2. El veneno de los Luthor

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A Lex Luthor lo arrestaron a mediados de Enero, pero las pesquisas en su contra se habían extendido durante mucho tiempo, incluso años antes de que la opinión pública llegase a obsesionarse con su nombre.

Para cuando la primera imagen de su juicio apareció en las noticias, ya todos lo conocían como el enemigo número uno de Superman, el hombre que estuvo a punto de liquidar al héroe más conocido y querido de todos los tiempos.

Se armaron manifestaciones en el mundo entero. Todos querían la cabeza de Lex, lo repudiaban. Deseaban que pagara, que lo encerraran para que jamás volviese a ver la luz del sol. Las imágenes de su último enfrentamiento con Superman fueron captadas en cámara. El hombre de acero tuvo que ser llevado a urgencias, de donde desapareció a los dos días. Lo único que pudieron hacer los médicos por él fue extraerle del pecho un fragmento de un mineral verde mortal proveniente de su planeta de origen, conocido como kryptonita.

Clark apareció en Smallville, en la casa donde antiguamente vivía con sus padres- habitada a la sazón por la señora Kent- muy debilitado.

Estuvo recostado por mucho tiempo, enfermo, delirando de fiebre. Kara fue a visitarlo y a cuidar de él, pero Clark temía con todo su ser que su prima pudiese resultar contagiada de su condición. La obligó a mantener la distancia y la previno de forma muy contundente acerca de la kryptonita, de la que, hasta hacía algunos años, aún había podido hallar fragmentos en Smallville.

Kara le preguntó por qué, si su lucha contra Lex llevaba tanto tiempo, recién ahora la informaba al respecto. Clark le respondió que no quiso inquietarla con problemas mayúsculos que, en todo caso, no eran su responsabilidad.

Ella trató de no ofenderse por su falta de interés en considerarla como una igual, así como la persistencia en mantenerla en el lugar de una niña pequeña cuando ya iba a cumplir los diecisiete años.

Le contó que había visto a Lex unos meses antes en la antigua mansión de los Luthor, donde ahora se alojaban Lena y Lilian Luthor.

Clark se inquietó por lo cerca que había estado Kara de un peligro como ese. Le imperó que mantuviese la distancia con aquella casa a toda costa, y que no interactuase de ninguna manera con Lilian o con la hermana menor de Lex. Para él, igual que para todo el mundo, el apellido Luthor había pasado a ser como el nombre impronunciable del enemigo de esos libros de hechicería que tanto le gustaban a Amelia.

En el instituto todos hablaban de Superman y de Lex y seguían muy de cerca a Lena, que había perdido a todos los amigos que se ganó al principio. Ahora se la veía sola y apartada. Llevaba consigo una cruz insalvable que ni siquiera le pertenecía. Kara la observaba desde la distancia con fríos remordimientos carcomiéndole las entrañas. Comprendía el por qué del consejo de Clark: nunca había visto a su primo tan envenenado, asustado o lleno de recelo. Lo ocurrido con Lex lo hirió de una forma que para Kara resultaba incomprensible, pero que seguramente tenía que ver con su amistad de antaño.

Era injusto, sin embargo, culpar a Lena, pensó mientras almorzaba con Amelia y la observaba leer en la mesa de en frente. Meter a todos los Luthor en la misma bolsa era una actitud sumamente mediocre, hipotética, carente de verdaderos fundamentos.

Desde el accidente, ella y Lena solo intercambiaron dos conversaciones: una había sido al día siguiente al suceso, cuando Lena la interceptó y le contó que su auto había quedado completamente inutilizable; que la policía no se explicaba cómo salió con solo un golpe de algo como aquello. Kara trató de elaborar una respuesta que no le diese alas y luego se alejó de ella, excusándose con llegar tarde a clase. La siguiente vez se cruzaron en el baño. Lena le comentó que había hecho ciertos cálculos y, según los golpes en el auto y en el árbol, era improbable que las cosas hubiesen sucedido tal como las planteaban los investigadores. Alguien más había intervenido.

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