Domador - Misspreen -

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Ser Parte de unas criaturas diversas en un mundo donde todos buscan tu muerte no es cosa sencilla.

Menos cuando eres el último de tu especie que sigue con vida.

La vida se vuelve más complicada de esa forma, además, solitaria, pero no tiene demasiada importancia, o al menos no para el.

Se trataba de una criatura que nunca conoció el cariño, no sabe si su madre lo abandonó o murió, tampoco es que le importe mucho.

Su único objetivo es sobrevivir, aunque no tiene muchas razones para hacerlo, el deseo de no morir, ¿Podía ser considerado como tal?.

Suspiró observando el pueblo a la distancia.

Un lugar agradable... para los humanos, podía verlos divertirse, convivir, bromear o trabajar, hacer cosas en equipo o pareja...

Era triste si lo veía desde otro ángulo, pero solo Suspiró nuevamente convirtiéndose en un humano, al menos en apariencia.

Así es, esa es la forma en la qué su especie trato de sobrevivir por un tiempo, adaptándose, años de evolución lograron un gran camuflaje.

Sin embargo este seguía sin ser perfecto, sus ojos eran muy llamativos, a veces un par de escamas pequeñas aparecían debajo de sus ojos o en alguna otra parte de su cuerpo, sus largas uñas de un color oscuro también resaltaba.

Dio un último vistazo a la aldea, antes de alejarse, era mala idea estar cerca de un lugar tan peligroso para su supervivencia.

Así, al atardecer ya se encontraba sentado en las ramas cercanas a la copa del árbol, seguía en su forma humana ya que por su tamaño, pasaba desapercibido para sus enemigos.

Suspiró una vez más en el día, observando lo que podía del cielo estrellado atraves de las hojas y ramas de aquel alto árbol.

Su vida era demasiado aburrida y monótona aunque, ¿qué más le esperaba como dragón? Por que si, el pertenecía a esa especie tan temida entre los humanos y otros seres vivos.

No solo eso, no era nada más ni nada menos que un furia nocturna, ¡sorpresa!, claro, era bueno ser temido por los demás, te respetan, no se meten contigo y reconocen tu grandeza, pero, de nuevo, era muy solitario.

A veces anhelaba más allá de lo que podía tener, ¿como seria su vida si hubiera nacido como un humano? (O alguna otra criatura) ¿tendría familia?, ¿amigos?, ¿algún alma amable qué estuviera siempre a su lado?

Demasiado pedir, demasiado pedir.

Así, su mente distraída por su ensoñacion, salio de inmediato de ese estado al escuchar unas ramas siendo rotas o pisadas, poniéndolo alerta.

Se acomodo de mejor forma, logrando deter una vista más amplia de lo que sucedía debajo del árbol.

De inmediato logro ver a un joven, de complexión más delgada y pequeña que la mayoría de los mayores de aquella aldea, ¿qué hacia en ese lugar a esa hora?.

Acababa de anochecer, era demasiado peligroso que un humano, más como el, anduviera a esas horas a la mitad del bosque, ¿acaso sus papás nunca le advirtieron de lo peligros del exterior? Tremendo boludo.

Sus codos se recargaron en la madera de la rama, sus manos se entrelazaron y su menton se apoyo en ellas, quedando en una posición acostado boca abajo. Le daba curiosidad aquel ser pequeño.

Sentía haberlo visto en alguna parte, alguien tan diferente como el, definitivamente destacaba demasiado entre los humanos, ya que la mayoría se trataba de personas musculosas o robustas, altos y un cabello largo... mayormente descuidado y todo enredado, pero ese ñino era diferente.

Por lo que podía observar, tenia un libro en mano y una bolsita de cuero a su costado... oh, con razón, no era alguien que llevara un hacha o una espada, al parecer el no fue a las profundidades del bosque para entrenar, eso explicaba el porque de su complexión delgada.

Al final, se terminó perdiendo a la distancia por lo que ya no siguió prestando atención. El humano salio de sus pensamientos y eso no pudo importarle, regreso a su posición inicial acostado boca arriba.

Las estrellas eran más notorias, fue su último pensamiento antes de caer dormido.

Esa noche no iría a la aldea a saquear su comida y quemar sus casas, los dejaría descansar en paz, así como el también lo hacía.