Jonathan
Intenté hablar con Eleanor, pero nunca creí que Tomas me correría de mi propia casa. Aunque claro, ninguno podía revelar que estábamos en el cuerpo equivocado o nos tomarían por locos.
Me encontraba en casa, cuando la abuela me llamó...
-¡Eleanor, ven a desayunar ahora mismo!
-Ya voy, abuela.
Me acerqué y noté que había un café con un pan sobre la mesa, me senté y comencé a comer con ella.
Noté que la abuela de Eleanor no paraba de mirarme fijamente a los ojos, supongo que podrá ser vieja, pero es muy astuta, quizás ya hasta había descubierto que yo no soy su nieta pues actuo diferente desde hace días y no ha parado de verme con odio.
-Bien, Ele..anor -recalcó el nombre-. Me gustaría que llegarás temprano el día de hoy, ya que tengo asuntos pendientes que arreglar contigo.
-¿Qué tipo de asuntos? -pregunté asustado.
-Asuntos que tiene que ver con nosotras.
Me fui asustado a la escuela, definitivamente debía hablar con Eleanor acerca del asunto, ella sabría manejar mejor a su abuela y me diría cómo solucionar este horrible conflicto.
En la escuela, la esperé en la cafetería, cuando por fin llegó y definitivamente no se veía para nada bien. Tenía puesto el uniforme de fútbol americano, estaba llena de tierra de la cabeza hasta los pies, algunas raspaduras y cargaba en su mano derecha el casco.
-Dejame adivinar -le dije antes de que ella mencionara una palabra-. Jamás has jugado fútbol americano.
-No tan brusco como hoy -mencionó adolorida.
-Es que el fútbol americano es para hombres, las mujeres no deberían jugar eso. Debiste haber faltado al entrenamiento para no jugar eso.
-Ese es el problema. Tomás está sumamente molesto, dice que tú y yo actuamos raro y no quiero darle más motivos para que se enoje con nosotros. Tal vez deberíamos decirle lo que está sucediendo aunque no nos crea, mejor eso a que nos descubra.
-Parece que alguien ya nos descubrió -agarré mi malteada y tomé un sorbo evitando su mirada.
-¿A quién le dijiste? -preguntó enojada-. ¡Jonathan mírame a los ojos y dime que no le has dicho a nadie lo que está sucediendo entre nosotros!
Y quisiera decir que eso fue lo peor que pasó, pero no, justamente en ese instante llegó Tomás a la cafetería y nos miró asombrado.
-¡Lo sabía! -replicó furioso-. Sabía que había algo entre ustedes dos y ninguno quiso decírmelo. ¿por qué? ¿acaso ya no soy su amigo?
-Tomy, no es lo que tú crees -Eleanor se acercó a tratar de calmarlo, pero fue en vano.
-Estaban actuando muy raro, ¿hasta dónde pensaban llegar con esto?
Era difícil explicar la situación, definitivamente decir que yo era Eleanor; y que Eleanor era yo, no sería para nada fácil, no teníamos ninguna relación amorosa, pero parece que ahora debíamos de fingir tenerla con tal de que no descubrieran el verdadero secreto que había que ocultar.
Tomás salió de ahí molesto por no haberle dicho nada del supuesto secreto de una relación que no existía, aunque no niego que pudiera llegar a darse.
-Jonathan, debemos ir hoy al mar -replicó Eleanor-. Escuché que se pondrá bioluminiscente esta noche, tal vez podamos regresar a la normalidad.
-No, Eleanor, no podemos ir al mar hoy. Tu abuela me pidió un favor y no puedo acompañarte.
-¿Y qué clase de favor?
-Quiere platicar conmigo -respondí e inmediatamente Eleanor abrió los ojos como platos, al parecer también había sospechado que ella ya lo sabía todo.
-Entonces olvida lo del mar. Mi abuela casi nunca habla conmigo, debe ser algo muy serio. Mañana me cuentas a detalle todo lo que te haya dicho.
-Lo prometo -levanté la mano en señal de promesa.
Esa noche ni siquiera me presenté a trabajar, ese don Gustavo era un pervertido y no se lo había mencionado a Eleanor, pero parece que busca algo con ella. Tenía un plan, pronto renunciaría a ese trabajo y le encontraría uno mejor que pudiera sustentar los gastos de ella y de su abuela, ya pronto comenzaría a buscar en los periódicos, el problema es que no había tenido tiempo para hacer eso.
Fui a casa y me senté a platicar con la abuela de Eleanor, quien ahora era también mi abuela. Se sentó frente a mí, tragué saliva y ella soltó un suspiro largo antes de hablar.
-No sé cómo decirte esto, Eleanor -se tocó la frente e hizo un gesto de frustración-. Parece que tendrás que buscarte un compañero...
-¿De qué estás hablando?
-Eleanor, la enfermedad está avanzando y no estaré tranquila sabiendo que tú te quedarás sola, ya estás por terminar la universidad, deberías buscarte a un compañero.
-Abuela, soy muy joven para casarme -y la verdad es que ni siquiera me imagino aún a Eleanor vestida de blanco casándose por la iglesia.
No sé cómo se tomaría Eleanor la noticia, pero me imagino que estaría triste y probablemente me tocaría darle unos cuantos besos y abrazos para consolarla. Un buen momento para aprovechar unas caricias de amor, sin embargo ese no era el tema. ¿De qué estará enferma la pobre doña Fátima?
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¿Qué Haces En Mi Cuerpo?
HumorEra el año de 1980 en la ciudad de Acapulco, Guerrero, donde el machismo aún predomina. Eleanor Ruiz se preparaba para salir de la universidad, pero nunca creyó que una noche de canto lo cambiaría todo y terminaría demostrando que a veces los chicos...