Una historia que te va a encantar, data de la Era Taisho.
Cuenta la historia de una chica huérfana que es secuestrada por un demonio, de quien afortunadamente logra escapar y termina en una villa donde todos usan máscaras para esconder su identidad...
Fui hallada en un templo de monjas, quienes se encargaron de criarme; así es, soy huérfana, nadie sabe quiénes son mis padres ni el porqué me encontraba en aquel convento.
No me quejo, aquellas mujeres siempre me han tratado con cortesía, viví bajo un techo que me cubre del frío y de las lluvias, un cama en donde descansar, ropa para abrigarme y lo más importante, comida para saciar mi hambre.
Lo que sí me me hes molesto, es que nunca me pusieron nombre; cuando me encontraron no había siquiera una carta, era como si el mundo no supiera de mi existencia; crecí sin un nombre que me identificara, pero eso es lo de menos.
Supuestamente, al ser mayor de edad, sería capaz de seguir los pasos de aquellas mujeres, yo estaba de acuerdo, puesto que era lo único que conocía... Pero eso no me fue posible.
Al parecer, el destino tenía algo preparado para mí.
Era de noche; yo tengo el sueño pesado por lo que es difícil que me puedan despertar con gran facilidad; no sabía lo que estaba pasando, de repente, sentí que alguien me cargaba en sus brazos, yo estaba muy cansada por lo que no pude ver de quién se trataba, no sabía si era una monja o alguien más del templo; lo último que recuerdo fue ver como me iba alejando del templo, no podía pensar mucho puesto que el sueño era más fuerte que mi voluntad.
A la mañana siguiente, desperté en otro lugar, parecía otro templo pero era diferente.
Al principio no estaba asustada, pero cuando no escuchaba a las monjas de mi templo, comencé a entrar en pánico, no sabía en dónde estaba, y ellas no saben en dónde estoy.
De repente, entró una mujer, me dijo que ahora este lugar sería mi nuevo hogar, y que debía hacer todo lo que él ordene.
Yo no sabía de lo que estaba hablando, estaba en shock, quién era esa mujer y cómo se atreve a decirme que es lo que tengo que hacer.
De estar asustada, ahora estaba enfadada, y con todo mi coraje le grité...
– ¿Quién es usted? ¿Qué es este lugar? ¿Por qué me trajeron aquí?
No respondió, en cambio me llevó al comedor a desayunar, había muchas mujeres trabajando, me ofrecieron un delicioso desayuno y después me obsequiaron algo de ropa, era de un material muy lujoso y caro, me vistieron y al verme en el espejo, no me reconocí, parecía que yo pertenecía a una familia acaudalada.
Poco después, me explicaron que fui traída a este lugar para contraer matrimonio....
–... ¡¿QUEEEEEEEEÉ?!
Era extremadamente ridículo, no tenían ningún derecho a hacerme eso, yo estaba destinada a convertirme en monja no a casarme con un completo desconocido.
Me dijeron que no podía verlo hasta el día de la boda.
Yo me opuse a esa decisión pero de la nada, me advirtieron que si no aceptaba la propuesta, pagaría con mi vida.
Me quedé sin palabras, me estaban amenazando.
– ¡No voy a permitir que me amenacen de esa forma, no son mis dueños y por lo tanto no me casaré con nadie...!
Pero algo me impidió seguir hablando, detrás de mi puerta escuché la voz de un hombre, muy profunda y a la vez atemorizante.
– No tienes opción, serás mi esposa de cualquier modo.
– ¡Prefiero la muerte que casarme con alguien que me secuestró!
– ¿En serio? Eso me gustaría verlo.
Después ya no lo escuché detrás de mí puerta, ese tipo ahora me estaba retando.
Pues acepto el reto.
Durante los días siguientes intentaba escapar, pero fue inútil, además me dí cuenta de que estábamos en la cima de una montaña, me iba a ser imposible huir.
El tiempo pasó muy rápido cuando llegó el día de la supuesta boda.
Yo estaba destrozada, no quería casarme pero, como él dijo, no tenía opción; me pusieron un hermoso vestido blanco.
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Pensé que este día debía ser el más feliz de mi vida pero era todo lo contrario, yo estaba infeliz y obligada a hacerlo con alguien que ni siquiera había visto.
En el momento en que comenzó la ceremonia, lo ví.
Supuse que era un samurai por su vestimenta y la katana que poseía.
Al momento de verle el rostro.... Sentí náuseas.
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Definitivamente no era humano, esos tres pares de ojos eran prueba de ello.
Yo me iba a negar rotundamente pero esa miraba penetrante suya parecía decirme “Hazlo y te arrepentirás”.
Espero les haya gustado el capitulo, esperen el siguiente.
