Capitulo 10:El sol y la luna

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La puerta sonó, la joven Marlen intento taparse como pudo con la sábana, lo único que tenía puesto era la ropa interior, el joven Tomás entro. Le miro y sonrió viendo cómo estaba tapada hasta el cuello, mirándole con la cara roja, se fue acercando a la cama a medida que ella iba escondiendo la cabeza.
Sonrió con gracia y se sentó en el borde de la cama, ella asomo la cabeza y al ver los ojos avellana de Tomás, se volvió a esconder.

—Tomas, ¿Qué haces aquí?— el soltó una risa mirándola. — Te recuerdo que también es mi habitación. — la cabeza de la joven salió de la sábana y le miro con vergüenza al ver que se estaba quitando la ropa.
—Tranquila, no muerdo. ¿Ahora me dejarías dormir en nuestra cama?— masculló enfatizando ”Nuestra” con una media sonrisa, agarro las almohadas antes que ella y las tiro al suelo. Marlen le maldijo en voz baja y le miro sonrojada.

—Pues vale, duérmete. — el levantó un poco la sábana, ella negó y la agarro. —Marlen por un demonio seguimos en abril y aquí hace frío por las noches déjame taparme.— negó con rapidez.
—¡Pues ponte ropa!, ¡Tienes un pijama muy bonito en el armario!— Tomás sonrió de lado y se metió en la cama con rapidez tapándolos a ambos. Quedando frente a frente con ella, la cual estaba tapada con un almohadón que solía abrazar.

—¿Vas a dormir con el almohadón?— murmuró mirándole de arriba abajo. Ella asintió mientras lo apretujaba en su pecho, Tomas frunció ceño.
—¿Sabes que no podemos estar así de apretados en la cama?, ¿Quién te ha dado esa almohada tan grande?— ella bajo la mirada, mal echo se encontró con el abdomen del Rosenthal. Su rostro se coloreo del todo, Tomás le miro y sonrió.
—Marlen, tienes que dejar el almohadón en el suelo.— negó rotunda, Tomás rodó los ojos y cuestionó; —¿Por qué?— los ojos de la muchacha se aguaron por algún motivo que ni ella misma sabia.

—… no puedo dormir sin abrazar algo. — el entendió lo que pasaba, sonrió y acaricio el rostro de la muchacha.
—Puedes abrazarme a mi, no me molesta. —ella miro su almohadón y a su prometido. —. No te voy a hacer nada, ni mirar nada. Lo juro.— ella asintió lentamente mientras tiraba el almohadón y poco a poco se acercaba a el, cuando su piel contacto con la suya sintió lo cálido que era y lo fría que ella era. El le miro y con cuidado paso su mano por la cintura de la muchacha, ella sintió un escalofrío, que el la pegaba mas y mas el.

—Tom… las manos— el negó y me miro. —No me llames así.— el suave murmullo estaba resonó en su oreja.
—¿Tommy?— el sonrió ladinamente y asintió.
—Mejor, pero sigo prefiriendo Tomás.— ella asintió y las caricias del Rosenthal seguía siendo persistente.
—¿Te molesta?— ella asintió lentamente, el se quedó quieto, ella paso sus brazos por el y lo abrazo como si fuese una almohada —Solo, deja las manos en la cintura. Por favor.— el asintió lentamente. Maldecía, se maldecía a si mismo, maldecía su entrepierna y maldecía al cielo.

Justo en ese momento tenía que pasar, queria gritar, rezaba para que ella no se diese cuenta de la dureza de su entrepierna, poco a poco la respiración de la muchacha se hizo más pesada.

El intento dormirse y lo consigo por unas horas, pero el dolor lo despertó, miro a su izquierda, la miro y sonrió tierno, se había estaba totalmente dormida, lentamente se levantó y camino al baño, entro y se miro en el espejo.
Centro la mirada en su zona media, concreto si zona media, donde se encontraba a su “amigo” como el lo llamaba en su máximo esplendor. Se maldijo y miro por la puerta viendo a la muchacha dormida, cerro la puerta y se sentó en el retrete decidió aliviarse.

—Joder, ¿Por qué no te puedes estar tranquilo?— murmuró él a si mismo.
Cerro los ojos y jadeo, el un placentero alivio hizo presencia en su cuerpo. Movia las manos con rapidez, intentando no hacer ruido. Sin pensarlo de su boca salió el nombre de la muchacha:
—Marlen… ah…— no era consciente de lo que decía, al abrir los ojos se encontró con la muchacha mirándole, con los ojos abiertos como platos y cara roja, no tenía puesto nada. Solo la ropa interior, el intento hablar pero quejido salió de su boca, ella se dio la vuelta sonrojada y grito.

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