EL USURPADOR | EUNHAE

Usurpador.

Apenas sale el sol, se alista para preparar el desayuno de sus hijos y su inquilino.

Es cuidadoso con las cosas de valor y filosas, prefiere evitar una desgracia.

Es rápido al darle de desayunar a sus hijos y llevarlos a la escuela. Todo el trayecto preguntan por su padre y el por qué no pueden verlo, él no da explicaciones, prefiere ahorrarselas, ha lastimarlos con la verdad.

Prefiere callar y fingir que todo está bien.

Una vez de vuelta a casa, se asusta al notar mucho silencio y es precavido. Un ruido lo alertan y corre hasta el cuarto de lavado, dónde se encuentra a su inquilino avergonzado con las sábanas de su cama.

—Yo... Yo lo siento, tuve una pesadilla, no quería, no quise... Yo... Lo siento.

El hombre tiembla en su espacio, cierra los ojos, piensa que tal vez espera un golpe o algún insulto de su parte, mientras abraza la cobija sucia.

Siente lástima y dolor por él. Es como si estuviera viendo a un niño pequeño y no a un hombre de más de treinta años. Se mira tan vulnerable, indefenso, y solo, muy solo.

Es un niño abandonado, que solo desea reincorporarse a un hogar.

—No pasa nada, cariño.—añade un mote cariñoso dándole seguridad.—Trae aquí, te enseñó.

Había olvidado lo que era tratar con vulnerabilidad.

—Gracias donghae.

—No te preocupes, cielo.

El hombre parece a nada de quebrarse.

Es tan delgado, en extremo, sus labios están partidos, sus ojos los rodea unas feas bolsas, demacrados y tristes. Y su mirada, oh dios, su mirada gritaba por ayuda, pedía que le ofrecieran una mano.

Un poco de cariño, de amor, pedían a gritos un hogar.

—Listo.

Está usando la ropa que le ha dejado está mañana, la que era de su marido. La que le pertenencia a Eunhyuk, no a él.

Eunhyuk lo sigue hasta la cocina y come su desayuno en silencio aún tembloroso.

Acerca su mano al plato de Eunhyuk con la intención de servirle un poco más de comida, más este es veloz y golpea su brazo, temiendo que le arrebaten su comida. Al notar lo que ha hecho, sus ojos se agrandan y se disculpa con velocidad.

—Lo siento, lo siento, lo siento tanto donghae. No fue mi intención, soy un imbécil.—se jala de los cabellos y pellizca sus brazos.—Perdoname.

Su reacción le da mucho de hablar. Sabe que algo no está bien con este hombre.

—Tranquilo, no pasa nada, hyuk. Fue un accidente.

—No te quería lastimar, perdón, pensé que me quitarás mi comida. Y yo... yo tengo mucha hambre.—susurra.—No he comido en tres días.

—Esta bien, come cuanto tu desees. Está es tu casa.

El hombre come con más tranquilidad, sabiendo que tiene comida hasta saciarse.

Se siente complacido.

El resto de la tarde es igual, Eunhyuk lo sigue a todos lados como un perrito. Tan indefenso y leal como solo uno podía ser. Era como un perrito callejero, que nunca ha conocido la comodidad de un hogar, y ahora finalmente tenía uno.

—Necesito lavar la ropa de mis hijos antes de que regresen a casa.

—Puedo hacerlo yo.

Se sorprende mucho en realidad, Eunhyuk no es el tipo de persona que se preocupe por los demás, y menos por él.

Sin duda alguna este no era su marido. Tenía su rostro y apariencia física, pero no lo era.

—Te lo agradecería mucho, hyuk.

—Es un gusto.

Se apresura a hacer la comida, mientras su compañero se encarga de las demás tareas. Era tan eficiente, que había comenzando a limpiar el cuarto de sus hijos.

Una vez la puerta es abierta, baja con velocidad a recibir a sus hijos.

—¡Papá sigues aquí!.

Lo abrazan, está vez no teme que les pueda hacer daño. Lo ha observado que ha este punto sabe que es indefenso, y sin importar que haya pasado un día, ya confía en él.

—¿Cómo les fue en la escuela, niños?.

—¡Asombroso! Les dijimos a nuestros amigos que habías vuelto papá.

—Y nunca más se volverá a ir, ¿Verdad hyuk? Este es tu hogar.—agrega él.

Eunhyuk suelta algunos sollozos antes de asentir y darle la razón.

—Cierto.

Se reúnen en el comedor, dónde comen una verdadera familia, la que debieron ser desde siempre.

Aunque ese no fuera su Eunhyuk.