Capítulo cinco: El lenguaje de las flores.

71 5 0
                                    

¿Jun rindiéndose? Por supuesto que no.

Es por eso mismo que ahí estaba, ingresando con gran confianza al elegante departamento de su amigo con un ramo de flores en la mano.

Sucedía que Minghao estaba cumpliendo años ese mismísimo día y había organizado una pequeña reunión invitando a sus amigos más cercanos y familiares.

Jun estaba tan motivado que no lo pensó mucho cuando decidió hablar de sus sentimientos en una fecha tan importante como lo era el 7 de noviembre.

—¡Qué bueno que ya estás aquí! Ayúdame con esto —Minghao tiró de su brazo para llevarlo consigo hasta la cocina, donde se encontraban grandes botellas de soda de distintos sabores.

Jun dejó el ramo en una silla y ayudó al menor a trasladar las botellas al jardín. Un par de mesas estaban alrededor, habían globos pegados a las paredes y decoraciones de color morado que ya estaban preparadas para el pequeño festejo. Saludó a un par de personas que solo conocía de vista y siguió a Minghao a través de la casa tal como un bebé pollo sigue a su madre.

—Te he traído algo —dijo en cuanto regresaron a la cocina.

Minghao detuvo lo que estaba haciendo para prestarle su total atención al chico que lo miraba nervioso.

—Claro que me has traído algo.

Minghao no dudaba en que Jun le llevaría un regalo. Su mejor amigo nunca fallaba en obsequiarle lo que más le gustara en ese momento.

—Espera aquí.

Jun salió de prisa a buscar el bonito ramo de flores blancas que compró minutos antes de llegar pero que había planeado regalarle durante mucho tiempo al menor. Porque no le regalaría cualquier flor a la persona que ama, no. Se tomó el debido tiempo para buscar aquella que pudiera transmitir el mensaje que quería.

Es por eso que llevaba un ramo de tulipanes blancos.

"Mi amor por ti es extremo" era lo que significaban. Era perfecto, ¿no es así?

Jun ya tenía su ensayo de declaración memorizado en su cabeza. Lo único que le quedaba hacer era recitarlo ante el castaño más alto.

—Gracias, Jun. —Minghao sonrió al oler el ramo—. Debo decir que no me esperaba esto.

—Tienen un significado.

—¿Ah, sí? ¿Qué es?

&Pues...

Jun miró a Minghao, sus ojos color miel eran un punto débil para su —ya de por sí— frágil corazón y que estuvieran puestos en él no hacía nada más que aumentar su nerviosismo.

—¡Minghao! Hermano, feliz cumpleaños.

Un par de personas entraron a la habitación, irrumpiendo en la atmósfera íntima que se había construido antes.

Jun se relamió los labios pues de repente los sentía secos. Miró al suelo buscando algo en que enfocarse mientras el menor terminaba de saludar a sus invitados.

¿De verdad tenía que hablar de sus sentimientos en ese mismo momento? Es decir, era el cumpleaños número veinticinco de Minghao y él solo esperaba pasar un buen rato en ese día tan especial, quería divertirse con aquellos compañeros que no veía desde hace un tiempo y tener una conversación amena sobre lo que han hecho en estos últimos años.

No sabía si ante la confesión Minghao se sentiría bien, si correspondería sus sentimientos. No sabía absolutamente nada, ¿quería arruinar ese día?

No, y no lo haría.

—Perdón, Jun. ¿Qué me decías?

—Que te aprecio mucho, feliz cumpleaños, Hao.

—Oh —la gran sonrisa que Minghao había mantenido hasta ese momento tambaleó—. Ya veo, gracias, hyung.

A Jun le pareció extraño ver a Minghao caminar arrastrando los pies hasta un jarrón al fondo de la sala en donde depositó lentamente el ramo de cuidados tulipanes.

Mientras tanto, un decepcionado Minghao se decía a sí mismo que en realidad Jun no sabía el lenguaje de las flores y se había inventado un significado a último momento.

Porque Jun solo lo veía como un amigo.

I love uDonde viven las historias. Descúbrelo ahora