O3.

460 95 16
                                    

  Cuando Luzu volvió a despertar, esta vez no solo había una niña a su lado, si no que un niño la acompañaba y al igual que ella, también lo llamaba papá. Se preguntaba cuándo iban a detener tal broma, ya no le estaba gustando lo que sucedía. Quería volver a su hogar, quería ver a Quackity y que todo esto se vuelva un molesto recuerdo, o divertido, recuerdo.

—¿Podrían llamar a Vegetta? —se atrevió a abrir la boca tras después de un buen rato, ambos jóvenes se miraron. El tono apático en su voz, los hizo sentirse extraños, nunca habían escuchado a su padre hablar de esa forma.

—C-claro —Tierra se levantó con cuidado y como si estuviera dudando en salir de la habitación, observó a su hermano quién solo asintió dándole la confianza de ir a buscar al mago.

Fuego empezaba sentirse un poco incómodo, estaba solo con su padre, quién parecía no querer hablar con él y solo mantenía su vista fija en las sabanas que lo cubrían. Se veía... cansado y ¿triste? Mantenía una expresión bastante monótona. Una que no estaba acostumbrado a ver.

El tiempo parecía avanzar bastante lento, en esos momentos.

—Pensé que te verías mejor tras dormir, pero te ves horrible —la voz de Vegetta hizo presencia en la habitación, logrando que el castaño al fin levantara la cabeza— ¿Cómo te sientes?

—Quiero ver a Quackity...

Un suspiro salió del de ojos violeta, ¿por qué tanta insistencia en ver al pato? Entendía que quería hablar con el chico después de lo sucedido, pero no entendía su obstinación. Luzu más que nadie debería de saber que Quackity, no querría verlo por un tiempo si no es que fuera por siempre.

—Ya te he dicho, no creo que él quiera verte.

—¿Por qué?

—¡Bueno muchacho! ¿Es que acaso has olvidado todo lo de las elecciones?

"¿Elecciones?" La confusión lo tomó de la mano ¿a qué elecciones se refería?

El pelinegro solo observaba la expresión turbada del mayor, no comprendía su extraño comportamiento y todo eso se debía a aquella fiebre. No, incluso diría que desde mucho antes de que colapsara. Lo había escuchado balbucear frases incomprendidas, y veía como su vista se perdía en la nada misma.

—¿Me dejarían a solas con su padre? —Vegetta le preguntó a los niños quienes solo asintieron sin ninguna queja, para después salir de la habitación— Por amor a los dioses, Luzu. ¿Podrías explicarme qué rayos te pasa?

—¡A mí no me sucede nada, son ustedes los que están actuando de manera extraña! —el de ojos rubí respondió con mosqueo— Despierto de no se cuantas horas de sueño, y lo primero que veo es a una niña que no conozco, refiriéndose a mí como papá, lo cual no es verdad. Después, apareces tú, con ese traje muy pintoresco junto a un mendigo con modales. ¿Y el que actúa de manera extraña soy yo?

El mago guardó silencio tras las palabras del castaño dejando que su molestia fuera más notoria. Sapo Peta parecía querer tenerle paciencia a Luzu, pero él no era el druida y que todo se resolverá con amor y paz.

—Mira, Luzu. No se que es lo que te pasa, pero no estoy para tratar con tus bromas —sentía que en cualquier momento su vena podría explotar, podía aguantarlo que se quedara un tiempo en su hogar, pero esa conducta es algo que no podía tolerar—. Creo, que lo mejor sería que volvieras a tu hogar y termines de recuperarte ahí. Les avisaré a tus hijos, para que...

—Yo no tengo hijos.

Vegetta guardó silenció tras la interrupción del mayor, quería golpearlo tras oír esas palabras, pero se aguantó las ganas al recordar que apenas estaba saliendo de una gran fiebre.

Transmigración de almas | LuckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora