Capítulo 8

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Me desperté sobresaltado con el sonido de mi teléfono, ¿Que hora era? Miré el reloj, las 2 de la mañana.
¿Quién me llamaba a las 2 de la mañana?
Respondí sin mirar la pantalla, sin poder abrir del todo los párpados pesados por el sueño.
-¿Si?
-Minho, lo siento mucho, yo no quería hacerlo, fue sin querer-Sollozó con fuerza.
Mis ojos se abrieron de golpe y me senté de un salto en la cama-¿Jisung? ¿Qué ocurre?
-Yo no quería hacerlo Min, eran tan bonitas, lo siento tanto-Empezó a llorar de nuevo.

Solo necesité dos segundo para levantarme y vestirme -Estoy de camino Jisung, tranquilo.
No respondió y eso me preocupó más.

Salí por la puerta corriendo y no paré de correr hasta tener su casa ante mis ojos, me tomé unos segundos para respirar y me acerqué a la puerta, sujeté la manilla y me sorprendí al ver que se abría.

Todo estaba oscuro, caminé hasta el fondo del pasillo y vi que salía luz de la biblioteca, no dudé, caminé a pasos acelerados y atravesé la puerta.

Las lágrimas subieron a mis ojos al ver a Jisung en el suelo llorando, rodeado de tierra y macetas tiradas, corrí hacia él con el pecho subiendo y bajando a toda velocidad.
Me arrodillé a su lado y le rodeé los hombros con cuidado.
-Jisung, ¿Qué ocurre?.

Se incorporó para mirarme, sus ojos llenos de lágrimas repasaron mi rostro durante tanto tiempo que tuve miedo de que llegara a perder el conocimiento.

-Yo no quería tirarlas-Una lágrima bajó de nuevo por su rostro-No sé qué me pasó, perdí el control, y cuando me di cuenta ya todas las plantas estaban en el suelo-Le temblaron los labios y deseé cambiarme por él, para ayudarle a sostener la carga que llevaba, deseé poder hacer algo para reparar sus trozos rotos.

Lo rodeé con mis brazos y él escondió la cabeza en el hueco de mi cuello sin poder dejar de llorar, se aferró fuerte a mi sudadera, tuve que hacer un gran esfuerzo para no ponerme a llorar con él.
-No pasa nada Jisung, sé que no querías hacerlo-Le acaricié la espalda con mis temblorosas manos.
-No quería-Sus palabras se murieron en mi cuello.
-Tranquilo, estoy aquí contigo -Lo abracé con todas mis fuerzas, quería que supiera que no estaba solo, que yo estaba con él y no dejaría que nada malo le ocurriera.

No sé cuánto tiempo permanecimos abrazados, sin decir nada, mi sudadera estaba húmeda después de atrapar todas sus lágrimas, poco a poco su respiración se hizo más lenta y creí que se había dormido, hasta que despegó su rostro hinchado y sonrojado de mi hombro y me habló con voz temblorosa.
-Había un piano-Dijo mirando hacia la estantería ahora vacía.

Me planteé seriamente si debía hablar o quedarme callado, opté por la segunda, no quería que mi voz lo interrumpiera ahora que por fin tenía intenciones de hablar.

-Mi hermano mayor tocaba el piano, era realmente bueno, allá donde fuera llamaba la atención, no solo por ser un gran artista sino también por su personalidad, era tan amable y cariñoso… Se llamaba Jung, él siempre se preocupa mucho por mí, incluso cuando todos estaban pendientes de él, me tenía a mí como su prioridad, y buscaba que yo me sintiera valorado-Las lágrimas bajaban por su rostro de nuevo
-Pero yo solo me sentía querido con él, mis padres no me hacían mucho caso, sobre todo mi padre, se pasaba el tiempo pendiente de que él tuviera todos los lujos posibles, la mejor ropa, la mejor educación… Todas las palabras bonitas eran para él, y yo me sentía una molestia, sentía que era el hijo no deseado, por mucho que lo intentara nunca conseguía estar al nivel de mi hermano, por eso decidí destacar de la única forma que se me ocurrió, empecé a salir de fiesta todos los días, muchas veces llegaba borracho y les armaba un desastre, rompiendo las pocas posibilidades que había de que mis padres se sintieran orgullosos de mí-Empezó a jugar con sus manos nervioso, y yo posé mi mano sobre ellas, ofreciéndole calma.
-Mi padre tenía un truco para que yo viniera a casa temprano, me llamaba por teléfono fingiendo una angustia que no tenía y me decía que tenía que volver a casa porque algo malo había pasado, yo siempre picaba el anzuelo y volvía a casa preocupado, cuando llegaba todo estaba bien y el me esperaba sonriendo descaradamente, porque yo de nuevo había caído en la trampa, eso me daba mucha rabia
-Un día me llamó como siempre diciendo que había ocurrido algo horrible y debía volver con urgencia, y yo decidí no creerle, seguí de fiesta, y cuando llegué al día siguiente por la mañana mi hermano había fallecido en un accidente, por primera vez sí había ocurrido algo malo, y justo ese día no le creí-Se mordió los labios con fuerza y se dio dos golpes con el puño en la frente.
-Ese día entré en casa y ya no…
-No volviste a salir-Terminé por él
Asintió limpiando las lágrimas con la manga de su chaqueta.

-Mi padre se fue de casa y no regresó, y mi madre tuvo que comerse ella sola la pérdida de su hijo mayor y el trastorno de su hijo menor.
Me quedé en silencio, asimilando, tenía que haber sido muy duro para su madre, su corazón se había roto de todas las formas posibles, y aún así todos los días tiene una sonrisa que ofrecer.

-Pasan los años y sigo siendo el mismo inutil, incapaz de hacer que mi madre pueda sentirse orgullosa de mí.
-Tu madre está muy orgullosa de tí Jisung.
-¿Por qué lo estaría? No hice nada bueno en mi vida.
-Eres amable, responsable, estudioso, tu corazón es noble, no existe maldad en tí, todo eso son motivos para que una madre esté orgullosa de su hijo-Tomé de nuevo su mano y sus dedos temblaron bajo mi toque.
-Tu no eres culpable de nada, solo buscabas la atención que te merecías, eso no es un delito-Lo miré a los ojos y estos brillaron por unos segundos.
-Gracias Minho, por esperar a que estuviera preparado, gracias por escucharme y entenderme, de verdad-Frunció los labios durante unos segundos, un simple gesto que me derritió el corazón.
-No tienes que agradecerme, solo ayudarme a recoger todo esto-Me levanté y empecé a llenar una de las macetas con la tierra del suelo, afortunadamente ninguna se había roto, podrían salvarse.

Empezaba a amanecer, después de una noche intensa, los rayos del sol empezaban a iluminar las flores de nuevo en su sitio y mi corazón se sentía distinto, ya no latía como antes, ahora la tranquilidad dirigía sus latidos.

Estaba distraído observando por la ventana cuando sentí los dedos de Jisung entrelazarse con los míos, provocando un revoltijo en mi estómago.

-Creo que las flores le gustarán mucho, ojalá pueda verlas-Dijo.
-Ojalá-Sonreí.

Vimos al sol salir a través de los cristales, sintiendo el frío de la mañana en la piel sin la necesidad de salir afuera, a medida que pasan los minutos, yo, inconscientemente fui haciendo más intenso nuestro agarre, con ganas de tatuarme en la piel sus huellas iluminadas por el amanecer.

Lo que los ojos no pueden verDonde viven las historias. Descúbrelo ahora