Capítulo 1

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Llevaba más de cinco minutos dando vueltas en círculo frente a esa puerta blanca, observando mi reflejo en el oscuro cristal que tenía en medio, la inseguridad y los nervios estaban empezando a consumirme a medida que avanzaban los segundos. 

Era la primera vez que daría clases a alguien y por mi mente no dejaban de correr miles de preguntas que hacían doler mi cabeza ¿Y si no estaba preparado? ¿Y si mi alumno era uno de esos adolescentes rebeldes? No podría con él, mi falta de carácter me impediría llamarle la atención… ¿En qué momento se me había ocurrido llamar a ese número en el periódico? Ahora me arrepentía de no haber llamado a la persona que pedía un paseador de perros, al menos ellos no podrían insultarme. 

Ya no había vuelta atrás, acerqué mi temblorosa mano al timbre y llamé, al cabo de unos segundos una mujer bajita y sonriente abrió la puerta. 

-¡Hola! Tu debes de ser Minho, el nuevo profesor de Jisung, vaya que joven, normalmente solo responden señores mayores a mi anuncio.

-¿Cambia muy a menudo de profesor?-Pregunté un poco más calmado, entrando lentamente, la casa era cálida y acogedora.

-Bueno… Jisung suele cansarse muy rápido de sus profesores, su situación es…-Noté como sus labios temblaban ligeramente- Hace un año y medio que no sale de casa, y cuando las rutinas y las personas a las que ve son siempre las mismas, se aburre…

Esa información me tomó totalmente por sorpresa.

-¿Puedo preguntar porqué no sale de casa?-Mi pregunta era arriesgada, pero no puede evitarla

-Eso… Prefiero que te lo cuente él si se ve preparado para hacerlo-Explica mientras nos dirigimos al piso de arriba -Es muy buen estudiante, solo contrato a profesores para que se sienta acompañado, así tiene un poco de contacto con el mundo exterior, seguro que se alegrará de que seas un chico de su edad-Comentó sin perder la sonrisa de sus labios.

-Este es su cuarto-Caminamos hacia la puerta de madera y la mujer llamó varias veces con los nudillos, no lo voy a negar, sentí un poco de miedo a lo que podía encontrarse al otro lado.

A los pocos segundos se escuchó un leve “Si” y su madre abrió la puerta.

La luminosidad dentro del cuarto en contraste con la oscuridad del pasillo me dejó ciego por unos segundos, era bastante amplio, con un gran ventanal en la pared de la derecha, cubierto por una cortina blanca, todo era blanco, la colcha de una enorme cama en la esquina izquierda y un gran escritorio con dos sillas frente a la puerta, lleno de rotuladores en tono pastel, folios, una gran lámpara, ordenador, tablet y todo tipo de aparatos electrónicos que yo jamás había visto fuera de una tienda.

En la pared encima del escritorio había un enorme corcho, también blanco, en el que reposaba un calendario y miles de pequeños posits de colores con frases que no lograba leer desde la distancia, también había dibujos, fotos…, estaba claro que Jisung se pasaba cada uno de sus días entre esas cuatro paredes.

Cuando terminé de observar cada detalle del cuarto, dirigí mi vista al pequeño sillón junto a la ventana, allí estaba, un chico menudo, con las piernas pegadas al pecho y la nariz metida dentro de un libro, parecía una edición antigua, me quedé totalmente anonadado con la portada, era de tapa dura y llena de pequeños detalles en dorado, como a mi me gustaban.

Jisung levantó la vista y sus ojos se agrandaron al verme junto a su madre, estaba sorprendido, seguro se esperaba encontrar a otro viejo a punto de jubilarse.

-Hijo este es Minho, tu nuevo profesor, vendrá a verte tres horas al día de lunes a viernes, igual que los anteriores.

-Está bien-Se movió un poco incómodo en la silla

-Bueno, entonces yo ya me voy-Informó la mujer antes de cerrar la puerta a mis espaldas.

-Yo…Yo soy Minho…-Mis piernas empezaron a temblar ante la intensa mirada del moreno aún sentado en el sillón, ¿Es que no se levantaría a saludarme?

-Ya sé que eres Minho, lo ha dicho mi madre, y supongo que ya sabes que yo soy Jisung-Comentó sin moverse lo más mínimo de su sitio.

Tomé una larga respiración y me senté en el borde de la cama, quedando a una distancia prudencial de él, desde dónde podía ver a la perfección su nariz pequeña, sus labios fruncidos y sus ojos almendrados, que me miraban con desconfianza.

-Entonces tampoco hará falta que te diga que seré tu nuevo profesor ni nada de eso

-Justamente-Enfocó de nuevo su vista en el libro.

-Solo tenemos tres horas, asique será mejor que nos pongamos a repasar-Intenté sonar seguro pero el temblor en mi voz me traicionó

-Si señor, como usted diga-Se burló levantándose del sillón e indicándome que me sentara en una de las sillas del escritorio, al parecer sería el alumno quien dirigiría la clase.

Repasamos sobre todo inglés, la asignatura que más le costaba, mientras este hacía los ejercicios, yo no pude apartar la vista de ese libro en el sillón, necesitaba ver de cerca su portada.

-¿Eres un fetichista de libros o algo así?-Preguntó Jisung posando el lápiz sobre la mesa y dejando caer suavemente su rostro en su mano.

-¿Qué?-Pestañeé varias veces seguidas.

-Llevas todo el rato mirando el libro, ¿que tiene de interesante?

-¿A ti no te parece interesante? ¿Por qué lo estabas leyendo entonces?

-No lo estaba leyendo, solo lo cogí para que mi madre no me echarse su típica bronca de que solo utilizo el ordenador, las historias de los libros antiguos son siempre un tostón.

-Tienes razón, las historias suelen ser una mierda, pero las portadas…Son muy hermosas, esos detalles en dorado alrededor de toda la portada, los relieves en el lomo…Me gusta la estética de los libros antiguos…-Sonrio, sintiéndome relajado por primera vez desde que entré en ese cuarto.

-Ven conmigo-Dice de pronto.

-¿A dónde?-No me fiaba ni un pelo de ese chico, ¿y si me llevaba a alguna habitación y me dejaba encerrado?

-Tú sígueme-Tiró de la tela de mi sudadera y me guió por el pasillo.

Me sentí realmente extraño, en el transcurso de varias horas pasó de la desconfianza a arrastrarme por su casa como si me conociera desde siempre, llegamos a la habitación del fondo, y cuando abrió la puerta todos mis pensamientos se evaporaron.

Ante mis ojos se extendía una biblioteca, llena de varias filas de estantes repletos de libros antiguos.

-A mi madre le gusta coleccionar todas las ediciones de los clásicos-Explicó

Mi corazón se aceleraba a medida que me acercaba a los libros, llegué a la primera estantería y recorrí con mis dedos sus lomos, notando en mis yemas sus relieves, eran hermosos.

Observé toda la biblioteca sin dejar detalle, y me llamó la atención que al fondo, junto a la ventana había un enorme espacio vacío, ahí había sitio para otra estantería, pero no había nada, los rayos del sol entraban e iluminaba el suelo vacío, y las partículas de polvo que flotaban en el aire.

-¿Por qué ahí no hay una estantería?

Un silencio incómodo se hizo presente.

-Será mejor que te vayas ya, han pasado más de tres horas-Sentenció antes de salir por la puerta.

Dejándome con las palabras rozando mis labios y una extraña sensación en el pecho.

¿Había dicho algo malo?


Lo que los ojos no pueden verDonde viven las historias. Descúbrelo ahora