Capítulo 1

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Cellbit y Roier se conocieron en la Isla Quesadilla aún siendo muy jóvenes, mientras uno disfrutaba de la vida, el otro solo quería encontrar la manera de salir de ahí.

Los padres de Cellbit lo habían obligado a mudarse a ese lugar, dejando atrás a sus amigos, sus estudios y su vida entera en general. Llegó a vivir justo en frente de la casa de Roier, una gran mansión que imponía respeto y sobretodo derrochaba la palabra "dinero" por doquier.

Eso en un principio fue lo único que llamó la atención del ojiazul, seguía muy enojado por la mudanza como para fijarse en otras cosas.

Estuvo tanto tiempo cegado, que se demoró dos meses en darse cuenta que en esa gran mansión vivía un lindo chico que lo miraba sin parar.

Cuando Cellbit por fin se fijó en él, no hubo enojo que lo pudiera alejar. Se enamoró sin barreras, sin dudas no cuestionamientos.

Se enamoró de Roier, y Roier se enamoró de él.

Después de que se enamoraron no hubo nada, ni nadie que pudo separarlos. Lucharon por su amor anto todo y todos.

Cuatro años después, ya vivían juntos y planeaban casarse cuando su situación económica estuviera estable. Se amaban, pero sabían que dar el siguiente paso requería mucho más que solo amor.

Roier seguía estudiando, por lo que Cellbit era el único que traía el dinero a casa, eso no le molestaba, quería ver a su chico lindo feliz y cumpliendo sus sueños. Aunque los padres del menor seguían ayudándolo en todo, Cellbit nunca fue capaz de pedirles algo, incluso cuando la comida no alcanzaba para los dos y debía conformarse con un café.

Hasta que el gran día llegó, le ofrecieron un trabajo soñado, con buena paga y en alho que él amaba. Sonaba increíble en todo sentido, hasta que le anunciaron que el trabajo estaba muy lejos y debía irse a vivir allí, al menos por un par de meses.

Su primera respuesta fue un "No", era el trabajo de sus sueños, lo sabía. Pero dejar a Roier aunque fuera unos meses sonaba horrible. Amaba a ese chico más que a si mismo y alejarse de él, era perderlo todo. Intentaron buscar la manera de no tener que viajar, o que Roier pudiera acompañarlo, pero este debía seguir con sus estudios, era su último año, no podía perder todo solo por esto.

Cuando no hubo manera de encontrar una solución, el castaño de bandana lo convenció. Cellbit amaba a Roier, pero nunca podría imaginarse lo mucho que Roier lo amaba a él. Jamás dejaría que rechazara esa oportunidad solo por quedarse a cuidarlo. Debía ir, su amor era lo suficientemente fuerte para soportar todo, incluso la distancia.

Prometieron hablar cada día, mensajearse a cada momento. Funcionaria, estaban seguros.

—Todo estará bien, mi amor. Estaremos bien.

—Volveré tan pronto pueda—prometió.

Las palabras son muy frágiles y algunas promesas imposibles de cumplir.

Mil amores | Q!roier OneshotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora