EL USURPADOR | EUNHAE

Hyukjae

Se despierta tarde, repleto de pánico, seguro sus hijos aún dormían y no llegarían a la escuela.

—¡Yuqi, Jisung despierten!—corre y abre con brusquedad su habitación, para encontrarlas vacías.—¿Niños?.

—Los ha recogido el transporte escolar. Disculpa no haberte despertado, te vi tan cansado que decidí dejarte dormir.—su inquilino responde sus dudas.

—Ya veo, gracias.

Su compañero le hace saber que ha preparado el desayuno y lo hace sentarse en el comedor. Ambos comienzan a comer en completo silencio, no es incómodo, pero si inquietante.

—Hyukjae.

—¿Cómo?.

—Ese es mi verdadero nombre.

Le desconcierta la nueva información.

—Desde que tengo memoria he vivido en las calles.

Deja de comer para ofrecerle su completa atención.

—Nunca he tenido un hogar propio, o siquiera una cómoda cama, ¡Carajo no tenía ni siquiera un apellido propio!. Y ahora, no solo tengo un apellido, sino que también un hogar, una familia, hijos y un... un esposo.—murmura.—Lo único que siempre conocí fueron las frias y angustiantes calles de Corea, vagando de lugar en lugar, nunca teniendo un lugar propio.

—Hyuk...

—Mis padres me abandonaron cuando era muy pequeño, y desde entonces he vivido en las calles.

El pequeño perrito de su hija Yuqi se cuela por la puerta y corre en dirección del pelinegro hombre, quien grita asustado y su cubre el rostro.

Su corazón duele, ahora comprende del temor que su compañero siente por los perros.

—Tenia que luchar contra los perros callejeros para conseguir comida de la basura, pero muchas veces ellos me mordieron y lastimaron.—solloza entre su ataque de pánico.

Se compadece de él y saca al pequeño animal de la cocina, terminando por abrazar a su inquilino.

—¡No me muerdan!—llora en medio de su ataque.

Lo abraza y llora con él, por qué no comprende como pueden existir padres tan crueles como para abandonar a un pequeño e indefenso niño a su suerte. Él jamás lastimaría a alguno de sus hijos, ni siquiera era una opción castigarlos físicamente.

—Nadie me quería, nadie me quiso dar un hogar. Solo era una escoria más de la sociedad, ¿Fui un mal niño, Hae?.—llora sobre sus brazos.—¿Por qué mis padres no me amaron? Yo amo a nuestros hijos.

A pesar de que Yuqi y Jisung no eran sus hijos de sangre, Hyukjae los amaba como si lo fueran. Y por ello, le estaba muy agradecido.

Su corazón sangraba en dolor y pena por su querido inquilino.

—Yo encontré el cartel de búsqueda de Lee Eunhyuk una noche que me resguardaba del frío invernal. Al inicio no estaba convencido de hacerme pasar por él, es decir, sería una farsa, un delito. Pero, después de varios días sin comer y muriendo de frío, decidí hacerlo. No perdía nada, no tenía nada que perder.

—Oh querido mío.

Hyukjae se abraza fuerte a él.

—Me acerque al policía de la estación y mostré el cartel de búsqueda, él inmediatamente me ayudó. Finalmente alguien me ayudaba—dice con desesperación.—Alguien me tendía la mano, pero no por que fuera Hyukjae, sino porque pensaban que era Eunhyuk. Nadie ayudaba a Hyukjae, ¿Por qué lo harían?.

Su agarre se vuelve flojo y teme que al soltarle se desmorone.

—Y fue cuando te encontré, te mirabas tan cálido, tan amable, y como el hogar que siempre deseé, que simplemente no pude negarme a ti. Perdóname Donghae.

Sus bellos ojos, esas galaxias embriagadoras estaban desgarradas en lagunas de dolor.

Era terriblemente asfixiante no poder hacer nada para aliviar su dolor.

—Me diste una mano, me diste un techo, una cama, ropa propia.—abraza su sudadera con cariño.—Nunca había tenido ropa propia.—suspira dolorosamente.—Un hogar, fui egoísta, decidí vivir la vida que le pertenecía a alguien más. Perdóname Donghae, fue inevitable tomarte como mi luz.

—Hyuk, está bien.

—¡No, no está bien! Tú eres tan amable, dulce y cariñoso, y yo no puedo perdonarme el haberme aprovechado de tu calidez que ni siquiera era para mí, ni me pertenecía. Tampoco le pertenecía a ese infeliz que te lastimó, ninguno de los dos la merecemos, somos un asco. Solo tomamos tu calidez por egoísmo.

—No digas eso, Hyukjae.

—Gracias por ayudarme cuando más te necesite. Y comprendo si deseas echarme ahora que sabes la verdad.

El hombre entre sus brazos intenta mantenerse fuerte frente a él, pero sabe que en cualquier momento se derrumbara en dolor.

Su manos tiemblan, sus ojos son una laguna de amargura y sus labios se aprietan nerviosos. Sabe que debería seguir la razón social y echarlo, pero su moral como persona se lo impide.

Siente cariño por ese hombre.

No lo ama, pero lo aprecia.

—No fue nuestro mejor momento Hyukjae, ni para ti, ni para mí. Ambos llegamos a nuestras vidas, para ser ese bálsamo en la herida. Mi mente me dice que te eche, pero mi corazón me lo impide por qué te apreció.

Hyukjae guarda sus manos entre las suyas y suspira.

—Yo realmente deseo darle un hogar a mis hijos,—se corrige.—A nuestros hijos, quiero que tengan en mente al hombre amoroso que llegó repentinamente con el rostro y sonrisa de su padre, y no al hombre violento y alcohólico que intento abusar de mi hija. No deseo que mis hijos sufran por culpa de su progenitor.

Sabe que no tiene que precipitarse, debe mantener la cabeza fría, por él y por sus hijos.

—Podemos iniciar desde cero, e irnos conociendo. Y si algo nace, intentarlo, ¿Te parece?.

Hyukjae sonríe tan bonito que no puede evitar sonrojarse y ponerse nervioso. Sabe que es una reacción de su cuerpo al confundirlo con su marido, y se calma.

No piensa precipitar las cosas, ya una vez lo hizo y terminó en un matrimonio infeliz.

—Bien DongHae me presento, Soy Hyukjae, un placer.

—Soy Donghae, y espero que tengamos un futuro juntos.

Estrechan sus manos en una promesa futura. Y Hyukjae lo abraza con aprecio, realmente deseaban que terminarán bien y no como simples personas que se conocieron por casualidad.

—Ese infeliz nunca más te lastimará donghae.

—Lo sé Hyukjae, lo sé.

Y mira sus manos que cargan con la sangre de su difunto esposo.