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Apago el telescopio luego de anotar unas cuantas de mis constelaciones favoritas, guardo mi cuaderno de apuntes y cierro la puerta del mirador antes de bajar por las escaleras.

Ese es mi lugar favorito para pasar el rato, y bueno, buscar nuevas constelaciones, estrellas, planetas y demás. Mi mayor deseo es ser un astrólogo reconocido por mi trabajo, y hasta ahora voy por buen camino; humildemente, mis estudios e investigaciones son un éxito.

Camino a pasos lentos, solo para poder observar las estrellas. A estás horas de la noche brillan más de lo normal; sencillamente encantadoras.

Paso por una de las casas del vecindario, y no puede evitar escuchar como se remueve algo entre los arbustos.

Mi curiosidad es grande, así que me acerco para ver de qué se trata. Al principio pienso en un animalito; conejito, perrito, gatito, o algo parecido... Pero lo que vi. ¿Que es? Una bolsa de basura (?) No le veo lo interesante, pero la curiosidad me puede, así que hago lo más inteligente que viene a mi mente en ese momento. Pateo la bolsa y veo como cae hacía atrás perdiéndose entre los arbustos; que idiota. Me acerco cautelosamente para tomar la bolsa y la abro.

¡¡Diablos, era una persona!!

—¡Mierda!—grito retrocediendo lejos del arbusto.

¿Qué mierda hace una persona en una bolsa de basura?

Me vuelvo a acercar, con temor por mi vida, y me atrevo a ver su rostro; un chico, es un chico, y no uno normal, uno muy lindo.

Vamos Bright, no puedes ser tan cobarde, tienes que ayudarlo—Me reprocho a mí mismo.

Me quedo un rato debatiendo internamente sobre qué hacer observándolo en todo momento.

El chico en la bolsa se empieza a remover y frota sus ojos con sus manos bostezando un poco, pero en cuanto me ve sus ojos se abren de par en par.

—Por fin despertaste—Digo sonriente hacía el chico, sin saber porqué y la mirada del muchacho se torna asustada.

—Tranquilo, no voy a hacerte daño. ¿Cuál es tu nombre?—Me atrevo a preguntar, y es que, si voy a ayudarlo debo saber al menos cómo se llama.

—W-win—tartamudea en su lugar.

—¿Win, tienes hambre?— lo veo asentir con vergüenza y repeticiones rápidas con la cabeza.

El chico aparentaba no haber comido en días.

—Bien Win, vamos a mi casa; hace frío aquí, te daré algo de comer y después veremos cómo ayudarte, ¿te parece bien así?—El menor accede y se levanta del suelo con dificultad.

Win sabe que no lo conoce, pero su mirada y forma de hablar le trasmiten confianza, además, no tiene otra opción que no sea aceptar su ayuda si quiere vivir.

Al entrar a la casa Win suspira abrazándose así mismo; es bonita y acogedora.

Bright le indica que se siente en el sofá frente a él, para después desaparecer a lo que parece ser la cocina. Espera un rato moviendo sus pies y jugando con sus manos sobre sus piernas hasta que el fornido cuerpo de Bright vuelve a entrar a la sala con un plato de sushi en ambas manos, el cuál le extiende. Win lo acepta sin rechistar y lo empieza meter todo en su boca, siseando un desesperado "gracias" antes, mientras el mayor lo mira asustado. Ese chico sí que tenia hambre.

Bright no puede evitar reír un poco cuando observa la pequeña cara de aquel extraño; sus mejillas están abultadas como si fuese a dar un beso, y su cara está manchada por el sushi.

El mayor camina de nuevo a la cocina y vuelve con un vaso de agua en manos para el invitado. El muchacho lo mira sorprendido, pero no deja de comer su sushi.

Tomó asiento en el sillón del frente, y se tomó el tiempo de analizar el rostro del castaño. Es hermoso; tiene rasgos definidos y especialmente delicados, sus labios son prominentes y su piel es tan blanca como el papel, aunque esta quiera ocultarse detrás de toda la mugre y suciedad que lo abarca.

—Win—Pronunció llamando su atención—¿Por qué no tomas un ducha?—Ofreció—Eso podría ayudar a relajarte para que si gustas después hablemos de lo que sucede.

—¿M-me estás prestando tu baño?—pregunta incrédulo.

Bright ríe enternecido, y contesta.—Sí, lo estoy haciendo. Puedes ir ahora.—Win lo mira con ojos sorprendidos todavía, y el mayor suspira gracioso ante su reacción.

—Subes las escaleras, Izquierda. Fondo. Derecha.—Enumera mientras el ceño del menor se frunce en concentración.—Mientras tú subes yo buscaré algo de ropa y toallas para ti ¿bien?—El más bajo asiente y susurra un "gracias" con la mirada, para después perderse por el pasillo de la casa hasta llegar al baño.

El ojimarrón sale de la ducha con el cabello goteando y una toalla atada a su cintura. El mayor no puedo evitar ver su cuerpo, y creé que ya lo he dicho mucho, pero es que realmente es muy bonito; su piel se ve suave y necesitada de caricias.

Win parece darse cuenta de que lo está mirando/inspeccionándolo de una forma no tan sana, y deja de secar su cabello descendiendo la mirada nervioso.

Se sonroja.

Termina de secarse el cabello en la sala, con la mirada de Bright aún puesta en él intentando recaudar la mayor información posible (emocionalmente hablando).

Win no parece feliz, al contrario, su mirada transmite tristeza, cansancio y dolor. El mayor piensa seriamente en qué puede hacer para sacarle aunque sea una risa... Y es que lo entiende. Bright sabe que debió haber llamado a la policía en el primer instante, sabe que debería estarlo interrogando ahora para asegurarse de que lo que metió a su casa no fue un ladrón, estafador, violador, asesino o algo parecido, pero no puede evitar el querer ayudarlo. Él se ve tan indefenso e inestable que no se le hace algo justo el atribuir a la angustia que hay en sus ojos.

Y Bright sonríe cuando por fin ya hay un plan en su cabeza.

Se acerca con lentitud a la gran nevera y mete la cabeza ahí intencionalmente, saca sus dotes de actor internamente ocultos y grita:

—¡WIN, AYÚDAME!

El menor aparta la mirada del suelo para posar su vista asustada en un Bright con la cabeza atascada en el refrigerador. Bufa riendo al darse cuenta que no es algo de cuidado y se acerca para ayudarle.

Y es todo. Bright está saltando de alegría internamente porque lo logró, lo hizo reír.

—Win, ve a cambiarte.— Ordenó una vez que sus risas cesaron.

—¿Por qué?—Interroga abultando sus labios. Él quería seguir jugando.

—Win, debes ponerte algo de ropa. Tenemos una plática pendiente, ahora ve y cámbiate. Te dejé un cambio de ropa en mi cuarto. Arriba, última puerta a la izquierda—Indicó.

Win lo mira una vez más antes de girar, sobre sus talones y dirijirse a la habitación.

A Bright le gusta.

...

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Perdóname - Br!ghtwin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora