Devuélveme mi corazón, Freen Sarocha.

Cap. V "Llévame contigo".

"La vida es un relámpago entre dos largas noches"
-Amado Nervo-

Después de pasar un día entero con mi novia, me había quedado dormida en sus brazos, cansada por la lluvia de emociones que había estado bañándome las últimas horas.

Desperté por los débiles sollozos que salían de la boca de mi amada, quien se encontraba parada en el balcón. Preocupada, y afligida por el dolor que su llanto transmitía, corrí hacia ella y le abracé. Freen, al sentirme, inmediatamente limpió sus lágrimas y se volteó para encararme. Sus ojos tristes me miraron con dolor, y su sonrisa llena de nostalgia me pegó fuerte, haciéndome sentir abrumada.

—Despertaste justo a tiempo, amor— a pesar de sus esfuerzos, las traviesas lágrimas seguían resbalando de sus ojos.

—¿A qué te refieres?— le pregunté atemorizada... no me gustaba ese sentimiento... ese presentimiento que me sobresaltaba.

—No importa cuántas veces haya hecho esto... siempre será cada vez más doloroso despedirme de ti.— acarició mi rostro. Su sonrisa me lastimaba, me hería tanto, y sus palabras me confundían cada vez más. —Pero no habrá más despedidas, Becca. No habrá más dolor... hoy será la última vez— ¿La última vez? No, no, no, no, no. Planeaba dejarme... era eso verdad? El dolor que cargaba en mi pecho volvió de golpe, asfixiándome cada vez más. Necesitaba respirar. De un segundo a otro, mis mejillas ya estaban empapadas en lágrimas amargas, las cuales no hacían ni un poco de justicia al pesar que me agobiaba.

—¿Te irás?— me atreví a preguntarle en un hilo de voz. De pronto me sentí furiosa —¡No puedes!.. ¡No puedes irte!— grité mientras quitaba las manos de freen de mi cara —¡Lo prometiste, Freen. Dijiste que te quedarías!

Mi cuerpo temblaba y me era imposible acallar mis fuertes sollozos. Hacía tan solo unas horas me había dicho que me amaba... ¿por qué ahora hacía esto?

—Y lo cumplí. Prometí quedarme hasta mañana, y aquí me tienes.— Auch! Cada palabra que salía de su boca, se clavaba en mi mente y en mi corazón, encarnándose en cada pedazo.

—Tus palabras son cuchillos.

—Lo lamento— sus disculpas me hicieron enfurecer, porque las encontraba falsas.

—¡Por qué haces esto? ¡Por qué me destruyes de esta forma? ¡Acaso lo merezco?— mientras yo descargaba toda mi ira hacia aquella castaña, ella se mantenía imperturbable ante mis alaridos. —¡Dime! ¡Respóndeme!—exigí desesperada.

—Lo siento— dijo una vez más.

—¿Hay alguien más? ¿Es eso?— pregunté, arrepintiéndome casi al instante, pues temía que escuchar su respuesta terminara de romperme.

—Soy solo tuya, Rebecca.

—Entonces quédate. Quédate siempre. Quédate todos los días.— le supliqué, cayendo sobre mis rodillas y abrazando su cuerpo.

—Pero no puedo hacer eso, amor— sintiéndome cansada de todo, me las arreglé para preguntar:

—¿Por qué? Hazme entender... ¿Por qué?— con su cara llena de dolor se agachó conmigo, sentándonos en el frío suelo. Con el dorso de su mano limpió mis lágrimas y por fin dijo:

—Oh, becky... ¿acaso no lo recuerdas, cariño?— y con las siguientes palabras que salieron de su cruel boca, como si fuera posible... me rompí aun más. Mis pedazos se partieron en padazos, y esos pedazos en más pedazos, convirtiéndome en cenizas —No soy real, Becca- lo que parecían ser restos de mi alma, resbalaron de mis manos, negándose a mantenerse conmigo en aquel tormento que me acogía. Incluso la tristeza parecía huir de mi desgraciado ser.