III

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Los gemidos agudos de la omega podían escucharse por toda la casa. Pronunciaba de forma incoherente el nombre del hombre encima suyo con tanto deseo, mientras él le penetraba profundamente. Y aunque él también se hallaba disfrutando del calor del celo, no se sentía satisfecho, los jadeos no causaban esa sensación, ese sentimiento que años atrás había experimentado por primera y única vez.

A pesar de querer hacer sentir bien a su esposa, su mente le jugaba en contra poniendo en su mente el nombre, el rostro y el aroma de alguien más. Quería que fuera él en vez de ella, quería tenerlo a él jadeando y gimiendo su nombre, quería escucharlo a él en vez de la voz chillona de su esposa. Y eso, eso le hacía sentirse culpable.

Dando sus últimas estocadas, sintió su abdomen bajo contraerse, anunciando su próximo orgasmo. Con un gemido grave, salió de ella rápidamente evitando anudarla, manchando así el abdomen delgado de la omega. Y antes de que el éxtasis del orgasmo pasara, la mordió. No era una marca permanente, y eso ella lo sabía; la marca desaparecería en unas semanas.

Como todas las anteriores.

Para él, Younha era bonita, no tenía por qué mentir sobre ello, tenía todo lo que un alfa "necesita" o ve en un Omega; bonita, buen cuerpo, y, en su momento, un carácter puro. Tristemente, no eran las cualidades que su alfa y él mismo buscaban. Su alfa solo buscaba la sonrisa cálida, aquellos ojos miel que le robaron la respiración tiempo atrás, aquella suave piel que no se cansaba de tocar, y aquella voz dulce que lo trasladaba a lugares indescriptibles.

- ¿Estas bien? – preguntó intentando recobrar la respiración. A pesar de no sentir amor por ella, le guardaba cierto cariño y aprecio por haber estado con él en momentos complicados.

- Si. – respondió ella, sin mostrar emoción alguna.

Sabía que su lobo estaba asimilando la reciente marca, al ser una temporal; los lobos recienten la mordida, ya que se sienten rechazados o insuficientes para crear una marca real.

Hacía exactamente dos años que se habían conocido. Fueron, quizá, el remedio del otro.

La situación familiar que vivía era demasiado para él. Su padre había sido el dueño de uno de los hospitales más grandes de Corea, sin contar que muchos consideraban el hospital de Seúl como el mejor. Tenía las mejores herramientas, estructura, el mejor equipo de médicos con distintas especialidades, y, sobre todo, la mejor atención que la mayoría busca. Básicamente era el mejor para muchos.

Desgraciadamente su padre había sufrido un accidente, y fue así que tuvo que renunciar a su cargo como director, vendiendo alguna de sus acciones, claro, sin dejar de ser el accionista mayoritario. Debía cuidar de su familia, y solventar los gastos de ésta ya que tenía a dos cachorros que cuidar, y su omega ya no estaba más. Y fue así que un nuevo al mando llegó. El alfa confiaba mucho en él, era su mano derecha.

El nuevo director del hospital de Seúl cometió muchas infracciones. Lavado de dinero, era uno de los delitos más grandes. Hubo muchas pérdidas, se tuvo que reducir empleos, los suministros eran escasos. Básicamente el hospital estaba en quiebra.

Su padre había enfermado durante ese tiempo, pues las demandas lo tenían acorralado, aun sin haber hecho nada malo. Fue entonces que con su hermano se prometieron recuperar el legado de su familia cuando ambos estuviesen en condiciones.

Los años pasaron, y el hospital cada vez empeoraba, uno de los pocos médicos con buen corazón, luchaba por mantener el hospital vivo. Pero estaba cansándose.

Una vez graduados, su hermano y él, salvaron el hospital de la ruina. No fue nada fácil volver a ser lo que eran antes, fue un trabajo bastante cansado, hubo momentos en que ninguno de los dos podía seguir. Pero se animaban al saber que estaban luchando por aquello que su padre y madre habían trabajado arduamente.

IAL; Angel. (YM, KV, NJ) Omegaverse.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora