Capítulo 8: Un secreto por otro

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- ¿Me estás diciendo que lo lograste? ¿Le lanzaste el cebo y lo mordió? Pero, ¡querida! Entonces, ¿por qué esa cara larga?

Amelia hilaba en su máquina de coser, los lentes calados sobre la cabeza y una concentración que hacía difícil entender cómo podía hablar con Kara al mismo tiempo.

Kara le contó acerca del episodio con Cat Grant, previendo su reacción. Apenas el nombre de la gran empresaria mediática fue puesto sobre la mesa, Amelia detuvo la máquina de coser, retiró su silla y volvió hacia su amiga toda su atención. Habló con extraña mesura, considerando lo que acababa de oír.

- De acuerdo, ¿me estás diciendo que Cat Grant es la tía de Lena, que llegó a Smallville ayer por la tarde y tú, mi mejor amiga, recién me lo informas?

Kara se rascó el brazo y apartó la mirada.

- Había otras cosas más preocupantes. ¿Escuchaste lo que te conté sobre La Mancha?

- Minucias - Amelia hizo un gesto con la mano, como haciendo el tema a un lado-. Lena es demasiado astuta, ¡y cómo no iba a serlo, con quién es su tía! Todo tiene sentido. Ya sabíamos que iba a dar en el clavo si seguía con lo del "ángel". Pero ahora que blanqueaste las cosas con ella, supongo que lo sabrá tarde o temprano, ¿no es cierto?

A Kara la dejó asombrada que esa propuesta saliera de Amelia. Con cómo había tratado el asunto de Lena al inicio, pensó que se opondría a toda costa a la posibilidad de que ella se expusiera.

- ¿Cómo propones... que se lo diga? - preguntó, insegura.

- ¿Eso importa? - Amelia se encogió de hombros-. Solo hazlo. ¿Confías en ella?

- Sí... Pero, ¿y si le sienta mal?

- Creo que es tarde para pensar en eso, colega - replicó Amelia, severa -. Si te quiere a ti, tendrá que conformarse con todo el paquete. Lo que sí te sugiero es que lo hagas cuanto antes. Una cosa es contárselo ahora que las cosas recién se están calentando entre ustedes: si esperas demasiado, ahí sí será un mal trago para ella.

Fue desconcertante percibir tanta seriedad en Amelia. Kara se encogió un poco, porque sabía que tenía razón. Debía decirle. No podría mirarla a la cara hasta que cumpliera con el deber.

- Ahora, a lo importante - Amelia cruzó una pierna por encima de la otra-. ¿Cómo es la señorita Grant? ¿Es alta? ¿Es tan impresionante como en la pantalla? ¿Cómo es su mirada? ¿Tuviste miedo? ¿Le pediste un autógrafo para mí?

Kara exhaló y se colgó el bolso al hombro, poniéndose de pie. Tenían que caminar hasta el instituto, porque Amelia insistía en que, si la llevaba volando, <<le estropearía el peinado de monumento que se había hecho>>. A Kara, lo único que le parecía de monumento era el monólogo que sabía que estaba a punto de escuchar, con inicio allí y final indeterminado, relleno de referencias exaltadas a la figura de Cat Grant.

Llegaron al instituto en veinte minutos y vieron que Lena aparcaba el auto cerca de la entrada. Kara se detuvo en seco. No había pensado en cómo la trataría en público. ¿Qué esperaría ella? ¿Cómo la saludaría? ¿Qué le diría? Recordaba con precisión cómo se habían despedido la noche anterior, en el porche de la mansión. Lena la acorraló contra una pared y la besó con ansias, rozando su lengua con la suya. Kara sintió que la piel le ardía. Le habría gustado desnudarla allí mismo. Ganas no le habían faltado esa tarde. La visión de su piel la intrigaba, le generaba un calor en el estómago y en la entrepierna completamente nuevos y emocionantes.

La vieron bajar y a Kara casi se le cayó la mandíbula al suelo. Amelia soltó una risita y un comentario, pero ella estaba demasiado arrobada para darle sentido a sus palabras.

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