Chaeyoung, no me gustan tus piernas

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El verano llegó finalmente, lo que significa tardes calurosas, helados derretidos en los dedos y zambullirse en una alberca cuando el calor sea demasiado. Chaeyoung ama el verano, es decir no es fan del calor, pero ama los cielos celestes, poder comer helado e ir en bicicleta al río más cercano de la ciudad.

Sus veranos siempre se resumieron en ella sola y nadie más. Sus padres en verano aprovechaban para desaparecer por semanas, dejando a su hija sola, pero esos días donde sus progenitores no hacían acto de presencia eran los más felices para Chaeyoung. Pasaba su tiempo sola, por las tardes paseaba en su bicicleta por todo el pueblo y al sentir el viento en su cara llegaba a pensar que era una mariposa.

Quizá si fuera una mariposa hacía ya mucho tiempo hubiese volado lejos de ahí. Pero lastimosamente no lo era.

Nayeon y Jeongyeon no pasaban mucho tiempo con ella, ya que en los días de calor las fiestas en la piscina y salidas con amigos aumentaban. Ellas dos tenían otros amigos, más importantes, aparte de Chaeyoung y la menor las entendía. Cuando la pareja se iba por semanas a California o a algún campamento con muchachos de su edad jamás invitaban a Chaeyoung.

Chaeyoung que era una chica diferente a ellas, cuando ellas disfrutaban drogarse en el bosque toda la noche Chaeyoung prefería volver a ver Orgullo y prejuicio, soñando que el Sr. Darcy se casaba con ella. Jeongyeon y Nayeon buscaban descontrol y la paz que la rubia les brindaba no les servía para nada y por eso mismo hacían la vista ciega a su amiga durante todo el verano. Y eso pasaba cada año.

Así que para Chaeyoung no era una sorpresa estar totalmente sola durante toda la semana, sus padres se habían ido, Mina no le había hablado y Nayeon junto a Jeongyeon se encontraban en California celebrando un concierto de rock. La coreana trataba de no desanimarse respecto a eso.

No tenía por qué desanimarse.

Ella estaba bien estando sola, llenando su cuarto de dibujos tontos, leyendo nuevos libros en la biblioteca, tomando el té con su colección de peluches -nadie tenía que saber esto-, escribiendo cartas de amor para Mina y haciendo ejercicio todas las tardes para bajar de peso. La soledad no era nada para ella.

Absolutamente nada.

Ella estaba más que bien, absolutamente perfecta.

Si.


[...]


El teléfono de Chaeyoung sonó cuando se había terminado de lavar los dientes luego de vomitar, le ardía la garganta y quería echarse a la cama y llorar durante horas, largas horas. Pero el sonido de su teléfono la despertó de su estupor obligándose a sí misma a contestar.

Vio el identificador de llamadas "Minari <3", sonrió enormemente y atendió con rapidez.

— ¡Hola amor! — murmuró Chaeyoung con alegría en su voz.

— Hola Chae, ¿cómo estás? — la voz ronca y lenta de Mina se dejó escuchar a través del altavoz.

— Oh, muy bien, descansado de la escuela y escribiendo un poco ¿y tú? Hace días no sabía nada de ti, no me contestas los mensajes... — la menor bajó la voz a lo último, sintiéndose decaída.

— ¿Me vas a reprochar o algo? También tengo una jodida vida.

— ¡No, no, no! Perdón si sonó así, solo estaba triste porque no pude hablar contigo estos días, pero tranquila que no te reprocho nada mi amor — Chaeyoung le hablo con voz apresurada y arrepentida.

— Está bien... — se oyó el suspiro de la pelinegra en la llamada —. Te hablaba para decirte que hoy a las dos voy a organizar una pequeña fiesta en la piscina, ya sabes, barbacoa y alcohol. Con amigos y eso.

Chaeyoung, no me gusta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora