SOUL EATER ( adaptacion yoonseok/ hopega)

capitulo 18

Las cosas cambiaron entre nosotros después de aquella noche en Truth or Consequences, Nuevo México. Abandonamos toda pretensión de mantener cierta distancia entre nosotros, tocándonos casi constantemente de alguna manera. Nuestros brazos y hombros se rozaban al caminar. Mi muslo contra el suyo cuando nos sentábamos uno al lado del otro. Me apoyaba en Yoongi mientras cenaba, disfrutando de la tranquilidad después de otro largo día de conducción o caminata, disfrutando de la sensación de sus largos dedos acariciando suavemente mi nuca o la parte posterior de mi cabeza.

Llevaba un par de días dolorido después de aquella noche, pero la sensación me resultaba tan excitante, como si fuera un pequeño secreto que sólo Yoongi y yo conocíamos. A Yoongi le preocupaba que hubiera sido demasiado brusco, pero le aseguré que era normal; puede que hubiera sido virgen hasta hace poco, pero no estaba totalmente despistado.

Hizo falta un poco más de seguridad para convencer a Yoongi de que estaba bien, pero cuatro días después, cuando estábamos en algún lugar de Arizona, volvimos a follar, esta vez conmigo contra la pared, con las manos y la mejilla apoyadas en el frío yeso. Yoongi estaba detrás de mí en la oscuridad, gruñéndome en el cuello, con los largos dedos de una mano enhebrados con los míos en la pared mientras la otra me acariciaba la polla al mismo ritmo que sus rápidos y fuertes empujones dentro de mí.

Había sido increíble. Me había corrido con tanta fuerza sobre la pared, que me mordí el antebrazo para amortiguar el gemido gutural que me había salido del pecho. Cuando Yoongi se tensó detrás de mí, con la polla palpitando en mi culo y su mano temblorosa apretando aún mi polla palpitante, mis rodillas se debilitaron.

Desde entonces, habíamos seguido recorriendo un camino serpenteante hacia el norte, a través de Arizona. No teníamos ninguna prisa, nos tomábamos nuestro tiempo para buscar y explorar los lugares por los que pasábamos. Encontramos una casa que todavía tenía electricidad, un reproductor de DVD que funcionaba y una pared de DVDs Pasamos dos días en el sofá viendo películas, aunque nos perdimos la mitad de ellas porque a menudo empezábamos a besarnos como adolescentes cachondos.

Yoongi me besaba todo el tiempo. Sus labios eran fríos y firmes, y me agarraba la nuca con un apretón posesivo mientras lo hacía. Me encantaba. Pero siempre tenía que cerrar los ojos antes de que se acercara. Seguía sin querer que le viera la cara.

Había intentado decirle que ni siquiera me importaba su aspecto. Había intentado preguntarle con calma si consideraba mostrarme. Intenté rogarle que se quitara la capucha, pero no lo hizo. Se ponía tenso e incómodo, y entonces yo me sentía mal, así que lo dejaba. Todavía me chocaba que un monstruo antiguo y poderoso como Yoongi se sintiera cohibido por cualquier cosa.

Aparte de eso, era feliz. Era indeciblemente feliz. Más feliz de lo que nunca había sido, a pesar de estar vagando por los Páramos con un monstruo de la muerte, buscando comida en pueblos abandonados y durmiendo en viejos moteles polvorientos. Era como si por fin hubiera encontrado a esa otra persona en el mundo con la que podría quedarme indefinidamente y nunca me aburriría; nunca me cansaría de ella. Eché de menos a Yoongi cuando se fue por la noche, deseando que se quedara en la cama conmigo. Pero él no dormía, así que no quería pedírselo y hacer que se sintiera incómodo.

Durante las dos primeras semanas aquí, me preocupaba que empezara a añorar la compañía humana de nuevo. Pero no lo hice. No lo hice. No necesitaba estar cerca de nadie más. Me sentía más cómodo con Yoongi de lo que nunca me había sentido con otro humano, excepto con mi madre. Todavía a veces me preocupaba que se hartara de tener que moverse tan lentamente por mí. Que se cansara de tener que encontrar comida, agua y refugio para mí. Pero nunca pareció hacerlo. Nunca trató de apresurarme para que siguiera moviéndome. Siempre se aseguraba de que había comido y bebido antes de que nos pusiéramos en marcha.