once; manos.

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la sensación de angustia y pánico, el temor invadiendo sus venas y sus neuronas que parecían bombas de minas apunto de explotar por la presión. esto era horrible, era horripilante.

de todos los escenarios posibles, no existía nada peor que esto. la agonía equitativa que todos compartían en una oscuridad tan densa, era asfixiante, como sí un fantasma te estuviera ahorcando en una parálisis del sueño del cual sabes que no podrás despertar.

sus ojos temblorosos se dirigieron a un cuerpo tirado, escurriendo un hilo de sangre por los labios carnosos y brillantes, ese bálsamo intacto...

¿cómo era posible que hace unas horas había visto aquella hermosa fémina de cuernos rojos encima de él, tan bella y reluciente como una gema en una cueva recién descubierta... tirada sin sus dos extremidades delanteras, como un cadáver pudriéndose entre las flores y la hierva del lugar?

se sofocaba él mismo, se moría internamente, olvidando el dolor de estar pasando por lo mismo.

una imagen.

una imagen pasó por su mente y era aquella dama de cabello verdoso, en un mismo estado, en diferente lugar, en diferentes circunstancias.

«aki, tú no mueras, ¿si? por qué si mueres... ¿quién llorará por mí?»

mierda... mierda, no otra vez, no.

no.

el «bip-bip» rítmico y robótico de la máquina que retumbaba del tambor que bombeaba en su pecho, lo hizo abrir lentamente los ojos, como sí abrirlos rápidos lo dejarán ciego. lentamente unas luces a la distancia eran visibles, muy borrosas, como un túnel tan estrechó, otro parpadeó, ahora las luces estaban más cerca y había más color, un tercer parpadeó... tomó forma de lo que observaba, eran focos en el techo, y por el tono del techo, pudo divagar en donde se encontraba, el segundo hogar de un devil hunter; el hospital.

de pronto, pudo visualizar una tela tan fina frente a él, humo que podía incluso saborear, provenía de un cigarro. aki giró la cabeza con cansancio, hasta toparse con la presencia de quien fulminaba aquel cigarro, era kishibe, sentado a un costado suyo de la camilla médica.

──al fin despiertas... ──la voz gruesa y profunda del hombre mayor tomó por sorpresa los agudos oídos del pelinegro azulado, que podía incluso jurar escuchar los chasquidos de su lengua al momento de hablar.

──¿qué... qué pasó? ──apenas pudo expresar, la garganta la tenía seca y podía sentir sus músculos tan triturados.

──¿no lo recuerdas? ──kishibe cuestionó, y la expresión del joven a su costado le hizo saber la respuesta, así que continuó, ──mira, mejor no te preocupes por eso, necesitas descansar, hayakawa.

aki tuvo que estar muy adolorido físicamente como para poder exaltarse, sentía que la cabeza le daba vueltas y que esas vueltas se volvían momentáneamente en recuerdos borrosos dentro de una oscuridad más áspera que su misma alma.

──por fin, pensé que moriste ──la voz en crecimiento del adolescente rubio era audible dentro del cuarto de aquel hospital, aki enfocó su mirada en él.

no se veía afectado, pero llevaba puesta la bata típica de paciente en él, y traía arrastrando un suero conectado a su brazo. él sonrió con esa dentadura punteaguda y formó una señal de V en su mano derecha. aki no lo saludó, pero con la mirada, pudo decirle que estaba agradecido que estuviera bien.

las nubes llenas de nicotina se desplomaban como los pensamientos hundidos de aki, fue cuando la imagen de unos mechones rubios fresados lacios hasta la punta de una espalda femenina llegaron a su mente, ¿dónde estaba ella?

ZOZOBRAㅤ♡ㅤakipowerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora