✧ ⎯ trece

796 61 14
                                    

caricias bajas
— no te creas tanto 2
( 2 / 2 )

— ADA

Estaba durmiendo plácidamente hasta que una llamada interrumpió mi momento de descanso.

—¿Si? —pregunté adormilada.

Ventana —respondió una voz ronca, era Tom.

—Tom, son las cinco de la mañana, déjame dormir.

Por favor... Ventana —Su voz sonaba rota.

¿Por favor? Quién era esa persona y por qué se hacía pasar por Tom. Me extrañó que esas palabras salieran de su boca. Y a pesar de que tenía una resaca que apenas me permitía caminar, no tuve mas remedio que asomarme a la maldita ventana, estaba preocupada por él. Y ahí estaba, empapado por la lluvia y apenas pudiendo mantenerse en pie, probablemente drogado y más bebido que antes.

Bajé rápidamente las escaleras de mi casa para abrirle, y sin hacer mucho ruido lo subí a mi habitación. Casi me caigo en el proceso, pero pude llegar a la puerta.

—¿Se puede saber qué te pasa, Tom? —pregunté histérica.

El no contestó, solo se quedó mirando al suelo como un cachorro indefenso al que acaban de regañar por romper algo.

—Joder, apestas a alcohol, ¿cuánto más has bebido? —Arrugué mi nariz al notar su olor—. Ven, te voy a dar una ducha de agua fría.

Nos dirigimos al baño y lo senté en la taza del inodoro para quitarle la ropa con más facilidad. Le saqué la camiseta dejando a la vista su entrenado abdomen, no pude evitar mirarlo, pues su cuidada figura me volvía loca. A pesar de estar borracho y ciego de sustancias desconocidas soltó una pequeña risa nasal, devolviéndome al mundo real.

—¿Y tú de que te ríes? —pregunté seria.

—De que aún con estas pintas te gusto —Definitivamente parecía un tomate en ese momento.

—¿De dónde te has sacado eso?

—De ti, eres muy obvia, se nota que te gusto. Ni si quiera lo has negado —respondió divertido—. Por no hablar de la escena de celos que me has montado antes...

¿Escena de celos? ¿Qué escena de celos?

—No sé de que hablas, mejor cállate y métete a bañar.

Abrió la boca para responder pero optó por no decir nada. Sólo se río y se metió en la ducha.

El agua fría golpeaba su cara, dejando un escalofrío en él por la temperatura. Aproveché que sus ojos estaban cerrados para admirar cada parte de él, por ejemplo, esos labios que, con solo tener un piercing que los adornase, me mataban. Mi mirada bajó nuevamente hasta su abdomen, era simplemente perfecto, con esos marcados abdominales que moría por tocar, acariciar, palpar, lo que sea.

Me había quedado embobada mirándole de pies a cabeza hasta que me di cuenta de que él mismo había cerrado el grifo y estaba mirándome, aguantándose la risa.

—Qué rápido se te ha pasado el mareo, ¿no? —dije desesperada por disimular mi nerviosismo.

—Normal, llevo como quince minutos debajo de agua helada, lo que no sé, es como no me ha dado hipotermia o algo por el estilo.

PAUSADA! ⋆ 𝐩𝐨𝐥𝐚𝐫𝐨𝐢𝐝 ⋆ tom kaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora