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[ ♫︎ ]"¿Conoces el sexo suave?"
Lee Donghyuck era un alfa tan gélido como temido, y Aeri Uchinaga sólo una bolita revoltosa que la hizo caer en sus encantos hasta el punto de querer protegerla de todo lo malo que la rod...
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¿Sexo suave? ¿A qué se refería Donghyuck?
Giselle iba a decir algo al respecto a su comentario. Sakura le había explicado un poco aquella téctina antes de pasar el celo del alfa con el, pero su cerebro no logró canalizar mucho la información por el apuro y terminó por confundirse más y más. Cómo sea, Donghyuck estaba algo raro desde que le preguntó si conocía el sexo suave, es decir, más raro de lo normal.
Era otra tarde luego de clases, sin tareas o deberes. Giselle con sus manos sobando sus brazos mientras tenía un puchero en los labios por el frío, su madre había llegado hace unos días de viaje y no había dudado en acorralar a Donghyuck en un cuestionario total desde que vio la marca prendida en su cuello, preguntándole cosas personales que no quiso recordar porque era vergonzoso, pero, era su mamá, qué se esperaba de ella si era una omega chiflada.
Dejó de pensar cuando escuchó una voz.
-Gigi -se acercó rápidamente el con la frente perlada, su flequillo totalmente húmedo. Estaba recien salida de la ducha al parecer, porque algunas gotas resbalaban por su rostro. Giselle olisqueó el aire y se relajó al captar el aroma de su alfa-. ¿Tienes frío?
La omega negó temblando un poco.
-Claro -murmuró el, tomando su bolso para rebuscar algo. Cuando lo encontró posó una sonrisa en su rostro y se lo extendió a su omega-. Toma, es mi camiseta favorita, pero puedes ponértela tú ¡es el número nueve!
Inmediatamente, una camiseta cubrió su delicado cuerpo, cayéndole largo hasta un poco más de las rodillas. El cabello de Giselle se despeinó un poco por ello, pero no pudo evitar sonreír ya que el aroma impregnaba el del alfa, sintiéndose segura la prenda prestada.
-Te queda lind-
El alfa no pudo terminar porque la omega se había abrazado a su cuello, colgándose y buscando más de su pareja. El hunde la nariz en la marca de su omega y regocijando su lobo en el acto gracias a la presencia de la otra, se sintió feliz. Feliz de que Giselle este hasta ahora a su lado, feliz de use su camiseta favorita que porque la omega realmente creía que podia ver estallar su pecho al tener dos cosas importantes en una sola vez.
El silvato las sacó de su ambiente, pues al parecer el siguiente grupo en entrenar eran los de baloncesto.
-¿Cómo te fue hoy en tu escuela? -le cuestiono Donghyuck con verdadero interés, sentándose a su lado en las gradas.
Giselle frunció el ceño.
-Normal -la omega se crispó de hombros, sin embargo luego hizo una mueca triste-. Aunque... hoy no te pude ver en receso.
El alfa dio una gran sonrisa.
-El equipo se está esforzando para representar la escuela -le dijo Donghyuck, orgulloso.- ¡Incluso creo que estamos mejorando comparado a lo que éramos al inicio!
Y Giselle volvió a sonreír, porque a veces amaba esa faceta de su alfa, esa faceta donde se dejaba expuesto como un niño pequeño en busca de contarle a alguien lo que hace bien, lo que le gusta.
A Giselle le encantaba la idea que sea ella a quién se lo cuente.
-No soy fan de los deportes, pero estoy segura de que eres una de las fichas más importantes del entrenador-concedió la omega, con una sonrisa suave en el rostro-. ¡De seguro eres bueno, Donkey!
-No es por presumir, soy el mejor -contestó Donghyuck, acercándose a susurrarle algo a Giselle.- Pero es porque tengo la mejor inspiración de todas, y justamente está al lado mío.
Bien ¿Giselle podía sentir su rostro hirviendo?
Hubo un rato de silencio entre ambos luego de lo que dijo Donghyuck. La timidez volviendo a su cuerpo y sus mofletes rojos de la vergüenza, sin embargo era vergüenza de la buena. A veces Giselle sentía que no merecía a Donghyuck, de sus buenos tratos o de sus palabras bonitas. A veces no sabe qué hizo para que la Luna le dé un alfa dedicado, lindo y tierno, no obstante, lo que sí sabe es que no podría haber mejor opción.
No podría haber una persona que ocupe el lugar del pelirrojo en su vida. El era único, era todo lo que consideraba cómodo o bien para ella. Era su alfa. Su destinado.
Su pequeña mano había tomado la suya, diciéndole discretamente que ya quería irse del campo. Donghyuck comprendió, asintiendo mientras apretaba la mano de Giselle, y se dijo mentalmente que siempre en su vida la sostendría cada vez que pudiese.
El cielo tenía un degradado rojizo oscuro, el sol se ocultaba y una pareja de alfa y omega estaban simplemente caminando al lado del otro, Gisellevinclinando por momentos la cabeza por el hombro de Donghyuck aunque esta no llegase por la altura.
Tal vez todo habría estado tranquilo, tal vez hubieran llegado así hasta el hogar de la omega y hubiera sido un día más.
Sin embargo...
-Quiero ir hoy a tu casa —dijo Giselle de repente.
Donghyuck paró en seco, confundido.
Giselle hizo lo mismo.
-¿Qué? ¿Para qué?
-Creo... creo que estoy lista para conocer a tu papá, Donghyuck.
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