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[Narrador]

En otro lugar apartados de la bella luz del día se encontraban el rey de los demonios y el hermano mayor de los Tsugikuni.

—¿Quién es la chica que se parece a ti y a ese monstruo?— al maligno ser le había llamado la atención la joven que estaba junto a su casi asesino, su belleza lo cautivo por completo.

El demonio de ahora seis ojos a su lado pensó antes de responder— Era mi hermana pequeña, Kyomi— se preguntaba porque a su amo le había llamado la atención la luz de sus ojos.

Un plan inicio Muzan Kibutsuyi para capturar a la pequeña Tsugikuni, convertirla en demonio y hacerla su reina para el resto de la eternidad. Mientras tanto Yoriichi y Kyomi se marcharon de la cabaña y se fueron en busca de otro lugar para vivir aún así durante meses siguieron visitando a los Kamado que se habían hecho amigos cercanos y Yoriichi les había dejado el legado de su respiración.

La última vez que se vieron Yoriichi les dejó sus aretes como recuerdo y Kyomi un hermoso broche con forma de una luna creciente y un sol unidos y se marcharon no sin antes dedicarle a Sumiyoshi una hermosa y cálida sonrisa. Meses después de la última visita a los Kamado ocurrió el plan de Kibutsuyi, Yoriichi había salido por leña y había dejado a Kyomi sola, diez minutos después se abrió la puerta de la cabaña.

—¿Ya has vuelto Ni San?— la pelirroja se levantó del piso y volteó pero no se encontró con su adorado hermano Yoriichi si no con Michikatsu —¿Michikatsu?—su sorpresa se notó al instante.

— Ven por las buenas— habló firme el demonio, Kyomi se acercó a un pequeño estante y tomo su katana.

—No iré contigo, no sabiendo lo que eres— desenfundó su katana lista para atacar.

El demonio sabía que no debía lastimarla por dos razones: una era su hermana pequeña y dos Muzan lo mataría si la llevaba con alguna herida.

—Respiración del eclipse quinta postura eclipse total lunar— la muchacha se acercó a su hermano y con la katana dio diez y siete cortes a todas las partes del cuerpo del demonio cortando sus brazos.

Kokushibo lo sabía, su hermana pequeña era más fuerte que él pero a ella nunca la pudo odiar como odiaba a Yoriichi, para no lastimarla regeneró sus brazos, se acercó a Kyomi y le dio un golpe en la nuca haciendo que está cayera noqueada a sus brazos, la cargo como princesa y se fue con ella.

Cuando Yoriichi regresó con la leña a la cabaña está estaba vacía pensó que ella había salido pero cuando al cabo de un rato no regresaba pensó en lo peor así que fue a pedir ayuda a la asociación de cazadores donde el gentil patrón le brindó su ayuda.

La pelirroja despertó, se sentó y observó a su alrededor, su katana estaba a su lado y enfrente de ella se encontró a dos personas ya conocidas.

—Michikatsu— expresó con enfado y volteó a ver al otro hombre — Muzan— reconoció al hombre que estaba con Tamayo aquella vez.

Muzan se acercó a ella y aunque está intento retroceder fue tarde cuando las uñas del kibutsuyi estaban enterradas en su cuello suministrándole de su sangre. Venas se marcaron en su cara, sintió un dolor inmenso que poco después cesó, no había tenido un gran cambio en su apariencia pues únicamente su piel se había vuelto blanca.

Sus recuerdos malos con Michikatsu los había perdido, también olvido a Yoriichi, a los Kamado y las respiraciones del sol y la luna solo recordaba su estilo propio y su nombre.

-Tráele de comer- ordenó el rey a Kokushibo que no tardó en salir y volver a los minutos con una mujer ensangrentada. El aroma de la sangre abrió los instintos de la recién convertida demonio la cual se abalanzó sobre Kokushibo para quitarle la presa y devorarla.

— ¿Quién es el onii chan?— preguntó por fin la pelirroja después de saciar su hambre.

— Soy tu esposo Kyomi Chan— mintió el demonio más poderoso a lo cual ella se quedó analizando sus palabras pues no lo recordaba.

—No te creo, no te recuerdo

Muzan chasqueo sus dedos haciendo que imágenes falsas de momentos que nunca ocurrieron entre ellos dos llegarán a la mente de la muchacha y un recuerdo de que ella había peleado con un cazador de demonios que la había golpeado muy fuerte y la había hecho perder por esos minutos sus recuerdos.

—Oh, perdón por no recordarte Muzan Kun- corrió y abrazo al demonio.

— No fue tu culpa querida, tranquila- correspondió a su abrazo.

LA HERMANA MENOR DE LOS GEMELOS TSUGIKUNI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora