8

326 25 39
                                    

Notas de la autora antes de leer: ¡Muchas gracias por seguir leyendo! Me alegra el apoyo que ha recibido este fanfic de Jotaro. Seguiré trabajando tan duro para darles un buen capítulo siempre <3. También gracias a mi beta reader por apoyarme en este gran proyecto y sobre todo por tu paciencia y cariño
Se ha adjuntado una canción relacionada a la temática del capítulo. Pueden escucharla mientras leen. ¡Nos vemos y disfruten!💖
https://youtu.be/6uvUTu716rU

🌸

La emoción provocó que no pudiera dormir bien por un largo rato; había una única razón por la cual no logré conciliar el sueño con rapidez y era por estar pensando en ese hermoso cabello rojizo, incluso cuando lograba cerrar los ojos por más de cincos minutos, entrando a la primera fase del sueño, podía verlo y los alocados latidos de mi corazón me hacían levantarme. Incluso bajé a tomar un vaso de agua y respirar un poco de aire fresco en la ventana de mi habitación en un intento para tranquilizarme.

Mi estómago comenzaba a resentir toda esa emoción y ansiedad que generaba la cita que tendría ese día con Kakyoin. Estaría completamente sola con él, hablando y riendo. Pero, ¿y si la cita resultaba un desastre y Kakyoin se decepcionaba de mí?

No, debía dejar de pensar de esa forma, no sería propio del señor Noriaki qué actuara de esa manera. Él me había demostrado ser diferente y que el hecho de tener una amistad con el gruñón de mi jefe no significaba que era del mismo tipo.

Poco a poco mis pesados párpados fueron cerrándose, por lo que me acomodé entre mis sábanas y logré dormir al menos unas tres horas.

A pesar de no sentir un sueño efectivo, tuve la energía de levantarme a buena hora y comenzar los preparativos para mi cita. Incluso decidí tomar la delantera, pensando que sería buena idea preparar algunas galletas para Kakyoin, aunque desconocía que fuera su postre favorito, pero estaba dispuesta a arriesgarme con tal de agradecerle por la oportunidad de tener una cita con él.

Bajé a la cocina y saqué todos los ingredientes ya listos, había sido buena idea dejarlo preparado todo una noche antes; así ahorraría mucho tiempo y me sobraría para poder maquillarme. Además, estaba emocionada con la idea de que usaría por fin aquel vestido que compré con Josuke y Okuyasu.

Esperé unos cuantos minutos y observé aquellas estúpidas galletas que parecían no querer cooperar conmigo en ese día tan importante. Pensé que podría haber hecho algo mal, hasta que escuché a alguien entrar a la cocina y no pude ocultar el susto que eso me hizo pasar.

- ¿Qué haces despierta a esta hora? - preguntó mi padre con su taza de café vacía en la mano.

- Nada. - Me coloqué frente al horno, tratando de que no viera las galletas.

- ¿Estás cocinando?

Rara vez hablaba con mi padre y si lo hacía algunos de los dos terminabamos ignorándonos o peleando por cualquier tontería. Ahora tenía que sostener una conversación que pudiera desviar su atención. A estas alturas, era obvio que estaba haciendo galletas y el olor del horno era una prueba suficiente.

- Sí... Verás... - Observé a mi alrededor, buscando alguna excusa perfecta del porqué estaba haciendo las galletas en ese momento.

- ¿Alguien está cocinando galletas? - La voz de mi madre apareció en ese momento. Al verla entrar supe que ahora tenía que buscar una mejor excusa.

Si mentía los dos se darían cuenta tarde o temprano, pero no estaba en mis planes ser lo suficientemente sincera como para confesar que saldría con un amigo de mi jefe. Cavaría mi propia tumba y seguramente me obligarían que dejara la casa de Jolyne de inmediato. Aunque, claro, eso sería en el peor de los casos. Pero entonces supe qué decir en ese preciso momento:

𝑨 𝒍𝒂 𝒐𝒓𝒊𝒍𝒍𝒂 𝒅𝒆𝒍 𝒎𝒂𝒓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora