Capítulo 7

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Jisung pasó tres días en reposo para poder recuperarse, tiempo que yo aproveché para conseguir todo lo necesario para poner flores en su biblioteca, me aseguré de que la mayoría de ellas fuesen blancas como la nieve, como a él le gustaba.
Conseguí tierra, y una estantería de madera supuestamente fácil de montar.
Llamé a Jisung por teléfono para saber cómo estaba y para asegurarme de que seguía queriendo las flores o había sido un deseo fruto de las alucinaciones causadas por el resfriado.
-¿Sí?.
-Jisung, soy yo, ¿Cómo estás?.
-Ya estoy mejor, ¿Cuando vas a venir?.
-¿Me has echado mucho de menos?-Sonrío sabiendo de antemano que me responderá de forma grosera.
-Han sido los mejores tres días de mi vida, ¿Vas a venir ya o que?, Estúpido.
Reí más fuerte.
-Voy ahora, oye una cosa…¿Sigues manteniendo la idea de las flores?.
-Pues claro, ¿Piensas que no te lo dije en serio?.
-Bueno… Dicen que es mejor no hacer mucho caso a las palabras de un borracho o de alguien con cuarenta de fiebre.
-Eso no es lo que dicen Minho, los borrachos y los delirantes siempre dicen la verdad, no sabes nada de la vida.
-¿Entonces era verdad cuando dijiste “Estoy muy feliz de que estés aquí”?-Imité su voz en tono de burla.
-Cállate y ven a plantar las flores.
Me colgó, y yo negué con la cabeza sintiendo mi pecho cálido.
Ese día mi madre estaba libre y me ayudó a cargar todas las cosas en el coche, me pasé todo el camino con una sonrisa en los labios que nada ni nadie podría borrar.
-¿Estás tan contento porque le llevas flores a Jisung?-Mi madre siempre tan directa con las preguntas.
-Supongo que sí.
-Es un gesto muy bonito hijo, tengo ganas de conocerlos.
-Su madre es un encanto, siempre tiene una sonrisa en sus labios, y él es… Él es como un melón.
-¿Un melón?-Preguntó en una especie de chillido de sorpresa.
Una carcajada brotó de mis labios cuando me di cuenta de lo que había dicho, pero era cierto
-Es exactamente como un melón, duro por fuera, pero dulce por dentro-Sonreí.
El melón era mi fruta favorita.

[...]
Cuando llegamos, la madre de Jisung nos esperaba en la puerta sonriendo como siempre.
-¡Hola! Tu debes de ser la señora Lee.
-Así es, tu eres la señora Han, Minho me habla mucho de ustedes, espero que estés contenta con su trabajo.
Arrugué la nariz ante ese comentario.
-Tu hijo es maravilloso, siempre consigue sacarle una sonrisa a Jisung, eso para mí es más importante que sus clases de inglés.
Sonreí, esa mujer era la amabilidad y la gratitud personificadas.
Jisung nos esperaba al final del pasillo, a una distancia prudencial de la puerta, dando toques con su talón izquierdo en el suelo, estaba nervioso y me resultó muy tierno.
-Hola Jiusng, ¿estás listo para convertirte en jardinero?.
-Creo que sí-Sonrió débilmente.
Mi madre y la suya nos ayudaron a llevar todo a la biblioteca y se esfumaron a la sala a seguir charlando, al parecer solo trabajaríamos nosotros.
-Muy bien-Coloqué los brazos a ambos lados de mis caderas observando todo en el suelo-¿Qué te parece si vas llenando las macetas de tierra mientras yo monto la estantería?.
-Está bien.
Seguir las instrucciones se me hizo más fácil de lo que creía y en quince minutos la estantería estaba montada y lista para sujetar seis macetas con flores.
Me volteé hacia Jisung y lo encontré con las manos llenas de tierra y la mirada perdida en el suelo.
Me acerqué lentamente a él y posé mi mano en su hombro, se sobresaltó.
-Jisung, ¿Estás bien?.
-¿Eh? Si, sí, solo… Estaba pensando…
-¿Te has arrepentido? Si no quieres hacerlo no pasa nada-Intenté buscar su mirada.
-Sí quiero, pero me cuesta un poco…-Tomó una profunda respiración y se agachó para coger una gardenia blanca y meterla en una de las macetas, le ayudé.
Me agobiaba un poco el hecho de que no se abriera, de que no dijera en voz alta eso que lo atormentaba, pero me prometí a mi mismo no hacer preguntas ni presionarlo a nada y cumpliría la promesa.
A los pocos minutos la estantería estaba llena de flores blancas y amarillas, y nuestras manos marrones.
Jisung tenía una débil sonrisa en su rostro y eso me dejó un poco más tranquilo.
Los rayos del sol entraban por la ventana y descansaban en los pétalos de las flores, crecerían muy bien, era el sitio perfecto para ellas.
Mi madre y la de Jisung entraron a la biblioteca y los ojos de la señora Han brillaron como los de Jisung cada vez que miraba el corcho de su habitación.
No tenía ni idea de lo que ocupaba antes ese lugar, pero ahora había flores, y las flores siempre son la mejor opción para cubrir una ausencia.
La madre de Jisung se acercó a él y le besó la sien, tuvieron una pequeña conversación que no pude escuchar y se voltearon a mirarme.
-Gracias Minho, ha quedado hermoso-Me dijo ella sonriendo.
-Ha sido un placer-Sonreí de vuelta y me dirigí hacia la puerta junto con mi madre.

Me pasé la tarde con la cabeza hecha un lío, llena de preguntas sin respuesta.
A veces sentía que estaba tan lejos de Jisung como la puerta de su casa, su cuerpo estaba cerca de mí, pero un gran puente de miedos y secretos nos separaba.
Podía diferencia cuando se sentía bien y cuando no dependiendo de su expresión corporal, cuando estaba tranquilo parpadeaba lentamente, su respiración era suave y sus piernas se mantenían quietas, cuando estaba ansioso se mordía las uñas, no podía mantenerse quieto y su nariz se arrugaba cada dos por tres, pero no podía saber el motivo de su felicidad cuando sonreía mirando al suelo, ni podía saber el motivo de su ansiedad cuando su mirada se perdía, y eso me angustiaba, deseaba con todas mis fuerzas poder ayudarlo, pero no sabía cómo.
Jisung no solo estaba atrapado dentro de su casa, también estaba atrapado dentro de sí mismo, y cada vez que estaba a punto de abrirse algo lo frenaba.


[...]
Cuando llegué a su casa a la mañana siguiente su madre me informó de que el doctor le estaba haciendo una revisión y me invitó a un café mientras.
-¿Es difícil verdad?-Preguntó moviendo la cuchara en su taza.
-¿El qué?-Pregunté confundido.
-Tener la paciencia necesaria para esperar a que Jisung te deje entrar en su corazón-Sonrió débilmente mirándome.
-Sí es un poco difícil-Admití.
-Él lo hará, aunque tarde, lo hará, si tú lo esperas-Se quedó unos segundos en silencio y después continuó-Antes tenía varios amigos, pero cuando vieron que no había forma de sacarlo de casa, dejaron de venir, no pensaron en cómo él se sentía, simplemente cayeron en la cuenta de que el ya no saldría de fiesta con ellos, y no volvieron.
-¿Y a eso se le puede llamar amigos?.
Su sonrisa se ensanchó-Tienes razón, un amigo no te deja solo cuando más lo necesitas-Tomó un sorbo de café-¿Sabes? Él me habla mucho de tí.
-¿De mí?-La piel se me erizó.
-Sí, dice que tu eres diferente al resto, que sabes escuchar su silencio.
Tuve que morderme los labios muy fuerte para reprimir las ganas de llorar.
-Aunque tu tengas la sensación de que tal vez no lo estás ayudando no es así, sonríe más de lo que hizo en años, parlotea todo el tiempo de los juegos que le propones para aprender inglés, le has devuelto las ganas de saber cosas que ya no le importaban, hace meses le daba exactamente igual el tiempo que hacía fuera, porque él no saldría a disfrutarlo, y ahora no hace otra cosa que hablarme del frío que hace o de lo nublado que está el cielo, por eso deseo que no te rindas, porque aunque no se abra del todo, tú ya estás en su corazón, y solo es cuestión de tiempo que él se sienta seguro y te cuente todo eso que deseas saber-Alargó su brazo y me tomó de la mano-No te pediré que lo esperes, pero si deseas hacerlo seré muy feliz, si hay alguien capaz de conseguir que Jisung cruce de nuevo el umbral de la puerta, eres tú.

Esa frase me dejó con las piernas temblando y el corazón hecho un ovillo.


Lo que los ojos no pueden verDonde viven las historias. Descúbrelo ahora