El Potterverso es de Rowling
Fic inspirado en la canción Champagne problems de Katy Perry
Aviso: Este fic contiene una escena de sexo, si no te gusta consumir este tipo de contenido, no lo leas.
Narcissa estaba muy preocupada. Lucius todavía no había regresado de la misión que le había encomendado el Señor Tenebroso. La Marca le había brillado cuando estaban cenando y su esposo tuvo que salir a toda prisa. Siempre le decía que no lo esperara despierto. Pero ella jamás podía dormir. No sin saber si su marido estaba a salvo.
Iba caminando con una bata encima del camisón de un lado a otro de la habitación. No podía pasarle nada malo a su esposo, no antes de darle la noticia de que iban a ser padres. ¿Por qué tuvo que esperar el momento idóneo para darle la noticia? ¡El momento perfecto no existía! Tendría que habérselo dicho antes de que se fuera junto al Lord...
Miró por la ventana. Solo esperaba que Lucius no tuviera que enfrentarse a los aurores o a la Orden del Fénix. Que no lo derrotaran...
Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando las llamas de la chimenea de su habitación se volvieron verdes. Salieron dos mortífagos de ella. Los había visto tantas veces que ya los reconocía incluso con la máscara puesta. Severus entró en la habitación con Lucius apoyado en su hombro. ¡Lucius estaba herido!
Severus dejó a su amigo tumbado en la cama, se quitó la máscara y se dirigió a la señora de la casa.
― Iré a por el botiquín de pociones.
Dicho esto abandonó la habitación.
En circunstancias normales, se habría enfadado porque su joven amigo, al que consideraba un hermano menor, deambulara por la mansión con la ropa de mortífago, que olía a sangre y sudor, sin haberse bañado primero; pero ahora no podía importarle menos.
Corrió a la cama al lado de su esposo.
― Lucius, ¿quién fue? ¿La Orden del Fénix o los aurores?
― La Orden... ― jadeó.
Lucius movió el escote del batín y el camisón dejando al descubierto un pecho de Narcissa, empezó a tocarlo de forma suave. Ambos sonrieron. Así estuvieron unos minutos hasta que oyeron que alguien se acercaba hacia la puerta del dormitorio. Giraron la cabeza en esa dirección, la mujer se cubrió el pecho y se hizo el nudo del batín más fuerte; se había aflojado cuando Lucius lo movió.
Severus entró con varias pociones en las manos que administró a su amigo de inmediato.
― Esta te regenerará la sangre. Y esta te aliviará el dolor. Esta otra hará que recuperes fuerzas. Y por último, la crecehuesos. ― Lucius tragó las pócimas sin protestar, aunque algunas no tenían muy buen sabor.
― Es mejor que descanses esta noche y no hagas esfuerzos de más. ― le habló en el mismo tono con el que hablaba Lucius a los niños de primero cuando era un prefecto. Por último se dirigió a Narcissa. ― Volveré mañana para ver cómo se encuentra.
― Gracias, Severus. No sé qué haríamos sin ti. ¿Tú estás herido? ― le preguntó. Desde que los dos hombres habían llegado, solo se habían preocupado por el bienestar del rubio y no del moreno.
El joven negó. La mujer no terminó de creérselo, pero sabía que si insistía el chico se cerraría en banda y no conseguiría nada. Lo acompañó a la chimenea.
― Nuestro sanador es de confianza en caso de que lo necesites. Y si no, sabes que yo tengo conocimientos de sanación y de Artes Oscuras. Puedo ocuparme de tus heridas, en caso de que lo necesites.
― Gracias, Narcissa. Pero no es necesario. ― el muchacho se fue dejando solo al matrimonio.
Narcissa suspiró. A Severus todavía le daba pánico enseñar su cuerpo, le producían rechazo las cicatrices fruto del maltrato del maldito muggle. Pero eso solo hacía que cuando estuviera enfermo o herido no quisiera que le atendieran, poniendo en riesgo su salud.
Mientras se acercaba a la cama donde habían dejado a su esposo, Lucius le hizo una petición:
― Desnúdate, Cissy. Por favor.
Su marido la miraba desde la cama, con ojos brillantes y deseosos.
Incapaz de negarse a una petición de su esposo estando malherido y después de haber temido que la última noticia suya que recibiera fuera la de su muerte, y porque no reconocerlo, a ella también le apetecía disfrutar de su marido después de la angustia de no saber si regresaría con vida o no, se quitó el batín, el camisón y las bragas quedando unos minutos de pie para que Lucius pudiera disfrutar de las vistas.
La joven se fue acercando a la cama y se tumbó al lado de su marido, quien todavía estaba débil. Se tapó con las mantas y empezó a introducir un dedo en su vagina, mientras Lucius se giraba lentamente para poder verla y tocarle el culo. Los gemidos de Narcissa resonaban por toda la habitación. Lucius sonrió y fue subiendo las manos hasta llegar a los pechos. Narcissa se giró hacia él e introdujo otro dedo en la vagina mientras su esposo pasaba la mano de un pecho a otro. Se miraron con los ojos brillantes para que Narcissa le enseñara los dedos mojados, que Lucius chupó con una mirada sugerente. El rubio introdujo dos dedos en la vagina de su esposa. No se encontraba en condiciones físicas para poder tener sexo, estaba demasiado débil, pero siempre estaba listo para darle placer a su esposa de cualquier manera. Lucius iba moviendo los dedos sin parar hasta que Narcissa empezó a notar que no tardaría mucho en llegar al orgasmo. Arqueó aun más la espalda y soltó un gemido más fuerte que los otros mientras manchaba las manos de Lucius, quien no las había sacado de la entrepierna de su esposa.
Una vez la respiración y el ritmo cardíaco de la señora Malfoy regresaron a la normalidad, vio como su esposo le volvía a enseñar los dedos manchados, que los lamió removiendo los labios y mirándola de forma lasciva.
― Lucius, no puedes morir. Vamos a ser padres. ― le susurró.
― ¿En serio? ― Lucius no se lo podía creer. Hasta ahora todos los embarazos de su esposa habían terminado en abortos espontáneos.
― Seguro que está vez saldrá bien. ― Lucius no lo tenía tan claro. Narcissa había dicho esa misma frase desde su segundo embarazo (y este iba a ser el séptimo). Pero no quería desanimarla.
― Seré aun más estricta con lo que me dijo el medimago. ― le sonrió ella. Pero, el rubio no las tenía todas. Narcissa siempre había seguido al pie de la letra los cuidados que le había indicado el sanador personal de la familia Malfoy y aún así sus embarazos habían resultado fallidos.
― Puedo pedirle a Severus que investigue algunas pociones que puedan ayudarte en el embarazo. ― le sugirió el rubio.
― Toda ayuda es poca en nuestro caso. ― sonrió la rubia triste. ― Y por favor, a partir de ahora asegúrate de regresar con vida de las misiones.
En ese momento apareció un elfo doméstico, diciéndoles que el señor Severus Snape necesitaba su presencia en su casa. Narcissa imaginándose qué era lo sucedido, se levantó y vistió rápidamente mientras se dirigía a la red flu. Una vez en la casa de su amigo, le echó la bronca por no dejarse curar en un primer momento; que era casi imposible que una persona pudiera curar las heridas de su propia espalda y que esa herida estaba mal curada y mal cerrada. También aprovechó para curarle heridas de otras partes del cuerpo y regañarle diciéndole que ahora estaba de nuevo embarazada, que dejara de hacer el idiota y jugarse la piel a lo tonto; que ella y Lucius le necesitaban para que el embarazo llegara a buen puerto. Cuando Severus estuvo curado, Narcissa volvió a su casa, a dormir junto a su marido.
Con la palabra champagne solo podía ser un Lucissa.
Extrañaba escribir de los Malfoy y Severus.
Aclaración: tengo el headcanon de que en sus años en Hogwarts, los amigos de Severus que tenían elfo doméstico le dijeron a Snape que cuando necesitara su ayudad por los maltratos de Tobias, llamara a sus elfos, a quienes les dieron la orden de avisarles en cuanto eso sucediese para que los llevaran a Spinner's End. Claro está, que esta se dio a espaldas de los padres. En el momento en el que se basa el fic, Tobias ya no vivía en la Hilandera, pero la orden seguía activa, puesto que nadie anuló dicha orden.
Hasta la próxima
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¡Estás vivo!
FanfictionNarcissa espera la llegada de Lucius de una misión de los mortífagos sin sabe si volverá vivo o muerto. Finalmente, Severus lo trae a casa malherido. Después de que el moreno lo cure, el matrimonio desfoga la angustia sufrida en la cama y la señora...