Capítulo Final

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*Lily Pov.*

Estaba sentada en el patio y Megan seguía mirándome, por lo que suspiré.

—Megan, en serio. Que estoy bien. Ya vete a trabajar.

—¿Segura? —Dijo y en ese momento sentí una voz.

—No te preocupes muchacha. —Dijo la voz de la vecina desde la cerca—. Yo me pasaré a verla, la cuidaré por ti.

—Sra. Martin, se lo agradecería. —Dijo Meg y sonreí—. Le dejaré mi teléfono anotado en la nevera. Es que ha estado con contracciones desde ayer y todavía nos quedan tres semanas para la cesárea programada.

—Oh, en ese caso ahora iré para ahí y me quedaré a su lado. Y si algo sucede yo misma la llevaré al hospital, tengo mi auto, así que no se preocupe. —Dijo y me miró—. Nos haremos compañía. ¿Te parece? ¿Te gusta jugar a las cartas?

—¡Me encanta! —Dije con una sonrisa y miré a Meg—

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—¡Me encanta! —Dije con una sonrisa y miré a Meg—. En serio, amor. Ya vete a trabajar. Estaré bien y cualquier cosa te llamaré.

—Le haré una llamada a las chicas, para que se pasen a verte.

Asentí y se acercó a darme un beso, luego le dio un beso al vientre, dejó una caricia y se fue. Antes de irse, me saludó con la mano justo cuando la vecina apareció.

Nuestra vecina tenía 60 años, era recién jubilada y era adorable, de lo más amable. Luego de que Megan se fue, me mandaba mensajes para saber como estaba y las chicas también, diciendo que saldrían en un par de horas.

Aproveché la compañía de la Sra. Martin para contarle cómo nos conocimos con Megan y toda nuestra historia. Estaba curiosa de saber de nosotras y tuve la oportunidad de hablar largo y tendido sobre eso. En un momento nos fuimos para adentro de la casa para estar más cómodas y ella se encargó de hacer un té. Seguimos conversando y me sentí realmente acompañada. Lo malo de estar de permiso de maternidad por gemelas, es que Megan me quería siempre acompañada. En especial porque me costaba moverme.

En un momento, estábamos conversando cuando me dio ganas de ir al baño.

—Sra. Martin, ¿Puede ayudarme a levantarme? Necesito ir al baño.

—Por supuesto, mi niña.

Acepté su brazo y me quejé de dolor ante una contracción. Me quedé dura y me miró atenta.

—¿Una contracción? —Preguntó y asentí.

La vi tomar su celular y controlar los segundos. Cuando me sentí mejor, me acompañó al baño. Me dejó ahí sentada y se fue a traer unas galletas que dijo que me gustarían. Y como tenía dos niñas presionando mi intestino, tendría que tomarme mi tiempo. Incluso me dio ganas de hacer pis, solo que me dio otra contracción en ese momento y fue tedioso soportarla sola. Para cuando paró, aún tenía un poco de dolor así que me dediqué a hacer fuerza para mi necesidad. Solo que cuando hacía fuerza, me dolía el vientre y mi zona íntima.

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