Prólogo

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Las voces corrían por la casa de tejado color marrón. Todos parecían querer matar a la joven muchacha de dieciocho años, los ojos cafés estaban llenos de lágrimas y los sollozos salían de sus rotos labios. Juraba por su vida que no había hecho nada malo, no había cometido pecado alguno, para su lástima nadie la creía.

Un par de ojos avellana la miraban con disgusto desde lo alto de una escalera, lo que parecería una tierna mujer de edad avanzada y una bella mujer de edad media eran la que la juzgaban sin pruebas algunas, suposiciones que la estaban llevando a pagar por algo que realmente no había hecho. 
Un hombre de pelo rizado y corpulento apareció detrás de la puerta principal con un joven muchacho atrás de él, la joven de ojos cafés se levantó corriendo hacia él. Él le abrazo con fuerza; —Papa, tienes que creerme, no estuve con él, se enfadó cuando me negué y empezó a conducir como un loco— en el callo ante sus apresuradas explicaciones. Dirijo la mirada hacia arriba. Donde se encontraban las mujeres;
—Ve con tu hermano hija— el joven que estaba detrás de su padre, el joven agarró la mano de su hermana y camino colocándola detrás de él, para así intentar que las miradas de desaprobación se impactasen en él y no en su humillada hermana.

Al desaparecer de la vista de todos los mayores se miraron entre sí, y las voces estallaron de nuevo.
—¿Cómo es posible que no creas a tu hija?, ¿Qué ganaría ella mintiendo? — la mujer miraba a su esposo con rabia; —Es una mentirosa, ha dejado el honor de esta familia por el infierno. — el hombre llevo sus manos a la cabeza intentando tener severa paciencia.  —¿Qué le ha pasado en la boca? — entonces la mujer palideció. Su silencio enfurecía más a su marido. —¿Qué le has hecho?, ¿Le has pegado? — ella negó al momento. La mujer de edad avanzada empezó a caminar intentando salir de esa situación.
La mano rígida de su yerno sobre su brazo la freno; —¿A sido usted verdad? — la mujer miraba desafiante al corpulento hombre.
—Se ha caído de boca, yerno— el hombre la soltó molesto, miró a su esposa con rabia mientras su suegra se iba impune.  —¿Tu madre pretende que yo me crea eso?, Nuestra hija tiene más equilibrio que cualquier persona de esta casa, es bailarina desde que nació. —  la mujer le miro de reojo.
—No pretende que te lo creas, es lo que ha pasado. Ahora deja de ser el padre del año y asume que tu hija te ha dañado la reputación, a ti, a mí, la empresa, a la familia Mayer debe pagarlo. — los ojos de su mujer parecían salirse de las órbitas.

El hombre suspiro mirando como su mujer iba escaleras arriba, a dios sabe dónde totalmente enfadada.
Por otra parte, en un caserón amplio un hombre examinaba con detenimiento a su hijo, el cual estaba sentado en la butaca mirándole con una ceja alzada.
—¿Por qué debería hacer eso?, Además es una niña a mi lado. — su madre golpeó la mesa con furia, haciendo que el padre del joven diese un sobresalto. —Porque eres un energúmeno, que no sabe lo que es la decencia, y ha preferido irse con furcias y provocar desastres hasta acabar con el honor de su familia— su padre le miro de reojo entre los dedos que cubrían su cara.

Esa mirada decía clara y expresivamente; “Está vez yo no te puedo salvar” el paso sus manos por la cara angustiado.
—Haber el punto de joderme la vida lo entiendo, pero literalmente le saco casi cinco años. — la madre solo desapareció de la sala a paso ligero, murmurando cosas inentendibles al oído común. Los ojos avellana del joven se dirigieron a su padre suplicantes.
—Vamos papá, ayúdame— el hombre solamente miró a su hijo y tapo su cara con un enorme listado de papeles, pasa solo decir secamente; —Quiero que para la fiesta de compromiso te hayas quitado esos pendientes con los que te has agujereado la cara—
Él se levantó molesto y camino hasta la puerta cerrándola de un terrible portazo, en dicha puerta lo esperaba un joven con los mismos ojos avellana que él.

—No quiero decirlo, pero te lo dije, esos amigos no te convenían, pero como eres el hombre más cabezón que conozco en mi mísera existencia te tienes que joder— miró como su hermano menor se iba a paso lento, un tic severo apareció en su ojo izquierdo. Se movió de manera exagerada y frustrada para irse caminando hacia su habitación.

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