Capítulo 5

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Eleanor

Me despertaron unos fuertes golpes en la puerta de la habitación.

—¡Ey! Tus padres están aquí —exclamó Tomás del otro lado de la habitación.

—Voy en un momento.

¡Demonios! Los padres de Jonathan verán a su hijo con una chica atrapada dentro de su cuerpo, me vestí apresuradamente y bajé corriendo las escaleras.

Vi a dos hombres trasvestis, no podía creer lo que estaba viendo, ambos me sonreían y se acercaron a saludarme en cuanto me vieron.

—Hijo, te extrañamos mucho —exclamó uno de ellos, quien llevaba una peluca pelirroja y vestido azul—. Estaremos un tiempo en la ciudad ofreciendo un show y queríamos pasar el fin de semana contigo.

—Sí, suena genial, podría llevar a mi amiga Eleanor —sugerí antes de que esto se tornará más incómodo—. Ella estaría encantada de conocernos.

—¿Es la chica de la que dices que estás enamorado? —preguntó el otro hombre, quien lucía una peluca castaña y vestido rojo.

—Al parecer sí —estaba bastante incómoda ante esa situación, nunca me imaginé que Jonathan tendría padres tan inusuales.

Después del desayuno más horrible de mi vida, pude ir a la escuela, donde vi a Jonathan llegar con un atuendo terrible, un escote y una mini falda...

—¡¿Qué diablos haces con esa falda?! —pregunté furiosa.

—La encontré en tu armario —dijo sonriendo satisfactoriamente—. ¿A poco no me veo irresistible? Resalta muy bien tus curvas.

—¡Quítate eso!

Me acerqué a él tratando de arrancar su falda y caímos al suelo, él se negaba a quitársela tocándose el cierre de esta.

—Quitate ese maldito atuendo.

—No me lo quitaré.

Estábamos en el suelo peleando por una ropa, lo cual se veía raro mirándolo desde otro ángulo, pues más bien parecía que estaba tratando de desnudar a una mujer.

Los chicos de alrededor nos miraban asustados, incluso Tomás se acercó a tratar de arreglar la situación...

—Chicos, no creo que sea adecuado que hagan esto en público —mencionó Tomás—. Hay moteles y otros lugares más adecuados para este tipo de cosas.

Pero nadie de los dos quiso prestar atención a su sugerencia, seguía tratando de arrebatarle la falda. Hasta que...

—¡Los dos pasen ahora mismo a la dirección! —oimos la voz del director delante de nosotros. Por lo que nos detuvimos y volteamos a verlo.

Ambos nos levantamos del suelo y fuimos con la cabeza gacha caminando hasta llegar a la oficina del director. Nos sentamos, ambos luciamos con el pelo despeinado y la ropa llena de tierra.

El director nos miraba a los dos con enfado, se cruzó de brazos y suspiró antes de hablar...

—¿Se puede saber por qué estaban en medio de las canchas actuando de esa forma?

—Director, no es lo que usted piensa —dijo Jonathan—. Traje una falda escotada y a él no le pareció adecuada mi manera de vestir, entonces intentó quitarmela.

Al escuchar su discurso para nada agradable porque me hacía quedar mal, el director dirigió su mirada furiosa hacia mí...

—¿Y usted por qué anda tratando de quitarle la falda a su compañera? —preguntó

—Esto es un malentendido. Yo solo le decía a Jon... Digo, a Eleanor que esa falda no era adecuada, mucha gente podría faltarle el respeto vistiendo de esa manera.

—Bien, señorita Eleanor, esas no son maneras de vestirse para venir a estudiar, y usted señor Jonathan, no tiene porqué intervenir en la manera de vestir de la señorita Eleanor y mucho menos tratar de quitarle la ropa en público. Ahora debo anunciarles que ambos están suspendidos por su actitud.

—Pero... —traté de intervenir, pero Jonathan me miró con angustia, lo cual quiso decir que era mejor guardar silencio.

Después de un largo rato, por fin salimos de la oficina del director para volver a nuestras clases...

—Lamento mucho haberte vestido de esta manera —mencionó Jonathan—. Es solo que creí que te verías guapa y que te gustaría.

—Creí que lo habías hecho para molestarme.

—Sí, también lo hice con esa intención —me sonrió malvadamente—. Como sea, no volverá a suceder. Te ofrezco una disculpa.

—Acepto tus disculpas. Por cierto, tus padres llegaron a la ciudad, nunca mencionaste que eran una pareja... un poquito diferente.

—Di lo que quieras, ya no me ofende —mencionó agachando la mirada—. Adelante, búrlate de mí y de mis padres. Ya estoy acostumbrado.

—No pretendo burlarme. Sí me sorprendí, pero no voy a reírme de algo tan normal, solo me invitaron a pasar el fin de semana y dije que te llevaría.

Jonathan abrió los ojos como platos al escuchar eso.

—Ellie, la presentación es este fin de semana. No puedo salir con mis padres. Tú tienes que estar ahí cantando.

¡Oh por Dios! Cantaría frente a muchas personas, eso sería nuevo y algo muy bonito. Lastima que tenga que hacerlo en este cuerpo porque para Jonathan las mujeres son un cero a la izquierda y posiblemente jamás se me hubiese presentado esta oportunidad si no estuviera en esta situación.

Aprendí a verle el lado bueno a la situación, llegué a casa o mejor dicho la casa que Jonathan y Tomás solían compartir, hice las tareas, pero era imposible entender los garabatos horribles que Jonathan tenía en sus libretas.

Cuando me fui a dormir, me di cuenta que esa habitación era un asco: había ropa interior tirada por todas partes, pósters de bandas de rock, los zapatos estaban regados en la habitación. Me daba asco dormir en una habitación así, entonces tomé la escoba y puse manos a la obra, limpié absolutamente todo.

Horas más tarde Tomás llegó con una pizza en la mano, por lo cual tocó la puerta de la habitación, miró por unos instantes a su alrededor quedándose petrificado.

—¿Te sientes bien? —preguntó alarmado—. Llevas años sin limpiar este cuchitril.

—Supongo que ya era momento de un cambio... —me encogí de hombros.

—Bien, ¿Quieres un pedazo de pizza?

—Claro. ¿Tienes catsup?

—¿Estás seguro que te sientes bien? —volvió a preguntar—. Amigo, a ti ni siquiera te gusta la catsup

Me quedé sin saber qué responder, creo que era momento de conocer más a Jonathan para evitar cometer estos errores...

¿Qué Haces En Mi Cuerpo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora