Un plan, algunos besos y mucho ruido.

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Sus labios estaban unidos, atrapando entre ellos los sonidos obscenos que se producían por querer tener un poco de oxígeno.

De manera frenética las manos de Nayeon nunca se detuvieron, y sus finos dedos se entretuvieron en jugar con esos pedazos de metal que tanto le gustaban.

La mentira habían servido, y ahora estaban ahí, ¿pero no como hacerlo?

Nayeon tenía muchos asuntos encima, ser una estudiante relacionado con la ciencia no era fácil, y lo único que llegaba a drenar, literalmente, todo lo que sostenía eran esos encuentros ocasionales que tenía con la rubia.

Y una fiesta no iba a quitarle una sola oportunidad.

— ¡Mierda, Nay!— Se quejo Jeongyeon, mientras arqueaba la espalda.— Si los jalas de esa forma...

— ¿Qué va a pasar? — Provoco la castaña, volviendo a apretar y jalar el pezón.— Veo que te gusta mucho, ¿por qué detenerme?— Se burló, como habitualmente hacía con ella.— Es más, mírame.

Jeongyeon apenas y pudo poner sus ojos sobre la castaña, cuando tuvo que volver a cerrarlos gracias a la sensación electrizante que atravesó su pecho, arrancando un quejido un poco fuerte.

Y es que Jeongyeon ya estaba sintiendo la zona extremadamente sensible a cualquier toque.

Nayeon tenía uno de los pechos en su boca, haciendo el trabajo de succionar, morder y lamer, mientras que una de sus manos masajeaba el otro. No le importaba separarse un momento por aire, fácilmente regresaba a chuparlo y morderlo. 

— ¿Por qué haces tanto ruido? No es tu casa.— Nayeon se separó solamente para regañarla.

Jeongyeon estaba desnuda de la parte superior, no sabía si era por la prisa que sucedieron los hechos pero Nayeon ni siquiera había tenido la amabilidad de quitárselas completamente.

Para la castaña fue suficiente con que no estorbaran en su objetivo, así que cuando Jeongyeon tuvo la camisa abierta solo le quedo bajar la copa del brasier y seguir con su trabajo.

Y que mejor idea que hacerla subir al escritorio, poniendo una silla delante de ella, colándose entre en medio de sus piernas.

Para desgracia de Jeongyeon, Nayeon no la había tocado en la parte que más deseaba atención y sabía que lo hacía a propósito, pero en algún punto lo tendría que hacer, ¿no?

Nayeon apretó los labios sin ser muy brusca, pero al fin y al cabo, mordiendo aquel montículo que cuando se separó una fina línea de saliva era lo único que lo unia.

— Quieres que pare, ¿cierto?— Sus ojos hicieron contacto directo con los de la rubia, notando esas cejas suplicantes.— Será mejor que me detenga.— Le dijo mientras echaba la silla hacia atrás.

Los ojos de Jeongyeon se abrieron de par en par, sosteniendo la mano de Nayeon, volviendo a colocarla sobre sus pecho.

— ¿Por qué?— Preguntó con desespero.— Era lo que querías, ¿no?

El plan de Nayeon estaba funcionando como debía. Jeongyeon le estaba suplicando por más mientras que ella solo jugaba con la cordura.

— Si no se va hacer como lo tengo pensando será mejor que me vaya.

No pudo ni siquiera hacer el amago de irse, su muñeca estaba siendo sujetada, pidiendo de forma silenciosa que no se fuera.

Sus ojos hicieron contacto, y ahí estaba, esa mirada tan depredadora con pupilas dilatadas que aparecía en Nayeon el deseo se comía toda su alma y sentido común.

Jeongyeon se acercó mas y bajo un poco hasta que sus labios otra vez estaban unidos. Jeongyeon con una lamida trato de dominar el beso, quería sentirla más, aunque fue negada cuando la lengua de Nayeon invadió su cavidad, encontrando a la responsable de esa lamida dándole como regaño ser mordida.

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