Capitulo 8; Por mi vida.

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Luego de estar un largo rato llorando en los brazos de su hermano, el mismo le obligó a levantarse y arreglarse. La saco al salón donde estaban Tomás, su madre y Asher, el cuñado de la muchacha silbó.

—¡Señor!, ¡Tomás que me caso yo con ella!—exclamo el con gracia agarrándola de la mano y dándole vueltas.
La mortal mirada de su hermano le complacía, parecía celoso y se iba a aprovechar de eso.

—Vamos Marlen, vamos a ir a comprar— ella frunció el ceño. —¿Por qué?— el le miraba mientras se colocaba la chaqueta.

—¿Por qué no tienes ropa? Por si no te lo ha dicho tu madre la ropa que venía en la mudanza se ha perdido, ¿Por qué tenemos que ir a una cena de empresa porque si no mi padre me capa?— ella se enrojeció.

—Tomas William— llamo su madre severamente, el suspiro y extendió su mano.
—Vamos— ella seguía en su sitio, Asher le agarro la mano a la muchacha y al hermano de esta y salieron por las puertas.

—Yo conduzco, te cojo las llaves del Jeep— el de ojos avellana maldijo a su hermano. —¡Deja mi Jeep!— grito a su hermano saliendo corriendo detrás de ellos.

No les quedo más remedio que soportar que Asher condujese, Marlen soltaba unas risas al ver el sufrimiento de Tomás cada que su hermano movía la palanca de marchas con tanta fuerza.

La madre de Asher, Alicia miraba con diversión a su hijo menor, sabía perfectamente que estaba vengándose de su hermano mayor, tras unos insufribles cuarenta minutos según Tomás de escuchar a la banda favorita de Marlen y Asher, los cuales gritaban al escuchar la voz del vocalista en la radio llegaron al destino.

Lucas y Marlen se quedaron impresionados de ver esa enorme extructura.
Los hermanos Rosenthal se echaron a reír, caminaron dentro del recinto, tiendas de todo tipo los rodeaban.

La primera tienda a la que entraron fue a la de ropa interior, solo Alicia y Marlen.
La muchacha estaba totalmente colorada al ver como su suegra cual madre que iba al mercadillo con su hija le media las tallas por encima de la ropa.

—¡Podéis daros prisa!, Apesta a lavanda— grito Tomás desde la puerta del establecimiento.

La joven agarró varias cosas al azar y corrió a pagarlas; salió de la tienda mirando a su cuñado, el cual le inspecciono la bolsa.

—Dios, ni las monjas Marlen— masculló el disgustado. Ella solo rodó los ojos y siguió caminando, por cada pasillo que avanzaba iban acercándose a las tiendas más lujosas que se encontraban.

Alicia se paró en varias, y dichas compras tuvo que cargarlas Tomas con verdadera pesadumbre.

Llegó el momento de comprar ropa de diario para la joven, ella entró en una de las muchas tiendas que habían, los ojos de la muchacha se fueron a un precioso vestido largo, verde y morado, pegado a la parte de arriba y suelto en la cintura. Lo agarró de inmediato sonriendo, los ojos pasaron a unas faldas, a unas camisas, a unos vaqueros.

Si por ella fuese se hubiese llevado toda la tienda, tras salir se encontró con Lucas, mirándola con media risa, Tomás maldiciendose porque tendría que cargar más bolsas y Asher que seguía con la mala mania de cotillear las bolsas de su cuñada en busca de robarle algo.
Tras tres largas horas llegaron a la tienda que más necesitaban, un vestido de fiesta y un traje. Al momento de entrar los atendieron con rapidez.

—Pueden mirar toda la variedad de estos vestidos de fiesta para la muchacha, aunque con tu busto estaría bien un buen escote en “V” estarías divina— la muchacha se sonrojo al momento de escuchar eso.

—Querida, mira con calma. Yo voy a ir a terminar de comprar unas cosas, ¿Está bien si te dejo sola un rato?— ella asinto con tranquilidad.
Se fijaba en todos los vestidos, había unos muy voluminosos, otros muy sobrios. Otros que simplemente no cuadraban con ella, tras casi media hora se sentó en la butaca que había frustrada, sintió las manos cálidas de alguien en sus hombros se giro y visualizo a Tomás.

—¿No te decides?— ella seguía callada; —Vamos Marlen, ya te he pedido perdón. No me martirices más— ella agachó la cabeza.

—Pensaba que te había pasado algo— el se sentó a su lado. —Pensaba que te habías estrellado con el coche, que a lo mejor querías reunirte con Julia para gritarle todo lo que no le dijiste en vida— ella se limpio las traicioneras lágrimas que le caían por los ojos

—Tenia miedo de que te pasase algo, y llegaste con ese pestazo a alcohol y cigarros, me dieron náuseas verte, pero aún así me lance a abrazarte— Los ojos del joven estaban fijos en los orbes chocolate de la joven.

—Marlen— murmuró el, ella temblaba bajo la vista del joven.
— No me gusta que te enfades porque me ignoras como si fuese un perro— ella le miro con una ceja alzada. —Pero quiero que te enfades porque te pones muy guapa sabes— los colores subieron de nuevo a la cara de la muchacha.
Bajo la mirada al suelo y se escondio tras su pelo largo.

—Con palabras dulces no me vas a hacer olvidarme de ese momento amargo — mustio ella.
El llevo sus manos al mentón de ella sonriendo;— Perdoname, te lo juro que no quería decirte nada de eso — ella le miro, trago en seco y suspiro.

—¿Por qué viniste ayer así?— el paso sus ojos a los suaves y rotos la labios de la joven. —Vine borracho perdido, lo admito Venía desesperado, por un amor perdido. Acababa de perder a una persona aunque muy hija de puta importate para mí, vine borracho perdido por culpa de una mujer que nunca me quiso— Ella paso sus manos por encima de él lanzándose a abrazarlo.

—Eres un capullo— los ojos de el se aguaron; — Lo se.— Luego del momento empezaron a buscar ropa, necesitaban encontrar algo decente, Tomás vio pasar algo por sus ojos de forma estrepitosa, corrió a la muchacha para enseñarle.
Ella al verlo por poco no se le sale el corazón de pecho;
—¿Estas loco? Mi madre me matará.—

El le miro y suspiro;
—¿Qué me importa tu madre?, Vas a estar preciosa, pruébatelo. — ella aceptó, cierto era que vestido era un monumento.

Blanco puro, con un corset dorado con cosas florales, la falda larga hasta el suelo con una abertura en la puerta.
Se metió en el probador y empezó a desvestirse, tras ponerse el vestido se maldijo. No podía cerrarse bien en corset, con severa vergüenza saco la cabeza.
—¿Está por ahí tu madre?— Tomás negó; —No sigue en la tienda de al lado, ¿Qué pasa, ¿Necesitas ayuda?— ella suspiro y asintió.

El sonrió ladinamente, entro en el vestidor y vio lo que a sus ojos era un ángel. El pelo suelto y largo cayéndole por las caderas, el vestido pegado a su cuerpo, sugerente no provocador, ella se dio la vuelta para que le colocaste el corset dorado de manera correcta.

El con delicadeza agarró las puntas de las cuerdas que conformaban la parte de atrás del corset empezó a rodearlas en sus manos, cuando termino de enroscarcarlas en sus manos sonrió con malicia, apretó con fuerza el corset, estaba provocando a que la muchacha soltase algún sonido.

El pecho se le subió más de lo que estaba, sonrió viendo como ella se miraba maravillada en el espejo, con delicadeza paso sus manos por la cintura encorsetada de la muchacha, y de su cintura paso a su cadera, pegándola a el mismo con fuerza, ella sentía las cálidas manos de el sobre ella, jadeo con sorpresa ante tal acción.

Sonrió suficiente, había logrado su cometido;—Tomas para, tu madre y mi hermano…— el negó bajando su cabeza hasta el cuello de la muchacha, inhalando su aroma a canela, parecía estar alucinando ante el perfume que ella desprendía.

—Tomas— sonrió levantando la mirada hasta el espejo, mirándose en el espejo con ella.

“Julia tenía razón, voy a corromperla”

Ese pensamiento apareció en la mente del muchacho el cual al mirar el espejo lo único que sus ojos veían era a un ángel y a un demonio, seguía escondido en el cuello de la muchacha.

—Hazme el favor de mirarte, ¿Me explicas cómo se puede llegar a ser tan preciosa?— los colores le subieron a la cara, se dio la vuelta para estar frente a frente, el la pegó a su mismo con más fuerza, ella volvió a jadear.

—Vale ya esta, me llevo este. Sal quiero cambiarme— el sonrió mientras dejaba caer al aire sus manos las cuales habían descansado cómodamente en las caderas de Marlen.
Al salir el joven del probador se miró en el espejo, casi al borde del colapso.

—Dios santo, ¿Qué acaba de pasar?— murmuraba ella para si misma. Tocaba su cuello por donde el había estado escondido inhalando el aroma que desprendía, salió del vestidor y se encontró a su suegra. La cual la miró con una ceja alzada;

—¿Estas bien cariño?, ¡Estas roja!— Asher por detrás se reía, ella asintio jurandole la muerte a su cuñado con la mirada. El se volvió a reír, cuando volvieron a casa todos empezaron a prepararse, el pequeño William se quedaría con su abuelo con el que compartía nombre.

—Bien campeón, tu y yo nos vamos a ver un maratón de fútbol. ¿Bayern o Dormunt?— el pequeño alzó las cejas y grito.
—¡Barça!— el hombre se le oscurecieron los ojos y se echó en el sofá derrotado; —Otro traidor— murmuró, su hijo mayor se echó a reír.

—Papa no seas exagerado — el le apuntó con el dedo;
—¡Hijo tuyo tenía que ser!, Es obvio que a salido de ti— el joven levantó una ceja, la joven Marlen se cuestionaba sentada en el sofa de al lado con su hermano.

—¿De dónde salen los niños?— todos, absolutamente todos se le quedaron mirando, luego miraron a los padres de la joven, el hombre se escondió en el libro que su consuegro le había dejado, la mujer solo la ignoraba.

—¿Enserio no sabes de dónde salen los niños? — ella asintio confundida;
—Se que salen de la madre al dar a luz .— Tomás fue golpeado por Asher el cual lo miraba con sonrra.
—Vas a tener que enseñarle de dónde salen los niños Tomas— la madre de Marlen alzó la vista en ese momento. Miro con repugnancia a la muchacha, la cual agachó la mirada con miedo.

—Vete a la mierda Asher, y ya después hablaré contigo sobre eso, ¿Has estudiado en las mejores escuelas y no sabes la reproducción humana?, ¿A que mierda de colegio la mandabas, suegra?— se llevó una mirada mortal de la madre de su prometida, lo único que logró con eso fue una mirada de asco de su consuegra.

La mujer los mando a todos a arreglarse, tenían que estar allí a las siete de la tarde, y eran las cinco, la muchacha se metió en la ducha de la habitación en la que se había estado quedando en la casa Rosenthal.

Abrió el grifo con calma para que el agua tibia le cayese por el cuerpo, tocaron la puerta, ella se abrió un poco la cortina; era su suegra que le dejaba el vestido que se había comprado en el lavabo.

—Lo has dejado abajo cariño— ella asintió con una sonrisa;
—Gracias Ali— la mujer le sonrió con una ceja alzada.
—¿Ali?— ella se sonrojo por la vergüenza, ¿Se había tomado muchas confianzas?.
—Me gusta, vamos rápido que tengo que maquillarte Marli— ella sonrió con alegría, se podría decir que su suegra era su amiga, buen avance.

Termino de enjabonarse el cabello para aclararselo, escucho de nuevo la puerta, inocente abrió la cortina pensando que era su suegra, nada más lejos de la realidad era su madre y para su mala suerte ella le propino un golpe severo en las mejillas.
Se agarró a las barandas de la ducha asustada;
—Escuchame bien, no quiero que me vuelvas a dejar en vergüenza delante de nadie, ¿Qué son esas cosas de que no sabes de reproducción?, ¿Para que te mandé a esos colegios?, ¿Qué te enseñaban las monjas?— sintió una mano en su cuello el cual necesitaba ser soltado para que el aire pudiese pasar.

—Como tu prometido vuelva a dirigirse así de esa manera a mi juro que te dejaré las marcas del cinturón en la espalda de por vida, y más te vale taparte las marcas de las piernas y brazos niñata, y haber si dejas de comer. Estas horrenda.— ella la soltó, la joven se cayó de culo en la ducha con lagrimas en los ojos con rabia.

Cuando su madre salió del baño empezó a llorar debajo de la ducha con desesperación, el miedo, la impotencia y la rabia, la mataban. No era capaz de levantarse, en el pasillo se escuchó el llanto, el joven se adentro en la habitación con rapidez, viendo la puerta de baño entreabierta. Con vergüenza hablo;

—¿Marlen, estás bien?, Que mierda no estás bien, ¡Tapate voy a entrar!— ella como podía se tapo con la toalla después de cerrar el grifo.
El se encontró a la muchacha tirada en la ducha con la cabeza agachada y llorando, se agachó a su altura con rapidez y cuidado de no mirar más de la cuenta.
La intentaba levantar para que andase pero ella de negaba a que la tocasen.
—Marlen por favor, ¿Qué ha pasado?, ¿Por qué tienes el cuello rojo?— ella lloraba en el rincón.

Se atrevió y la abrazo dándole igual que se mojara, la levantó con cuidado de no tocar nada que le diera un boleto a comerse un guantazo, la tapo con los ojos cerrados con un albornoz y la sentó en el inodoro; —¿Ha sido tu madre?— ella asintió, se mordió la lengua con rabia, iba a matarla.

La agarró de la cara y pego su frente contra la suya; —Te lo juro, te juro que esta es la última vez que te tocan.—ella negaba llorando, el asentia, delicadamente mientras besaba su frente.

—Te juro por mi vida que esta es la última vez que te tocan, nadie te va a volver a poner una mano encima, ¿Vale?— ella miraba sus ojos, intentando creerle, el miedo era superior a ella, pero asintio, el joven la llevo a la cama y llamo a su madre para que se quedase con ella.

Esa casa estaba apunto de arder, y quién iba a prender el fuego era el mismo Tomás.


















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