𝑻𝒉𝒆 𝑳𝒆𝒈𝒆𝒏𝒅 𝑶𝒇 𝐂𝐀𝐌𝐄𝐋𝐎𝐓 ¹ | Arthur Pendragon [TERMINADA]

⠀⠀⠀⠀𝐀𝐂𝐓𝐎 𝐎𝐍𝐄 | Destination

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Todos tenemos nuestro propio destino, pero algunos simplemente nacimos en el universo equivocado...

Prólogo

¿Qué es el destino? Kate siempre se lo había preguntado. Y mientras todas las niñas de su edad querían ser princesas, ella moría por ser la heroína de una de las increíbles historias que su papá le contaba a ella y a su hermano mellizo, Johnny.

—¡No podrás vencerme! ¡Soy Merlin, el mago más poderoso del mundo! —gritó el pequeño Johnny agitando su varita mágica de juguete.

—¡Y yo soy Morgana, reina de la oscuridad y voy a destruir al rey Arturo! —exclamó agitando su varita mágica también.

—¡No, no me mates Morgana! —exclamó el padre de ambos, mientras la pequeña simulaba lanzarle un encantamiento.

Johnny se lanzó arriba de su padre entre risas y Kate hizo lo mismo. Una escena muy bonita, un real cuento de hadas en un mundo tan horroroso.

—Bien, suficiente por hoy. Es hora de dormir. —La madre de los niños, quien en ese entonces era una mujer radiante, entró a la habitación con una sonrisa de oreja a oreja, al ver aquella bonita secuencia.— Rey Arturo, haz que tus hijos se laven los dientes.

El señor Britlerton se levantó del suelo sin abandonar su papel del mítico rey que sus hijos tanto adoraban y los llevó al baño entre juegos y fantasías. Kate y Johnny tenían su propio Disneyland al lado de su padre, porque él siempre los hacía sentirse dentro de un mundo de cuentos de hadas.

Aunque la realidad fuese tan diferente...

Los Britlerton formaban parte de las familias de clase muy baja, viviendo en un pequeño apartamento donde apenas cupían los cuatros y con un sueldo con el que apenas alcanzaban a llegar a fin de mes. Incluso, había veces donde el matrimonio tomaba té por las noches para que los mellizos pudieran comer alimentos nutritivos.

—¿Están todos cómodos? —preguntó el hombre mientras arropaba a sus mellizos y luego miró a Peppi, el cobayo que hacía poco habían adoptado— ¿usted también, lord Peppi?

Los niños se rieron cuando su padre imitó una voz aguda, simulando la voz del cobayo con un gracioso "si, señor".

—Papá, cuentanos una historia —pidió Johnny abrazando uno de sus peluches.