*Dos años después de la graduación, Amy y Alex tienen ya 18 años y van a pasar a la universidad. Amy va a vivir con su padre, debido a negocios, y empezará el semestre en Estados Unidos, mientras tanto, Alex se quedará en Londres*
Por fin veía el avión despegar. Ahí iba Amy, dirección Estados Unidos. Un océano nos distanciaría ahora mismo. Ella camino a Estados Unidos y yo en Londres. Ahora la habría perdido para siempre... Si le hubiese podido plantar cara a su padre... Según él yo era " la persona a la que menos querría ver con su hija" A mí eso me daba igual. La que tenía que estar conmigo era su hija, no él. Desde que nos vio cogidos de la mano en la graduación fue como si su odio hubiese incrementado...
*LA NOCHE DE LA GRADUACIÓN*
Seguía sin asimilar el momento. Volví por un momento a la realidad. ¿Uno, dos, tres? no sé cuantos besos vinieron después. Todavía estaba extasiado.
Salimos del local, porque Amy se tenía que ir ya. Había un silencio tremendo, cuando escuché la voz de Amy decir unas palabras que me llegaron al corazón.
- Esto... Alex, ¿qué va a ser de nosotros ahora?
- Tú lo has dicho, nosotros, ¿no? - la miré mientras sonreía.
Justo cuando íbamos a volver a ser uno, los faros de un potente todo terreno iluminaron toda el área. Acto seguido, un bocinazo ensordecedor sonó en mitad del descampado.
Era el padre de Amy. Simon Miller. El asco que me tenía él a mí era mutuo. Ese señor...
Solté a Amy de la mano, le guiñé un ojo y ella se montó en el coche. Cuando subió, me quedé un rato mirándola. Nada más sentarse, su padre la miró y empezó a chillar. No pude hacer nada, claramente. Me fui a mi casa pensando en aquella mítica noche. Llegué sobre las 3 y media a mi casa. Mis padres no estaban, así que no me podrían decir nada. Me hice un vaso de leche y me fui a dormir pensando en qué le podría haber dicho aquel monstruo al que ella llamaba "padre". Me tumbé en la cama, y el colchón me envolvió en un profundo sueño.