Mil amores | Q!roier Oneshots

#spiderhalo

—No, Dapper. Ya no podemos volver donde tío roier.—respondió por quinta vez en el día.

Su pequeño ha estado preguntando desde hace cuatro días si pueden ir donde tío Roier y su amigo Bobby.

La respuesta siempre ha sido negativa.

—Pero quiero ir donde tío roier—siguió insistiendo.

Lo convenció diciendo que mañana irían, Dapper se fue a dormir dejando a un chico triste y pensativo completamente solo.

Obviamente que no irían mañana, ni pasado, ni nunca más. Roier se lo había dejado más que claro.

Recuerda la dolorosa conversación que mantuvieron hace unos días.

—¿Podemos hablar a solas?—le preguntó roier.

Él sólo asintió.
Bajaron al primer piso dejando a los pequeños pintando arriba.

—¿Qué va a pasar luego, Bad?—habló primero.

—¿A qué te refieres?

Roier se pasó las manos por la cara. Estaba muy intranquilo. Sabía lo que pasaría.

—A todo esto que tenemos ahora. Los coqueteos constantes, tus idas y vueltas. Das y quitas al mismo tiempo, solo me confundes.

—Sabes que no es mi intención, roier. Somos amigos.

La cagó, lo supo incluso antes de terminar la última palabra. No eran amigos, claro que no lo eran.

Los besos que se dieron podían confirmar que no solo eran amigos.

Pero ya la había cagado, la cara de roier era muy expresiva y se podía leer a la perfección.

Le había dolido.

—¿Amigos? ¿Eso somos para ti?

—No. Solo lo dije sin querer.—Intentó defenderse.

—Bad, no necesito a nadie que no esté seguro de lo que siente. Ya lo viví, me niego a sufrir de esa manera de nuevo. Pensé que eras diferente.

—Lo soy.

—No, no lo eres.

No pudo evitar sentir ese pinchazo en el corazón cuando escuchó a roier decir esas palabras.

Él nunca le haría ese tipo de daño, lo sabía.

—Yo ya intenté todo, Bad. Es mejor que solo vuelvan cuando ya estés seguro de lo que quieres ser conmigo.

—Pero yo quiero seguir aquí, contigo.

—Yo no. No vengas hasta ya estar seguro, Bad.

Esa tarde fue la última vez en la que vio a roier.

Él siempre tuvo la respuesta, pero aquí está dejando pasar los días porque la cobardía y su zona de confort siempre han sido más cómodas.