IV

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"Molestia mañanera. Recuerdos tristes. Promesas, promesas."

Sana tenía una gran sonrisa plasmada en el rostro y un dolor tremendo en su centro.

Al fin había sido follado con Tzuyu tal y como quería, rudo y sin preparación, aquello había sido una maldita locura de su parte, el provocar a la azabache de esa manera tan tonta había valido la pena, ya podía estar en paz.

O tal vez no...

Momo no había parado de llamarle toda la noche y aquello le molestaba en demasía, mierda, era una tipa muy fastidiosa, estaba considerando terminar la relación sin importarle la opinión de sus padres, esa era su vida y ella no estaba dispuesta a dejarla en manos de sus progenitores, si así fuera ya estaría casada, con cinco hijos, una casa y una mascota que odiaría con su alma.

Si, aquello era muy exagerado a su parecer, pero viniendo de sus padres ya nada le sorprendía, en especial de su madre.

Esa mujer siempre le sacaba de quicio enormemente, pero no lo demostraba en lo absoluto, si lo hacía estaba seguro de que Aiko le jodería la vida hasta cansarse, es decir: Nunca.

Ambas se odiaban, y todos en la familia estaban conscientes de ello, la pregunta era, ¿por qué?, fácil, Sana nunca se dejó manipular completamente, y aquello hacía que Aiko se volviera completamente loca.

Desde la llegada de Sana, Aiko quería que fuera su viva imagen, quería que actuara igual a ella, quería que pensara como ella, pero ni Kenji ni Sana lo permitieron, lo impidieron lo mejor que pudieron, a su manera cada uno, claramente.

Con el pasar de los años las discusiones entre los señores Minatozaki eran mayores, todo por el control de la vida de la pequeña niña, Sana lloraba en su habitación en completo silencio, no quería seguir siendo la causa de los problemas maritales de sus padres, Kenji lo notó y actuó de inmediato, él podía ser muy estricto y frío con su hija, pero no estaba dispuesto a quedarse cruzado de brazos sin hacer nada al ver como su única descendiente se hundía en la culpa en la soledad de su habitación cuando la única culpable de todo era su demente esposa.

Sana agradecía siempre que su padre la haya ayudado en los peores momentos de su vida, aún tenía presentes las palabras de Kenji para confortarlo en cada caída emocional que sufría por la presión de ser hija única de millonarios, por tener que aparentar ser perfecta frente a todo el mundo, por tener que estar en el ojo crítico de la gente y no poder actuar como quería.

—No te culpes de nada, Sana, tú no has hecho nada malo, lo único que has hecho desde que naciste es traer felicidad a nuestras vidas, no te dejes llevar por lo que diga tu madre ni el resto de la gente. Tú eres una persona consiente y debes actuar y pensar a tu manera, sea cual sea no voy a interponerme. En tu crecimiento cometerás muchos errores, eso no es malo, estás viviendo y disfrutando tu vida, y yo estaré contigo para ayudarte y corregirte siempre que lo necesites.

Luego de ello Sana lloró de nuevo, su padre le había dicho esa palabras para hacerle sentir mejor, y lo había logrado, pero estaba segura de que a pesar de lo que su padre le dijera una parte de todo era mentira, una cruel y vil mentira, el no estaría junto a su hija todo el tiempo, estaría en su trabajo y reuniones como siempre, él no estaría para ayudarla y corregirla, estaría con su madre buscando la manera de expandir su empresa internacionalmente para lograr ganar más dinero del que ya tenían, aquello le entristecía mucho, pero a pesar de todo haría caso a las antiguas palabras de Kenji, haría lo que creía conveniente y pensaría por sí misma, sin dejarse llevar por los prejuicios de la gente, en especial los de su madre.

Y así lo hizo.

Su madre quería que estudiara contaduría y finanzas, a lo que Sana se negó rotundamente, no era malo en matemáticas, pero no le agradaba la idea de pasarse el día entero sacando cuentas como una calculadora científica.

𝐈𝐧𝐭𝐨 𝐘𝐨𝐮 - 𝐒𝐚𝐭𝐳𝐮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora