas para que Pete se deslizara entre ellas. Pete sólo llevaba un camisón muy ancho. Vegas lo agarró por la cintura y le acarició la cadera y las piernas hasta alcanzar el borde del camisón.
Pete contuvo la respiración y dio un respingo.
Vegas se detuvo y lo miró para comprobar el significado de aquel gesto. Pete dejó escapar el aire de sus pulmones lentamente y cerró los párpados inclinándose para besar a Vegas en la boca.
Pete se echó hacia atrás y el doncel se echó con él.
Sin dejar de besarlo, Vegas le quitó el camisón. Al instante, se perdieron el uno en el otro, hambrientos, ansiosos, llenos de deseo, sumergiéndose en una cascada de sensualidad y de caricias, sin dejar nunca de besarse.
Pete estaba preparado para recibirlo y sus sentidos se ahogaron en un dulce pozo de deseo. Vegas se colocó encima de él y Pete lo agarró por la cadera para que lo penetrara.
Entonces, ocurrió. Amándolo con cada poro de su piel, con cada uno de sus sentidos, abrió los ojos muy despacio y miró el hermoso rostro de Vegas, su pelo alborotado, bañado por la tenue luz del sol y vio la ferocidad de su pasión en el brillo fulminante de sus ojos. Entonces, el fantasma de su infierno volvió para atemorizarlo y cerró los ojos, gimoteando con frustración y poniéndose completamente rígido.
ㅡ ¡No! ㅡ exclamó Vegas con violencia, porque se daba cuenta de lo que le estaba ocurriendo a Pete ㅡ ¡No, maldita sea, Pete, no!
Pete luchó con todas sus fuerzas, apretándose a él, sin dejar de jadear.
ㅡ ¡Mírame! ㅡle exigió Vegas ㅡ ¡Por lo que más quieras, mírame!
Pete abrió los ojos. Vegas tenía los parpados entrecerrados y con una evidente expresión de deseo. Tal vez Vegas no lo amara, pero lo deseaba apasionadamente a pesar de que llevaban siete años casados, a pesar de que su embarazo era evidente, a pesar de todo lo que había ocurrido entre ellos los últimos meses. Vegas todavía lo deseaba con una gran intensidad y tal vez eso era suficiente.
ㅡ ¡No, esta vez no me puedes dejar así, Pete!
Tomó el rostro de Pete entre sus manos y le apretó el rostro hasta conseguir que abriera los ojos.
ㅡMe deseas, ㅡdijo con violencia ㅡpero no me tendrás a no ser que abras los ojos y aceptes a quien deseas. ¡A mí! ㅡexclamó ㅡ¡A mí, Pete! ¡A mí, el hombre que yo era antes de hacerte daño y el hombre que soy ahora!
ㅡ ¿Y si no puedo? ㅡsusurró Pete, desconsoladamente ㅡ ¿Y si no puedo superar lo que nos hiciste?
ㅡ Entonces, nunca me tendrás otra vez. ㅡrespondió Vegas con pesar ㅡ Porque sé que no puedo seguir haciendo el amor con un doncel que tiene que cerrar los ojos para hacer el amor conmigo.
Lo apartó de su lado, mientras Pete trataba de asumir sus palabras. Vegas le había dado un ultimátum, se dijo mientras le observaba dirigirse al baño. Le había dicho que ya había pagado su infidelidad. Le había dicho, en definitiva, que tenía que volver a confiar en él o tendría que olvidarse de sus relaciones sexuales.
No podía creerlo, no podía creer cómo se las había arreglado Vegas para darle la vuelta a las cosas. Parecía ser el doncel quien tenía que hacer concesiones si quería que tuvieran una relación normal en el futuro.
El resentimiento se apoderó del doncel, aunque se preguntó si Vegas no tenía razón y el doncel tendría que aceptarlo tal como era, con sus culpas, si quería salvar su matrimonio. Pero aquello sólo añadió confusión a sus pensamientos.
Seguía buscando una respuesta cuando sucedió algo que hizo que olvidara todos sus problemas.
Los mellizos habían desaparecido.
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Un Marido Infiel - VegasPete
FanficPete y Vegas tenían tres hijos y formaban un sólido matrimonio, o al menos eso era lo que Pete pensaba, pero su feliz existencia se hizo añicos cuando supo que Vegas tenía una aventura, entonces se dio cuenta de que, a lo largo de los años, sus vida...