Transmigración de almas | Luckity

O1.

  La transmigración de almas, es el viaje del espíritu a través de varias formas de vida, tiempo y universo a otro estado físico o metafísico. Suele depender del karma, aquella creencia en donde las acciones de tu vida actual, determinará la naturaleza de tu próxima existencia.

También se le podría dar la denominación cómo una reencarnación, aquello que se conoce como el paso del alma de un cuerpo a otro, pero aquí, no hablaremos de una reencarnación.

El castaño era un gran fanático de aquellos libros que tienen de trama conceptos complejos, cuesta entenderlos un poco, pero una vez que lograba entenderlos, era como aprender todo un nuevo mundo. Algo que hacía explotar tu cabeza y Luzu amaba esa sensación, pero nunca pensó que algún día, llegaría a protagonizar una historia parecida a la de esos libros que tanto le fascinan.

No lograba entender que sucedía, se sentía desorbitado y cansado, muy cansado. Su cuerpo daba espasmos para después dar paso a pequeños escalofríos, que erizaban toda su piel. Lo hacían sentirse enfermo.

Quería regresar a casa, había sido un día muy agitado en su trabajo. Nunca había visto la consulta tan llena, casi siempre al día iban máximo cinco pacientes, pero hoy parecían haber ido el triple. Lo único que podía mejorar su día era una buena taza de café, una suave manta y a su prometido a su lado, quién le contaría cómo estuvo su día y lo nervioso que estaría por el día de mañana.

Mañana... Un día especial para ambos, un día en el que darían el siguiente paso en su relación, un día por el que pelearon, un día que desearon, un día que se les fue arrebatado por un negligente que se saltó el semáforo en rojo.

—¡Una ambulancia!

Logró escuchar de lejos, o bueno, lo que su audición le estaba permitiendo. No entendía, es como si sus oídos estuvieran tapados con agua que no lograba sacar. Quería moverse, caminar hasta su hogar, acurrucarse en los brazos de su amado, y sentir ese calor que tanto le gustaba, pero su cuerpo no respondía a sus peticiones.

Se encontraba cansado, tan cansado, que no le importaría dormir un rato en el lugar que estaba, pero el griterío de la gente no lo dejaba. La cabeza le bombeaba por el bullicio que lo rodeaba, como si no quisieran dejarlo descansar. Eso le molestaba.

Había tenido un día cansador ¿no se merecía tener aunque sea una siesta de cinco minutos? Que egoísta estaba siendo la vida en esos momentos.

—¡Muevanse, muevanse! —un pelinegro gritaba a la vez que se hacía paso entre la multitud— ¡Luzu! Mierda... ¡Muevanse hijos de su puta madre, si no van a ayudar váyanse!

Se le notaba el enojo, y cómo no estarlo. Debido a la multitud rodeando la escena del accidente, Quackity no podía llegar a dónde estaba su amado a socorrerlo, y el no lograrlo hacía que la ansiedad se aferrara a su espalda como un gato evitando caer. Mientras más le impedían el paso, menos podía llegar al castaño.

Había visto el accidente con sus propios ojos, estaba de regreso después de su última clase. Se encontraba cansado, solamente quería llegar a su hogar y esconderse en los brazos del mayor para recargar energía, pero nunca se imaginó ver cómo su amado era golpeado por un auto. Su shock fue tan grande, que cuándo logró reaccionar, la gente ya estaba amontonada por todo el lugar.

—¡Luzu! —su pecho dolía a cada paso del tiempo, ver el cuerpo del castaño acostado en el asfalto sin tener la ayuda de alguien, hacía que el dolor aumentara con rapidez— ¡Por favor, déjenme pasar!

Escuchaba las quejas de la gente al ser empujada de manera brusca, pero no le importaba. Nadie los obligaba a estar ahí, solo estaban para saciar su curiosidad morbosa y nada más. Todo lo contrario a Quackity, quién tenía a su prometido arriba de un gran charco de sangre.