Cap. IV "El amor de mi alma".

649 65 2
                                    

"Yo me enamoré de sus demonios, ella de mi oscuridad. Éramos el infierno perfecto.
-Mario Benedetti-

Los tenues rayos de sol que se asomaban por la ventana me daban de lleno en la cara. Sintiéndome incómoda abrí los ojos lentamente, intentando acostumbrarme a la luz.

Volteé mi cara hacia el otro lado de la cama, deseando ver el hermoso cuerpo de Freen... pero ahí no había nadie... otra vez no había nadie.

Un ardor atacó mi garganta, y las ganas de llorar me invadieron cual ola, arrastrándome rápidamente a la profundidad, a pesar de mis esfuerzos por nadar. Deseando que mi vista me estuviera jugando una mala pasada, estiré mi brazo y toqué cada rincón de la cama, esperando sentirla... pero una vez más, me encontraba sola.

"Me dejaste otra vez" pensaba, mientras cada uno de los sentimientos se encontraban en guerra por tomar mi control. Dejando caer una gota de sal por mi mejilla, dejé que la realidad me golpeara. Nunca debí confiar... debí saber que su promesa era falsa... ella siempre se va. ¿Qué me hizo pensar que ahora sería diferente?

Atormentada por mis pensamientos y el ardor en mi pecho, intenté odiarla... pero no pude. No pude hacerlo. No pude odiarla, porque a pesar de que ella me lastimaba... podía sentir cuánto me amaba... quería creer que me amaba.

Interrumpiendo mi pesar, una cálida voz me hizo vibrar. Mi corazón se regocijó y todo malestar desapareció. Levanté mi cabeza e instantáneamente una sonrisa tonta se abrió paso en mis labios.

—Buenos días, amor— dijo mientras se acercaba , dejando una bandeja con comida en la mesita que estaba al lado de la cama. Sintiéndome invadida por el alivio, prácticamente brinqué del borde de la cama hasta sus brazos. Me aferré con fuerza a ella, queriendo asegurarme de que estaba ahí. Era ella. Esta vez cumplió lo que dijo... se quedó. Mi abrazo se hacía cada vez más fuerte, llevé mi boca a su mejilla y di repetidos besos en ella, recibiendo como recompensa la melodiosa carcajada de mi novia.

—Me asustaste— enterré mi cabeza en su cuello y aspiré su olor.
—Pensé que me habías dejado— le confesé sin poder evitar que mi voz se partiera en el proceso.

—Oh, cariño— me miró, regalándome su sonrisa tranquilizadora... aquella que amaba tanto. —Te lo prometí y aquí me tienes, Becca. Estoy aquí— la necesidad de no despegarme de sus brazos se intensificaba, como si tan solo por el hecho de soltarla ella fuera a desaparecer...

Después de no querer soltarla por unos minutos más, finalmente, y a mi pesar, lo hice. Bajo su atenta mirada comí el desayuno que me preparó mientras hablábamos sobre cualquier cosa. Nunca me había sentido tan en paz como en ese momento... con ella.

—¿Puedes bañarte conmigo? No quiero estar sola—solté de repente. La suavidad en la mirada de la castaña me envolvió, causando mi repentina timidez e incapacidad de mantenerle la mirada. Volteando mi cara en un intento de ocultar mi sonrojo, su mano tomó mi barbilla y me hizo mirarla nuevamente.

—Vamos— después de juntar por un segundo nuestros labios, jaló mi mano y nos llevó a la bañera.

En el primer momento en que puse un pie dentro del cuarto de baño, fue como si mi corazón hubiera sido despojado de mi cuerpo... arrancado de mi piel. Mi vista se perdió en la tina frente a mí... ¿por qué dolía tanto?

Mi mirada se perdió y mi respiración era cada vez más pesada. El desconsuelo y la tristeza me cayeron como un balde de agua fría... ¿por qué este lugar dolía tanto? Sabía que había algo, pero, por alguna razón, no podía recordar... o tal vez no quería recordar.

Impidiendo que mi vista siguiera posada en aquella bañera, Freen se colocó frente a mí, obligándome a buscar su mirada. Tomó mi cara y con sus pulgares la acarició lentamente.

—No pienses en eso, Becca— ¿pensar en qué?— Olvídate de eso y céntrate en mí. Tan solo en mí. En mi presencia. Estoy aquí ahora. No perdamos tiempo — Y es que era ella la única consiente del poco tiempo que nos quedaba.

Entonces lo hice. Ignoré toda sensación y me concentré en su presencia. En sus caricias. Hicimos el amor por segunda vez, dejándonos llevar por los sentimientos, dejando el miedo de lado.

Aquel día yo la amé y ella me amó como nunca antes... un amor puro, sin dolor, sin miedos...sin final. Nos entregamos la una a la otra, sin tapujos, mostrándonos tal cual éramos, sin temor a la gran ola de emociones que se avecinaba a por nosotras. Grabé cada toque y sonido en lo más profundo de mi alma, abrazando cada recuerdo como si mi vida dependiera de ello...

Ese día pude amarte por completo, mi amor... lo sentí... dime, ¿tú pudiste sentirlo?... ¿O es acaso que no te amé bien?

Hasta el día de hoy sigo preguntándome si te amé lo suficientemente fuerte como tú me amaste a mí, pues tal vez, si te hubiera amado mejor... aún estarías aquí.

Incluso si mi incapacidad de amarte correctamente fue lo que nos arruinó... Yo puedo asegurarles, a todos ustedes, que Freen Sarocha no es el amor de mi vida...

Es el amor de mi alma...




...pues mi vida es efímera; pero mi alma... mi alma te amará por el resto de la eternidad.



--------------------------------------------

"Eres el amor de mi alma y no de mi vida por qué el alma es eterna y la vida se acaba y lo que yo siento por ti jamás morirá."

Esta frase no podía faltar, fue una de las que me ayudaron a escribir este capítulo; la verdad no tengo idea de quién la escribió, es por eso que no cito al autor.

Devuélveme mi corazón, Freen Sarocha.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora