La caída

126 23 6
                                    

—Mierda...

Toni se sujetaba la pierna mientras derramaba varias lágrimas, estaba en el suelo a lo que alzó la mirada viendo al pelinegro.

—Solo mírate spaghetti, ahora podría matarte tan fácilmente, tu gargantita se romperá con un poco de presión, no tendría que esforzarme ni un poco.

Frente a él estaba (para su desgracia) Jacky, ese lado de Conway tan sádico y que claramente lo odiaba tanto que fue prácticamente la razón de su muerte.

—Me confíe, Dios me advirtió que vendrías en cualquier momento pero decidí pasarlo por alto porque pensé que no tendría que volver a pasar por esto.

—Pobrecillo -se burla- ¿Dios? Deja de ser tan infantil, hasta donde yo se él te a quitado todo, justo como a mi.

—Te equivocas, porque estoy aquí, junto a Conway, aún que te duela -ríe- ¿Que se siente saber que no cumpliste con tu objetivo? Porque déjame decirte una cosa, yo fui quien se soltó -le sonríe con burla-.

Aprieta los dientes —Capullo -lo toma del brazo obligándolo a levantarse, importandole poco que se lo pueda romper- ¿Quien te crees que eres para hablarme así?

—No me creo, se que soy... una piedra en tu zapato, pero de esas que a pesar de que son molestas no la quitas, te la quedas -alza una ceja- si no, ya me abrías matado. Entiendo tu fetiche de hacer sufrir y sangrar a los demás para tu satisfacción, pero ¿Que creés? No te va a gustar, porque Conway siente algo muy fuerte por mi, más fuerte que tus repulsivos pensamientos.

No lo negaba, tenía demasiado miedo, pero no lo demostraría frente al alter de su amado, sabía que todo podría acabar en ese momento.

Por otro lado... Mathias y Volkov planeaban a dónde huir, no querían ser rodeados en aquella casa, ya era arriesgado teniendo en cuanta que el propietario del lugar es policía, sabían que estarían a salvó ahí, pero poner un pie fuera era lo peligroso, tenían que pensar todo eso con mucha cautela.

—¿Hay algún lugar donde no hayas hecho algo ilegal? -pregunto Volkov revisando el mapa que tenían con varias X en muchas partes- piensa.

—Es que... prácticamente me puse como reto ser expulsado de todas partes, ahora me arrepiento -mira Egipto- tachalo -lo señala-.

Suspira —¿Que Estado?

Desvía la mirada —Pues...

Rueda los ojos y tacha todo el país —No me explico que hiciste ahí.

—Mejor... permanece ignorante. -mira una vez más el mapa y alza una ceja- ahí -señala España-.

—Si apareces en Marbella llamaras la atención.

—¡No! ¡Aquí! -señala a un lado-.

—¿Que es esto? -mira con más atención- ¿Andorra? No me suena.

—Por eso es perfecto, vamos ahí.

—Esperemos no levantar sospechas, vámonos.

—Jam... Mathias -aparece Aiden llamando la atención de ambos- yo... emmm...

—Tengo hambre -dice Viktor dejando a ambos solos para que puedan hablar tranquilamente-.

—Me es complicó dejar de pensar en tí como... mi pareja, ya sabes... entiendo que ahora eres feliz pero... es difícil aceptarlo, se que he perdido el tiempo dejando ramos de flores en una tumba vacía, pero siempre fueron para ti, demostrándote todo el amor que tengo para darte, no es poco...

Sonríe —Aprecio tus sentimientos, enserio, pero...para cuando reaccione yo tenía una vida inexacta, te digo que me diagnosticaron con TID, por lo que... pues...

—Lo entiendo, una vez apareciste diferente, no eras tú, nunca lo mencioné pero ya lo sabía, de... ammm... ¿Gustabo?

Se sonroja —¿Lo sabías? Es... guau... pensé que sería todo un problema explicarlo. Entonces... pase mucho tiempo sin saber lo que pasaba, solo... desperté rodeado de desconocidos.

—Entiendo, lamento lo que te paso.

Se encoge de hombros —Ahora todo está bien. ¡Viktor! ¡Vámonos!

—Andando -aparece el ruso con una pierna de pollo en mano que le da una mordida-.

La pareja con sumo cuidado se va de la casa y suben al auto para después alejarse lo más rápido posible, Mathias no podía borrar la sonrisa de su rostro, ahora se sentía... mucho más tranquilo, sentía que ya había cerrado todas las cosas que había dejado inconclusas en el pasado.

Mientras que Gustabo no estaba en la misma situación, llevaba muchos días con dolores constantes de cabeza, no podía soportarlo, era tanto su sufrimiento que llevaba a golpearse la cabeza con las paredes, Horacio tuvo que intervenir muchas veces, incluso algunos pueblerinos, pues todos estaban alerta, después de todo sus dolores siempre son a las mismas horas.

La pareja se había acomodado en el pueblo donde se habían quedado varados, después de todo ahí no llegaba la policía, era un pueblo escondido, casi fantasma, por lo cual no era un problema, ademas de que el doctor siempre estaba disponible para ayudarlos.

Gustabo estaba echado en la cama totalmente tapado con unas cobijas, no tenía energías para... nada, se sentía junto como cuando estaba encerrado en la caravana, ni siquiera Horacio podía cambiar ese sentimiento, se sentía.... triste, dolido, malumorado.

—Gus, te traje unas galletas -dice Horacio con una bandeja de galletas con un vaso de chocolate, pero no recibe respuesta- se que a Sido complicado pasar por esos días, pero... se que lo superaremos juntos -asegura con una sonrisa-.

—Es tan fácil para ti decirlo -sale de las sábanas encarando al contrario- ¡Tu no eres el que está sufriendo estos dolores! -se quita los vendajes de la frente dejando ver varias heridas- ¡Yo soy el que tiene constantes dolores de cabeza que te dan ganas de matarte! ¡Tu solo preparas estúpidas galletas que no ayudan en absolutamente nada!

Empujó al de cresta provocando que la bandeja cayera al suelo derramando y rompiendo todo, Horacio miro todo en el suelo y alzó la mirada haciendo contacto visual.

—¿Que sucede contigo? ¡¡Estoy tratando de ayudarte!! ¡No se puede hacer nada contra tu padecimiento!

—¡Nunca pedí tu ayuda! ¡Tu fuiste quien me clonó estúpidamente! ¡Tu maldita presencia no está ayudando en nada! ¡No quiero saber NADA de ti! ¡Así que lárgate! ¡No quiero verte! -grita a la vez que derrama lágrimas, pues gritar no ayudaba en nada solo le causaba un dolor de cabeza estruendoso- ¡No quiero que sigas mirándome con esa cara de perro regañado! ¡Los dos sabemos que ya no eres un maldito crío que no puede hacerse cargo de sus responsabilidades!

Aprieta los puños —¡Solo intenté ayudar! ¡Pero parece que no te importa en lo absoluto! ¡Así que si quieres estar solo pues quédate solo!

Se va de la habitación azotando la puerta importandole poco si eso causa estragos en su cabeza.

Gustabo intenta reprimir las lágrimas pero solo causa más dolor en su cabeza, toma aire varias veces y miro el ropero, camino a él y lo abrió dejando ver apoyados una escopeta y una pistola colgada, frunció el ceño y tomo la pistola, tenía balas, desvía la mirada y se apunta en la cien.

—Si mi yo del pasado me viera en este momento.... -ríe- que decepcionado estaría -sigue riendo de modo desquiciado sin bajar el arma ni mostrar arrepentimiento-.

-----------

¿Toni y Gustabo estarán bien o... ?

Proyecto L424R0 [Gustabowl]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora