¿Y que pasa cuando eres el vikingo menos vikingo?
Fácil. Aprendes a domar un dragón.
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No quiero que ningun streamer se entere de esto, sino putazo y pal río
-shipp principal: Misspreen
Este fic está basado en la película: "Como Entrenar a tu dragón"
El shipp principal es Misspreen porque la verdad me gusta mucho.
No es una adaptación fiel.
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Missa era todo lo contrario a lo que las personas podrían pensar o querer como futuro jefe.
Delgado, tímido y débil. Un chico problema, no importa al lugar que fuera o con quién anduviera, siempre solía meterse en problemas.
Sobre todo en las cacerías.
Cuando todo Berk era caos, lleno de fuego y gritos heroicos de pelea, cuando el metal de las armas chocaba entre ellas o con la dura piel de aquellos seres: dragones.
Si, tal vez la palabra dragón se considere de los cuentos de hadas pero no, era una completa realidad para el mundo.
La batalla infinita entre los humanos y los dragones. Seres gigantescos y con diversas habilidades en contra de humanos, seres pequeños a comparación.
Como ya se sabe, los dragones tiran fuego de sus largos hocicos pero no solo eso, hay mucho más allá de lo que se conoce y ellos, los combatientes por su supervivencia lo sabían.
Dragones escupe ácido, con sus cuerpos llenos de espinas que de un solo movimiento pueden atacarte con ellas, cuerpos que se pueden llenar de fuego para su defensa entre otros más.
El más peligroso conocido: furia nocturna.
Nadie lo ha visto o al menos no ha vivido para contarlo. No había alguien tan suicida dispuesto a buscar uno para contarle a todo el mundo su apariencia.
A excepción de Missa, claro, el más loco (considerado así) del pueblo.
"¡Missael, sigue afilando esas hachas, no te distraigas!" Gritó Auron, un amigo muy querido de su padre, quién también era su amigo pero no solo eso, era su jefe.
"¡No lo hago!" Respondió siguiendo con su labor.
Y si, a pesar de ser el futuro líder de la aldea trabajaba en un puesto de armas. La persona que no podía matar a un dragón haciendo las armas para su asesinato.
Gran vida, claro.
Perdido en sus pensamientos se hallaba, su mirada fija en la ahora espada entre sus manos mientras pequeñas chispitas de color junto con un sonido medio soportable salía al ser afilada.
Sus largos cabellos negros cayendo sobre sus ojitos y mejillas. Tan sedoso y brillante que si las chicas se fijarán bien en él lo envidiarian. Pero claro, nadie se fijaba en Missa además de su papá y su mano derecha. Sería un excelente jefe, claro.
Sus labios se torcieron en una muñeca antes de lanzar el arma que tenía en la mano a uno de sus compañeros que la esperaba para poder seguir combatiendo a los seres que atacaban su hogar.