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 "Mátame".





An He estaba acostado en su cama, todas las ventanas de la casa estaban bien cerradas, pero el sonido de los petardos del exterior aún resonaban en su pecho, todo lo que podía oler era pólvora e incluso necesito estornudar varias veces para evitar que se le taponara la nariz.

—An He, ¿qué te pasa? —susurró mirando al techo, ya se había dado un buen bañado y estaba acostado cómodamente para dormir, ¿y ahora en realidad quiere salir corriendo?

Así es, ¿qué te pasa?

¿Ni siquiera preguntó por qué Na Chen le hizo semejante petición el día de Año Nuevo?

Hace muchos años que no tenía este tipo de impulso, el impulso de dejar de lado lo que le molestaba, y lo que no quería aceptar, esta sensación de renunciar a lo bueno o lo malo, y no poder resistir el impulso de estar cerca de alguien, lo inquieta.

Levantó la mano, separó los dedos y miró la lámpara de araña que había en el techo entre sus dedos.

¿Por qué?

Na Chen no era mayor por muchos años que sus propios estudiantes.

La personalidad no es muy buena.

Le cuesta un poco llevarse bien con los demás.

De vez en cuando, tiene muerte cerebral, y pensar en la escritura marciana de Na Chen le da dolor de cabeza.

Pero Na Chen era guapo, del tipo que le gusta.

Es tan atractivo cuando toca la batería.

La sonrisa es encantadora.

La voz es sexy.

An He sonrió, en realidad, esto no era el punto principal.

Levantó las sábanas y se sentó un rato en el borde de la cama, luego, entró lentamente en el cuarto de baño y se miró el pelo desordenado en el espejo.

El punto principal es que, esas palabras que Na Chen dijo sin pensar, le hicieron sentir cada vez más una profunda empatía por Na Chen.

Un padre que no parece un padre, un hogar que no parece un hogar.

A veces quería acercarse a Na Chen, averiguar qué clase de hogar tenía detrás, qué clase de padres tenía, y si había alguien más que se hubiera sentido tan inquieto y desamparado como él.

¿Se siente demasiado solitario y quiere a alguien del mismo tipo?

An He se entretuvo casi una hora en pensamientos sin sentido y agitación antes de tomar una bolsa de Año Nuevo y una bolsa roja de compras y salir por la puerta.

Cuando salió de la unidad y se dirigió hacia el estacionamiento, le faltaba un poco el aliento a causa del viento del norte, que se arremolinaba con virutas de petardos.

Eran más de las doce, muchas de las personas que habían disparado petardos abajo ya se habían congelado, miró a su alrededor, pero no había nadie, así que saltó todo el camino hasta su auto con las piernas en alto.

El auto estaba cubierto de pequeños escombros de color rojo, afortunadamente había apagado la alarma, de lo contrario, el auto habría estado gritando y habría tenido una laringitis.

Al pasar por la caseta de vigilancia del guardia de la comunidad, el guardia de seguridad comenzó a reírse de su matamoscas: —Ja, ja, ja, An Laoshi, feliz Año Nuevo, ¿va a salir a esta hora? Ja, ja, ja, ja...

Le entregó la bolsa de Año Nuevo: —Feliz Año Nuevo.

El guardia de seguridad se conmovió mucho después de recibir la bolsa con productos de Año Nuevo, diciendo una serie de gracias, disculpe, gracias, disculpe.

LA PELUCA (sin corregir)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora