ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 4: ᴄᴀᴏʙᴀ

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Nadie puede salvarnos de nosotros mismos.

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"Hay un total de 23 participantes. El juego va a empezar."

—¿¡Qué mierda es esto!? — le instó Akane a Kuina de manera agresiva. Notaba como le hervía la sangre por dentro. Aquella mujer sabía algo y no se lo quería contar. Le daba igual si era por miedo o para mantener el misterio. Akane no era la persona más paciente del mundo, y tenía claro que si no hablaba se lo iba a sacar a puñetazos.

Momo tomó a su hermana del brazo cuando esta comenzó a avanzar hacia Kuina.

—¡Para Akane, no es el momento! — gritó con un poco de histeria en la voz. No podía mantener la tranquilidad y a su hermana a raya a la vez. Akane se giró hacia ella con el ceño fruncido, casi podía ver la cólera en sus orbes negros. Tras unos segundos de lo que pareció una conversación de miradas silenciosa, Akane se zafó de su agarre, aún con la ira bullendo en su interior.

Kuina observaba la escena deseando mimetizarse con el ambiente. Empezaba a pensar que quizás no había sido tan buena idea inmiscuirse con aquellas dos. Le habían llamado la atención. No tenía muy claro si había sido su antítesis o el hecho de que parecían nuevas, fuera lo que fuera, empezaba a arrepentirse.

"Dificultad: 4 de picas"

Aquella voz robótica no hacía más que crispar a Akane. Sabía que debía mantener la calma en situaciones desconocidas, que cuanto más sosegada estuviera mejor sería a la hora de actuar ante cualquier cosa... Pero tenía un fuego interno que se avivaba más y más. Demasiado temperamental había dicho su abuela.

Comenzó a respirar hondo para ver si así lograba calmarse, o, por lo menos, intentarlo.

—L-las picas son juegos físicos. — dijo Kuina. Le pareció un milagro poder haber separado los labios y articular palabras. La pelirroja le daba demasiado miedo. No era por su físico ni por su altura, eran esos ojos negros. Esa mirada con la que parecía querer atravesarte, y estaba segura de que podía hacerlo. Había visto sus manos, los nudillos llenos de sangre. Y tampoco parecía estar muy bien de la cabeza que digamos. —E-en estos juegos la fuerza es importante. — Notó como se le iba apagando la voz a medida que terminaba la frase. Dos pares de ojos se centraron en ella, inexpresivos.

—La estás asustando. — le comentó Momo a su hermana lo suficientemente bajo para que Kuina no pudiera escucharla.

—¿Y a quién no? — respondió Akane burlona. Ese tipo de situaciones se le hacían divertidas, y, por alguna malsana razón, le ponían de buen humor. Algo oscuro dentro de ella le pedía que siguiera, que fuera más allá. Era la misma oscuridad que se regocijaba cuando sus manos estaban llenas de sangre y su rival en el suelo. Aquello era insano.

Ah, bueno. Debería hablarlo con mi psicóloga.

Para sorpresa de Kuina, no ocurrió nada. Akane solo resopló mientras que Momo finalmente le dedicó una ligera sonrisa. Eso ayudó a Kuina a seguir hablando: —Cada palo indica un tipo de juego. Las picas son juegos físicos, los tréboles juegos en equipo, los diamantes de inteligencia y los corazones... Los corazones son juegos psicológicos.

—¿Psicológicos? — preguntó Momo.

Mierda, estoy jodida. Pensó Akane.

—Hmm. Sí. Son juegos de traición. Juegas con el corazón de las personas. Manipulación podríamos decir. — se notaba el cansancio en su voz. Los juegos de corazones eran los que más odiaba. Eran complicados y le dejaban un mal sabor de boca. Su compañero parecía disfrutarlos, pero ella no podría detestarlos más.

ʀᴏᴊᴏ ꜰᴇʀᴏᴢ • 𝕬𝖑𝖎𝖈𝖊 𝖎𝖓 𝕭𝖔𝖗𝖉𝖊𝖗𝖑𝖆𝖓𝖉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora