Capítulo 6

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Cuando llegué a casa de Jisung al día siguiente su madre me esperaba en la puerta, me acerqué con el ceño funcido.
-Bueno días Minho, siento no haber podido avisarte, Jisung no se encuentra bien y no podrás darle clases hoy.
-¿Qué le ocurre?.
-Está muy resfriado, supongo que no le sentó muy bien jugar con la nieve, hace tiempo que no sale de casa y su sistema inmunitario está más débil, no resiste el frío tan bien como antes.
El pecho se me apretó, debí haber pensado en eso antes de traer la nieve.
-Lo siento muchísimo, ha sido mi culpa, yo no… pensé con claridad…No debí hacerlo...-Estaba a punto de ponerme a llorar solo por eso.
-No te sientas culpable Minho, ayer conseguiste que mi hijo sonriera de verdad por primera vez después de tanto tiempo…-Noté un leve brillo en su mirada.
-Estará unos días en cama recuperándose, pero no te sientas mal, jugar con la nieve era algo que necesitaba hacer, y de verdad estoy muy agradecida de que se te haya ocurrido-Posó su mano en mi hombro y apretó levemente.
-Puedo… ¿Puedo pasar a verlo?-Pregunté dudoso.
-Claro, entra, le alegrará verte-Cerró la puerta a nuestras espaldas-¿Quieres tomar algo?.
-No muchas gracias, acabo de desayunar.
-Está bien, si necesitas algo estaré en la sala, Jisung está en su habitación.
Subí las escaleras, sintiendo mis pies pesados, lo habíamos pasado muy bien con la nieve, pero Jisung se había resfriado y no podía evitar sentirme culpable.
Me quedé unos segundos al otro lado de la puerta, pensando si de verdad era buena idea entrar, quizás estaba dormido y era mejor no molestarlo… Mis pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de una fuerte tos, no estaba dormido.
Abrí lentamente la puerta y lo encontré acostado en la cama, tapado con las mantas hasta la barbilla y la mirada fija en el techo.
Tardó dos segundos en voltear su cabeza hacia mí y cuando sus ojos se cruzaron con los míos, brillaron.
Quise morirme.
-Minho, creí que hoy no vendrías-Sonrió débilmente.
-Solo vine a ver como estabas-Me acerqué al borde de la cama, su rostro estaba sonrojado y se me hizo demasiado adorable-Te dejaré descansar.
Me volteé para irme, pero su cálida mano sujetó mi muñeca, cortándome la respiración por unos momentos.
¿Qué estaba sucediendo conmigo?.
Seguí con mi mirada el recorrido desde su mano hasta su rostro, intentando asimilar que no eran imaginaciones mías y verdaderamente Jisung me estaba reteniendo.
-No te vayas.
-Pero Jisung…
-Quédate aquí conmigo, por favor, aquí -Se apartó a una esquina de la cama y levantó las sábanas para que yo pudiera entrar.
-¡¿Ahí?! ¿Seguro? ¿Estás delirando con la fiebre?-Sentí mis mejillas sonrojarse fuertemente ¿Cómo iba a acostarme a su lado? ¿Por qué de pronto todo lo que tenía que ver con él me ponía más nervioso de lo normal?.
-Vamos Minho, acuéstate aquí conmigo, no quiero estar solo.
Me miró suplicante, y empecé a contar hasta diez para no desmayarme allí mismo, solo pude llegar al número tres, tiró de mi mano haciéndome caer a su lado y me tapó con delicadeza, como si yo fuera el enfermo y no al revés.
Su mano rozó la mía de nuevo y mi corazón se aceleró como nunca lo había hecho, lo que estaba viviendo era tan surrealista que por un momento pensé que despertaría en mi cama, sudado y confundido.
Me volteé lentamente a mirarlo, para cerciorarme de que de verdad estaba a menos de un centímetro de él, lo encontré mirándome, la luz del techo le iluminaba las mejillas, la fiebre se reflejaba en su mirada desenfocada y su rostro sonrojado.
-Estoy muy feliz de que estés aquí-Dice antes de cerrar los ojos y sonreír levemente.
Yo no estaba bajo de defensas, ni deliraba con la fiebre, fui totalmente sincero cuando le respondí- Yo también.

[...]
No sabía dónde estaba, tenía mucha calor y sentía un gran peso encima.
Mis ojos se abrieron lentamente, todo era blanco, estaba en…Mierda.
No había sido un sueño, me había quedado dormido junto a Jisung.
Jisung.
Todo su cuerpo estaba apoyado contra el mío, su mano rodeando mi cintura, su cabeza descansando a pocos centímetros de la mía, me volteé a mirarlo y su cabello me hizo cosquillas en la nariz, tuve que morderme los labios para aguantar un estornudo que pudiera despertarlo.
Estaba atrapado, en un lugar del que no quería salir nunca.
El sonido de su respiración se convirtió en mi mundo entero, todo se desvaneció a mi alrededor.
Los sentimientos que hasta ahora había retenido sin saberlo explotaron en mi pecho y volaron.
-Jisung… Creo que me gustas…-Susurré mordiéndome el interior de la mejilla con fuerza, y soñé que me respondía que yo a él también, soñé que nos cogíamos de la mano y salíamos a pasear bajo la nieve, soñé…
No era momento para preguntarme si mis sentimientos eran correctos, ni rayarme pensando en si él sentiría lo mismo, no era momento de pensar en nada, no cuando su cuerpo aferrado al mío era lo único que me importaba.
Saqué una pierna fuera de las mantas con cuidado porque el calor que sentía empezaba a sofocarme, pero respiré con cuidado, para no despertarlo, como si fuera una bonita mariposa que podría desaparecer con el mínimo movimiento.
Me volteé muy lentamente y apoyé el codo en la almohada para mirarlo, el pecho se me derritió al enfocar sus labios levemente separados y sus largas pestañas rozando sus mejillas, intenté contenerme pero no pude, le besé los párpados y la frente húmeda por la fiebre hace rato.
Me recosté de nuevo en la cama deseando grabar en mi mente lo bien que se sentía su piel contra la mía.
-Quiero poner flores en la biblioteca-Habló.
Me sobresalté.
-¿Qué?-Lo miré con el ceño fruncido y el pecho acelerado, ¿Cuánto tiempo llevaría despierto?
Continuó tan tranquilo, sin soltarme, sin moverse un milímetro, como si pasáramos todas las tardes de nuestra vida así, como si no fuera la primera vez que despertábamos abrazados, y como si el ritmo descontrolado de mi corazón no hiciera ruido en sus oídos.
-He soñado que llenábamos de flores el espacio vacío de la biblioteca, y me he despertado sonriendo… ¿No es esa una señal de que debemos hacerlo?-Preguntó.
Sí lo era, sin duda lo era, si le había hecho sonreír, había que hacerlo.

Lo que los ojos no pueden verDonde viven las historias. Descúbrelo ahora