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🚔|🏍️
—Última oportunidad, ¿para quién puto trabajas?
Una sonrisa escarlata se dibujó en su rostro, enfureciendo más si es que era posible al jefe de policía.
—Ya te lo dije, Conway. Somos una organización independiente. No necesitamos a putas cabras inútiles que no saben ni limpiarse el culo.
El hombre dejó caer la porra sobre la mesa emitiendo un mediano estruendo.
Hasta ese punto, a Nick ya no le asustaba ser golpeado.
Intentó moverse en para destensar sus músculos, pero sus brazos estaban demasiado sujetados al respaldo de la silla. Estaba sediento. Llevaba casi doce horas siendo interrogado. Lo único que podía pensar era en como saldría de ese maldito problema. Que para ser sinceros, no saldría tan fácil si tenía en cuenta que alguien los había delatado a él y a su mafia tomándolos por sorpresa en un intercambio de droga y armas en la playa.
Conway desenfundó el arma y le apuntó directamente a la cabeza.
—¡Conway! ¿Qué coño cree que hace?
El comisario que entraba por la puerta se miraba sorprendido ante el movimiento abrupto de su colega.
—Si no quiere cantar por las buenas, será por las malas -acomodó la pistola entre sus dedos- ¿a qué sí, Nicky?
Pero para su sorpresa, este sonrió.
—Adelante, Conway. Me estarías haciendo un gran favor.
En todos los años de su existencia, Conway había visto a muy pocos temer por su vida. En su experiencia, aquellos eran los más peligrosos.
Dejó que su arma apuntara al mafioso por un par de minutos más, con la esperanza de que cambiara de opinión. Pero la determinación y la seguridad en sus ojos le dijo que era inútil. Bajó el arma.
—Sal. Necesito hablar a solas con él.
El comisario lo miró incrédulo.
—Conway, Con todo respeto. ¿No cree que ya ha sido mu...?
—No te lo estoy solicitando ¡te lo estoy puto ordenando! ¡Largo!
Sin estar muy convencido, el comisario salió nuevamente y dejó a los dos lobos en la misma jaula, temiendo lo peor.
Sin dejar de mirarse, como dos depredadores dispuestos a atacar, Conway se acercó a la puerta lentamente y colocó el seguro.
Así está mejor. Ya nadie los molestaría.
—Si intentas algo, sabes que no me temblará la puta mano para meterte el puto plomo por el cráneo y después haré lo mismo a tus amiguitas ¿está claro?
Hunter asintió con desgana.
Jack sacó un cuchillo de su cinturón y cortó las sogas que aprisionaban al más joven de la sala.
Con sumo cuidado, Hunter estiró los brazos y los masajeó para intentar quitar algo de rigidez.
—Ahora vamos a puto hablar.
Hunter se rió.
—¿No era mejor eso primero, antes de que me puto machacaras la cara?
Conway alzó las cejas para luego sonreír burlonamente.
—Disculpame niño bonito ¿quieres que te pague el botox? ¡Con mucho gusto nena! ¿Algo más? ¿tratamiento de spa? Lo que la princesa pida.
Hunter rodó los ojos. Si algo odiaba, era que se metieran con su belleza.